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Principio De Beneficencia

daiila9 de Octubre de 2014

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Las primeras declaraciones de bioética surgen con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo se escandalizó tras el descubrimiento de los experimentos médicos llevados a cabo por los facultativos del régimen hitleriano sobre los prisioneros en los campos de concentración. Esta situación, a la que se suma el dilema planteado por el invento de la fístula para diálisis renal de Scribner (Seattle, 1960), las prácticas del Hospital Judío de Enfermedades Crónicas (Brooklyn, 1963) o la Escuela de Willowbrook (Nueva York, 1963), van configurando un panorama donde se hace necesaria la regulación, o al menos, la declaración de principios a favor de las víctimas de estos experimentos. Ello determina la publicación de diversas declaraciones y documentos bioéticos a nivel mundial.

En 1979, los bioeticistas Tom L. Beauchamp y James F. Childress, definieron los cuatro principios de la bioética: autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia. En un primer momento definieron que estos principios son prima facie, esto es, que vinculan siempre que no colisionen entre ellos, en cuyo caso habrá que dar prioridad a uno u otro, dependiendo del caso. Sin embargo, en 2003 Beauchamp considera que los principios deben ser especificados para aplicarlos a los análisis de los casos concretos, o sea, deben ser discutidos y determinados por el caso concreto a nivel casuístico.

Beneficencia

El principio de beneficencia se traduce en que se tiene que hacer el bien a las personas, teniendo en cuenta que el concepto de “bien” es subjetivo, con lo cual “nuestro bien” no tiene por qué coincidir con el “bien” del otro; por eso es preciso comunicarse de forma efectiva con la persona, descifrar su voluntad y respetarla.

Según la teoría de las necesidades de Maslow, después de las necesidades fisiológicas, hay otra cómo la seguridad, amor, pertenencia y respeto. Las enfermeras y enfermeros podemos complementar y/o facilitar la satisfacción de estas necesidades, pero no podemos sustituirlas; por ello es necesario que desde las instituciones socio sanitarias y residencias se reclame a las familias una implicación en el soporte emocional y en el acompañamiento a este anciano, sobre todo si este padece algún grado de dependencia.

Estamos ante una nueva situación de la medicina donde existe avances biotecnológicos que amplía el horizonte para la resolución de problemas de salud, hasta ahora irresolutos. Sin embargo, dichos avances conlleva a la generación de tecnócratas de la salud que saben mucho de moléculas, pero se han olvidado de la persona a quien se debe ayudar, curar, cuidar o al menos consolar.

En ese sentido, los enfermeros, tienen el gran compromiso con la sociedad de ejercer la profesión con calidad humana, científica y ética. Por ello, no basta que el enfermero conozca los principios bioéticos en los cuales debe sustentar el ejercicio de su profesión, sino que resulta imprescindibles que dedique su mejor esfuerzo en aplicarlos y cumpla con su cometido social.

Este compromiso exige a las Enfermeras, capacitación permanente, sensibilidad bioética y capacidad de razonamiento moral para la adecuada toma de decisiones en su desempeño profesional y brindar una atención de calidad, donde se considere al paciente como eje primordial para proporcionarle un cuidado humanista, oportuno, seguro e individualizado. Y quien mejor evaluador de nuestras acciones que los pacientes a quienes brindamos la atención personalizada.

En los últimos años el incremento de las demandas judiciales contra enfermeras refleja que el compromiso de enfermería no está siendo asumido en forma íntegra. Casos como los de negligencia cometidos en instituciones de salud, surgida por la mala praxis de procedimientos, la tendencia a la deshumanización en el trabajo. Así mismo, la deficiente aplicación de los principios bioéticos en el cuidado del

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