Pared Celular
24 de Octubre de 2013
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Básate en lo que plantearon los economistas clásicos, como Adam Smith y David Ricardo. Dentro de su teoría, entendieron que las ventajas comparativas de cada país, era la mejor forma, según ellos (totalmente refutado en la actualidad) de desarrollar el comercio internacional. En la actualidad, este concepto del Siglo XIX ha sufrido una serie de transformaciones, por la gran diferencia que hay entre los países ricos y pobres, que está obligando totalmente a replantear estos conceptos económicos anacrónicos; por la gran crisis alimentaria, el cambio climático y los altos precios del petróleo. La globalización y la integración económica interregional, en vez de beneficiar se va convertir en un estorbo para los países, que cuentan con grandes recursos naturales y económicos, porque las reglas del juego, están cambiando y se busca urgentemente una soberanía alimentaria; no como lo que se planteaba tradicionalmente, de que los países menos competentes o eficientes en el agro, se dedicaran a producir y exportar productos no tradicionales que no se producen en otros países, en detrimento de los productos tradicionales, al ser más costoso que lo que producían otros países eficientemente. Sin embargo, ha sido un baño frío, para los neoliberales y seudos neoliberales criollos, por la crisis actual. Todo está cambiando.
Globalización e Integración: Imposiciones Divinas
¿Quimera o realidad?
El paradigma utópico de la globalización y los procesos de integración, ha estado enmarcado por constantes e innumerables cambios históricos, que han representado múltiples transformaciones conceptuales en las malgastadas percepciones modernas, es decir, el concepto de la globalización es producto de la evolución de la economía durante miles de años y ha adquirido apariencias múltiples y complejas difíciles de rastrear. Por ende, el objetivo de esta formulación teórica es la búsqueda de las raíces históricas de la globalización y la integración; así como la búsqueda de su versátil comportamiento y su contraste con el proceder actual.
Se traza como objetivo principal el de dilucidar las nociones de procesos de integración económica y globalización en el contexto moderno, pero la esencia de estos elementos tienen sus raíces o fundamentos en períodos de la historia en que la economía y la política apenas comenzaban a establecerse como mecanismos de acción, y es a partir de este momento en que trazaremos una conexión entre el presente y el pasado, con el fin de ilustrar y aclarar la tergiversación conceptual de los elementos en juicio.
Partiendo entonces, de la premisa de que la globalización es un proceso de integración en el que interactúan fuerzas políticas, sociales, culturales y económicas, donde el único fin es el amalgamiento de las sociedades y la homogenización de culturas, encontramos la imperante necesidad de contextualizar nuestra opinión acerca de la globalización y el papel que ha jugado en la historia.
Los procesos de integración han sido manifestaciones racionales que el hombre ha convertido en acciones cotidianas y necesarias para su desarrollo, por ello no es de extrañar que las instituciones u organismos a finales del milenio encuentren como medio de subsistencia la integración de sus estructuras y sistemas económicos, pero lo que sí está sujeto a críticas es la apropiación anacrónica de conceptos previamente establecidos por Estados o personajes del pasado.
Estas manifestaciones de integración y globalización pueden observarse de manera directa en "la aparición de un mercado mundial, la homogenización cultural reflejada en la expansión de tres lenguas y la desaparición de decenas de dialectos, la consolidación de los valores fundamentados en la ética judeo-cristiana y, por último, una homogenización étnica, reflejada en el mestizaje y la desaparición de la raza indígena americana".
Pero quizás, uno de los aspectos más relevantes y de mayor trascendencia al momento de hablar sobre integración económica es el elemento democracia. Este proceso integrador debe estar enmarcado por una normativa en la cual la concepción de democracia no se limite simplemente al de una forma determinada de gobierno o autoridad, sino que haga referencia a un conjunto de reglas de conducta para la convivencia social y política; esta convivencia debe ser la norma de oro para las relaciones internacionales y debe convertirse en el eje de integración entre las partes.
La evidencia empírica nos ha mostrado a través del tiempo que las naciones que han estado al límite de la democracia, o por fuera de él, han tenido problemas de interacción con las demás naciones, y han investido a la tiranía, la anarquía, el comunismo, o cualquier otro régimen antagónico a la democracia, como director de su destino nacional. Aunque la democracia se convierta en el complemento ideal para las relaciones integracionistas, seria injusto señalar a los detractores de esta como unos fracasados, ya que ejemplos tales como Corea del Sur, Singapur y China demuestran que bajo la mano del autoritarismo se pueden tener tasas de crecimiento constantes y estables.
