Positivismo
glenys171 de Enero de 2013
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EL POSITIVISMO EN AMERICA LATINA
La fuerza que el positivismo tiene en Argentina -y también en Latinoamérica- a fines del siglo XIX, remite al proceso de formación del Estado nacional. El liberalismo del período independentista, a partir de los 80 se ve reforzado por el positivismo comteano y spenceriano a los efectos de pensar un país ordenado e integrado.
Es en esta instancia donde la ideología positivista cumple “un papel hegemónico, tanto por su capacidad para plantear una interpretación verosímil de estas realidades nacionales cuanto por articularse con instituciones que -como las educativas, jurídicas, sanitarias o militares-tramaron un sólido tejido de prácticas sociales en el momento de consolidación del Estado y de la nación. De hecho, la incorporación más plena al mercado mundial y las tareas de homogeneizar las estructuras sociales para tornar gobernables a países gobernantes a países provenientes del período de enfrentamientos civiles pos-independentistas coincidieron con una etapa de centralización estatal y con la penetración y difusión de la filosofía positivista.”(véase Terán. Positivsmo y nación)
Es un momento también en el que la incorporación de las economías del subcontinente al mercado capitalista mundial, tanto en la Argentina como otros países latinoamericanos, generan conflictos y tensiones donde confluyen distintas ideologías que dan su propia versión de la realidad. Si bien, es la ideología positivista la que constituye la matriz mental dominante en el período 1880-1910, surge también en el terreno político cultural una crítica a la expansión del orden industrial burgués con el modernismo espiritualista.
Luego nos detendremos a hablar de este movimiento cuando desarrollemos el pensamiento de Ingenieros.
De cualquier manera, es el discurso positivista quien mejor interviene en la tarea de hacerse cargo de la invención de un modelo de país, como de explicar los efectos no deseados del proceso de modernización en curso. En la diagramación del modelo bajo la matriz positivista, las instituciones tienen un rol fundamental en el proceso de centralidad del Estado; las mismas “trazan el límite en cuyo interior se asimilarían los sectores integrables a la modernidad, en tanto que la variable coercitiva operaría también institucionalizadamente expulsando de él las fracciones pre o extra capitalistas renuentes a incorporarse a la estructura nacional”.
Pero este modelo de país no puede trasladarse en forma mecánica a todo el territorio americano. El mismo encuentra trabas u obstáculos a la hora de implementarlo, y abre en el mismo discurso positivista un segundo eje temático destinado a explicar lo que Real de Azúa llama los males latinoamericanos. Estos males latinoamericanos están relacionados a la presencia en algunos países como México, Bolivia y Perú de un fuerte componente indígena, como también a la presencia en países como Argentina, Uruguay por una significativa masa inmigratoria.
Todas estas trabas, impiden hablar del positivismo latinoamericano como un proceso homogéneo, de desarrollo idéntico en todo el territorio latinoamericano. En cada país del continente este discurso fue tomando distintos matices de acuerdo a las características propias de la realidad.
En el caso de Argentina, la presencia de una gran masa inmigratoria -efecto inesperado de la implementación del proyecto de 1880-, pone en peligro la estabilidad de la gobernabilidad por lo cual, intelectuales positivistas como Ramos Mejía, Agustín Alvarez, Carlos Octavio Bunge y José Ingenieros entre otros, tomaron para sus obras el tema del “fenómeno multitudinario” como eje central sobre el cual replantear el problema nacional.
De los autores citados, consideramos mas significativas las figuras de Ramos Mejía e Ingenieros. Ellos son los que mejor ilustran el aporte que la mirada biologicista hace sobre el discurso positivista a la hora de replantear la cuestión nacional. Y en el caso de Ingenieros, la mirada comteana y spenceriana se cruza a su vez con otras líneas teóricas y políticas como el economicismo marxista, el modernismo esteticista, el antiimperialismo político.
Hacia las primeras décadas del siglo XX, la ciudad de Buenos Aires había perdido las características de ?gran aldea?, para transformarse en una ciudad moderna y cosmopolita a raíz de la llegada masiva de los inmigrantes al país.
Esta modernización trae nuevos conflictos sociales que agudizan otros que ya estaban latentes. Por un lado, la conformación de nuevos sectores populares urbano ?en su mayoría formado por extranjeros- comienzan a exigir atención por parte del Estado y de los sectores dirigentes. Y por otro lado, el mercado de trabajo ?moderno?, irá conformando en el seno de la clase obrera nuevos movimientos de masas, ligados a las ideas anarquistas y socialistas.
