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Paisaje , Monumento Y Fruición


Enviado por   •  4 de Enero de 2012  •  485 Palabras (2 Páginas)  •  627 Visitas

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Paisaje, monumento y fruición.

La discusión originada a partir de la aparición del culto a las antigüedades, así como del tra-tamiento de los monumentos a mediados del siglo XVIII, ha sido variada – cuando no contra-dictoria - tanto en la doctrina como en los criterios aplicados sobre los bienes culturales y sobre la arquitectura en general. El estado actual de la cuestión se basa en las interpretaciones modernas de la idea de monumento como manufactura histórica – un objeto que se conforma y obtiene su imagen a través del transcurso del tiempo) - idea en la que abundan e insisten los Convenios y Cartas internacionales así como las legislaciones contemporáneas de la mayor parte de los países que han suscrito estos acuerdos. Esta práctica hace que hoy en día decir existan determinadas actuaciones que son rechazadas unánimemente por parte de los críticos e investigadores en la materia, y que otras en general se acepten comúnmente. El uso de los monumentos ha sido también objeto de gran cantidad de literatura, siendo de especial interés la que se centra en los monumentos de la arquitectura tanto por lo que se refiere a los monu-mentos singulares en sí mismos como a los denominados conjuntos o centros históricos. La discusión teórica debe partir en cualquiera de los casos de la idea de lo que debe ser preserva-do: si el monumento - o el conjunto, como paisaje - tiene su valor en el hecho de poseer una condición artística derivada de su historicidad – es decir en el hecho de ser una obra de arte – las actuaciones que se deriven deberán ante todo respetar ese hecho e intentar que el menos-cabo de su condición primigenia sea el mínimo posible. Otra cuestión bien distinta es el del mantenimiento de su función original, cosa que no esta directamente ligada a su condición de obra: queda pues claro que el uso está solamente condicionado a la permanencia de los valo-res artísticos de la pieza y en ningún caso al respeto de las funciones originales que bien pu-dieron ser otras, e incluso alejadas del hecho de la conservación del objeto, como ocurre en el evidente caso de las fortificaciones, pero también en otros casos, como el de los paisajes in-dustriales. La única premisa posible entonces del problema es el que el uso que se imponga a la pieza no merme sus valores de conservación - es decir los valores de la fruición que produ-ce y sin los cuales su valor como obra se vería mermado. Resulta claro también cómo el abandono de las funciones originales de los edificios – y su posterior eventual abandono – no favorecen precisamente la contemplación de las ciudades y sus monumentos. De hecho, los cambios sociales y el abandono de determinados usos y costumbres han producido que el devenir de la historia conduzca hacia la ruina a preciosas ciudades y conjuntos que en otros tiempos fueron prósperos y brillantes.

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