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Plegaria A Maria


Enviado por   •  30 de Junio de 2013  •  668 Palabras (3 Páginas)  •  1.809 Visitas

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ORACIÓN PREPARATORIA

Oh dulcísima Virgen, henos aquí postrados al pie de tus altares para ofrecerte el humilde obsequio de nuestros corazones.

Todos los años en tu mes bendito, nos reunimos en torno tuyo, encontrando la misma solicitud, la misma compasión, el mismo cariño maternal. Eres, ¡oh María! La madre del mendigo, el socorro del menesteroso, el amparo del huérfano infeliz. Llenos de confianza en tu bondadoso corazón, y con el pecho rebozando de alegría, te hemos elevado un altar; allí vistosas flores se esparcen a tus plantas; el resplandor de las antorchas ilumina tu bendito rostro; nuestras manos se elevan confiadas al trono de tu gloria y nuestros labios murmuran una plegaria de honor tuyo. Dirigid una mirada compasiva sobre los que hoy rodeamos tus altares; haz que nuestros corazones palpiten de amor hacia Jesús; que nuestra vida sea un acto no interrumpido de alabanza y acción de gracias, de propiciación y de súplica, a fin de que rotos los velos de la carne, merezcamos contemplar en unión tuya, al Dios que veneramos oculto en los altares. Amén

ORACIÓN INICIAL

Oh! María, durante el bello mes que te está consagrado todo resuena con tu nombre y alabanza. Tu santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones.

Para honrarte hemos esparcido frescas flores a tus pies y adornado tu frente con guirnaldas y coronas, aunque todos sabemos que el adorno más hermoso que una madre espera, es la piedad de sus hijos, y la más bella corona que podemos depositar a sus pies es la de nuestras virtudes.

Sí, los lirios que tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones, nos esforzaremos pues, ¡oh virgen Santa!, en conservar nuestras almas puras y sin mancha, y en separar de nuestros pensamientos deseos y miradas, aún la sombra misma del mal.

Si, la rosa cuyo brillo agrada a tus ojos, es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos; nos amaremos pues, los unos a los otros como hijos de una misma familia cuya madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal.

En este mes bendito procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida, y con tu auxilio llegaremos a ser puros humildes, caritativos, pacientes y resignados.

¡Oh María!, has producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes. Que ellas broten, florezcan y den al fin fruto de gracia, para poder ser algún día dignos hijos de la más santa y de la mejor de las madres. Amén.

BAJO TU AMPARO

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades antes bien líbranos de todo peligro ¡oh Virgen gloriosa y bendita!

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