Todas estas situaciones generan una gran tensión, y en muchos casos terminarán en enfrentamientos violentos.
El problema de la nacionalización de las masas y su relación con la ‘cuestión social’ es clave en este momento. Y a esto puede sumársele el reclamo que se venía haciendo desde 1890 al sector oligárquico por parte de la Unión Cívica, en reclamo de la ampliación del poder político.
En respuesta a esta problema, aparece la necesidad dentro las elites dominantes de encauzar estos conflictos a través del Estado, en la medida que éstas ven al inmigrante como un elemento disgregador de la sociedad. Y las formas que utilizan para resolverla son, coactivamente, a través de la Ley de Residencia de 1902 y la Ley de Seguridad en 1910; y a través de las instituciones de “captación” como ser la Asistencia pública, el sistema de educación común se trata de minimizar el conflicto.
EL POSITIVISMO EN AMERICA
A medi8ados del siglo XIX la sociedad y la educación en América Latina seguían presentando esquemas coloniales, a pesar de la dura critica surgida a partir de la ilustración. Por tanto, sé hacia necesario un pensamiento que atacara esas viejas formas coloniales y que propusiera un nuevo camino para llegar a la verdad, distinto del método escolástico.
Una novedosa corriente filosófica, el positivismo, proporciono entonces a los pensadores latinoamericanos los fundamentos teóricos para hallar la verdad de las cosas en los hechos y en los fenómenos.
Los pensadores latinoamericanos asimilaron la doctrina positivista, creada por Comte, y la aplicaron a nuestra realidad. Con el positivismo se lograron superar los rezagos coloniales y se creo una conciencia empírica.
El país que recibió más influencia del positivismo fue México. Allí marcó la vida política, educativa y social, al punto que Gabino Barreda, discípulo de Comte, organizo la educación del país por encargo del gobierno.
EL POSITIVISMO
Consiste en no admitir como validos científicamente otros conocimientos, sino los que proceden de la experiencia, rechazando, por tanto, toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto. El hecho es la única realidad científica, y la experiencia y la inducción, los métodos exclusivos de la ciencia. Por su lado negativo, el positivismo es negación de todo ideal, de los principios absolutos y necesarios de la razón, es decir, de la metafísica. El positivismo es una mutilación de la inteligencia humana, que hace posible, no sólo, la metafísica, sino la ciencia misma. Esta, sin los principios ideales, queda reducida a una nomenclatura de hechos, y la ciencia es una colección de experiencias, sino la idea general, la ley que interpreta la experiencia y la traspasa. Considerado como sistema religioso, el positivismo es el culto de la humanidad como ser total y simple o singular.
Evolución.
El término positivismo fue utilizado por primera vez por el filósofo y matemático francés del siglo XIX Auguste Comte, pero algunos de los conceptos positivistas se remontan al filósofo británico David Hume, al filósofo francés Saint-Simon, y al filósofo alemán Immanuel Kant.
Comte eligió la palabra positivismo sobre la base de que señalaba la realidad y tendencia constructiva que él reclamó para el aspecto teórico de la doctrina. En general, se interesó por la reorganización de la vida social para el bien de la humanidad a través del conocimiento científico, y por esta vía, del control de las fuerzas naturales. Los dos componentes principales del positivismo, la filosofía y el Gobierno (o programa de conducta individual y social), fueron más tarde unificados por Comte en un todo bajo la concepción de una religión, en la cual la humanidad era el objeto de culto. Numerosos discípulos de Comte rechazaron, no obstante, aceptar este desarrollo religioso de su pensamiento, porque parecía contradecir la filosofía positivista original. Muchas de las doctrinas de Comte fueron más tarde adaptadas y desarrolladas por los filósofos sociales británicos John Stuart Mill y Herbert Spencer así como por el filósofo y físico austriaco Ernst Mach.
Comte, Augusto (1798-1857).
Filósofo positivista francés, y uno de los pioneros de la sociología. Nació en Montpellier el 19 de enero de 1798. Desde muy temprana edad rechazó el catolicismo tradicional y también las doctrinas monárquicas. Logró ingresar en la Escuela Politécnica de París desde 1814 hasta 1816, pero fue expulsado por haber participado en una revuelta estudiantil. Durante algunos años fue secretario particular del teórico socialista Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon, cuya influencia quedaría reflejada en algunas de sus obras. Los últimos años del pensador francés quedaron marcados por la alienación mental, las crisis de locura en las que se sumía durante
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