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Principio de incertidumbre.


Enviado por   •  14 de Diciembre de 2016  •  Ensayos  •  375 Palabras (2 Páginas)  •  110 Visitas

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Ensayando

LOS DESIERTOS DEL SER (PUEDEN REVERDECER)

No hay manera de anhelar ¡el oasis! Espiritual sin ardiente sed íntima. Quienes viven en la vapuleante ansiedad de sus vacíos existenciales son como pálidas figuras deambulantes. Son ciegos no por invidentes sino porque sus mentes cerradas no permiten el ingreso a las luces y auras de horizontes nuevos. El puro pensar, no hace cambios. En tanto estén las palabras en la mente, no se da el efecto que ellas significaran. ¡Caliente! Como palabras en la mente, no calienta, ….. como palabras en la mente, no aman. La acción no se da en el pensamiento. Esto que tiene aspecto de verdades de Perogrullo no obstante, pocas, muy pocas se percata. Van buscando ¡al amor! Como una palabra mágica, como ¡algo! Definitivo como producto ¡empacado al vacío! Aséptico, perfecto, conducido. Van ignorantes de que todo cuanto en el vivir trasciende demanda entrega, lucha, porque en esos terrenos de lo espiritual no hay gratitudes, ni recompensas mágicas. La mente universal y la mente particular se pueden ……… pero no es asunto de conexión mecánica. Las experiencias de cada ser, los errores, las fallas nos va edificando, se aprende más de un error propio (que nos corrija) que de un acierto ajeno (que se siga como ejemplo). Es la conciencia nuestra la que puede ajustar o desajustar las vivencias íntimas no tenemos tiempo según la prisa que arrolla el mundo entero. Pero el tiempo personal, es entretiempo, el espiritual no es cosa, es proyecto, siempre proyecto, víspera, tiene pausas, necesita sosiego, debe pasar de pensamientos las reflexiones de las carreras a la calma. Reflexionar es volver a mirar, evaluar y revaluar, sobre todo si el asunto nos interesa en particular. ¿Debemos retirarnos a reflexionar? No. Debemos hacerlo en lo cotidiano …………. Entre lo que es ruido y lo que es sonido. Reflexionar en cualquier momento y lugar con mente pacificada. Cuando el dulce Jesús dijo: “mi paz les dejo, mi paz les doy” nos señalaba que en una mente paz, ¡pacificada! No anidan ni el rencor ni el dolor, ni las horas aciagas, porque la mente pacificada habita los lindes en las que no hay malas hierbas para perturbarla. Abrir el corazón y mente hacen al desierto reverdecer.

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