La globalización se ha enaltecido y reverenciado en las últimas décadas con base en juicios improcedentes e infundados; los representantes del liberalismo económico imprimieron un cierto toque publicitario a su dinámica política logrando fortalecer realidades que ya existían en contextos mucho más antiguos (contextos en los que existieron los verdaderos precursores y amplificadores de la globalización) para posteriormente vender su "idea" de apertura de mercados, internacionalización, bloques económicos y globalización a las ingenuas instituciones internacionales que se encontraban en proceso de reestructuración ideológica o a las que se encontraban en un claro estado de desorden funcional.
Los procesos de constantes intercambios de bienes y/o servicios han existido desde el feudalismo, donde en las ciudades, los artesanos libres hacían del taller la unidad típica de producción y establecían así la antesala de la fábrica moderna; este pequeño, pero significativo avance industrial, permitió de una manera casi imperceptible, sentar las bases para el proceso globalizador, que años mas tarde, encontraría en el mercantilismo una plataforma ideal para dispersar el concepto por varios continentes. Al mismo tiempo, una revolución cultural adquiría fuerza en todos los continentes, no tenía fines predeterminados sino que simplemente obedecía a los cambios que estaba viviendo el mundo y estaba homogenizando las diferentes culturas y sociedades existentes.
Pero se presenta un interrogante adicional, ¿Qué intereses verdaderos tenía cada sociedad para realizar cambios estructurales a su lengua, su cultura y sus tradiciones? simple, la desaparición, desagregación o transformación de los diferentes esquemas culturales y su adaptación a los modelos europeos obedecieron a intereses netamente económicos, y algunos políticos, encontrando así, una oportunidad de inserción en los mercados y naciones de mayor poder de la época, este movimiento repentino se constituye en una de las señales claves para comprender que el proceso de la globalización e integración comenzó a gestarse desde aquellas épocas en que la europeización se convirtió en el epicentro y cimiento fundamental del nuevo orden cultural.
En el periodo mercantilista, el nublado concepto de globalización e integración presentaba pequeños vestigios que consentían pensar que todo ese modelo económico era un preámbulo para el subsiguiente periodo de corte neoliberal. Este sería el prefacio del desborde cultural, en este preciso instante es donde el objetivo comienza a perder el control y obliga a ser trazado de nuevo, bajo parámetros de diferentes enfoques. El mando lógico que le estaba imprimiendo el mercado colapsó al encontrar en la administración estatal un fuerte opositor de las ideas que inicialmente lo estructuraron.
La "globalización moderna" ha transformado su proceder ancestral, la imposición unilateral de disposiciones teórico – prácticas ha perturbado los mecanismos espontáneos que predominaban en las diferentes economías; estos mecanismos rectores de la economía no advirtieron, en el factor globalización, un factor distorsionarte y desestabilizante de sus malgastados modelos económicos, posibilitando consolidar, de forma gradual, a todo el sistema capitalista como director general de toda la economía.
En cambio, la "globalización tradicional", consentía dentro de su marco normativo la libre interacción entre los diferentes agentes económicos del mercado, restándole importancia a los referentes regulatorios que escasamente existían; dichos referentes serían los que, en un futuro cercano, marcarían el camino para la instauración de los nuevos esquemas regulatorios del mercado.
Las diferentes concepciones acerca de la globalización y procesos de integración, nos permiten develar, de una manera muy certera, las condiciones naturales en que se encuentra la estructura del mercado mundial. La evolución de la globalización, a través de las décadas, ha conseguido tanto acertar como errar, en muchas de sus hipótesis; este proceso modernista llegó acompañado de una membruda cartilla de ilusiones utópicas que configuraba, en ese momento de indecisión esquemática internacional, una solución celestial para la crisis.
Otro aspecto de alta relevancia para el éxito institucional o estatal, es la importancia que se le atribuya al planteamiento estratégico local. La combinación adecuada de los factores estratégicos internos de cada país con los esquemas estratégicos que plantea la globalización, tendrán efectos consistentes, eficientes
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