Principios éticos en la práctica de Enfermería
fannia86Trabajo20 de Febrero de 2012
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Resumen
En la actualidad el ser humano está viviendo un período único y privilegiado, porque ha adquirido nuevos y fascinantes poderes sobre la vida; pero al mismo tiempo se han desarrollado nuevos conceptos sobre la relación entre la moral y la ciencia, que exigen un cambio en los paradigmas de la práctica de la medicina y de la enfermería. La Ética Médica es una disciplina que se ocupa del estudio de los actos médicos desde el punto de vista moral y los califica como buenos o malos, a condición de que ellos sean voluntarios y conscientes. El término “actos médicos” designa a los actos que realiza el profesional de la medicina en el desempeño de su profesión frente al paciente (ética médica individual) y a la sociedad (ética médica social). Los profesionales de enfermería no solamente se relacionan directamente con el usuario, sino que también forman parte de equipos de investigación y desarrollo de nuevas ideas científicas y tecnológicas; desde esta posición tienen el deber de defender lo correcto sin permitir que su propia concepción de “lo bueno y lo malo” estanque el desarrollo personal y colectivo y a la vez, sin dejar de representar los ideales de ética y moral que los cualifican.
Principios éticos en la práctica de Enfermería
En el curso de la historia de la humanidad nunca se había registrado un avance tecnológico científico tan importante como el que se ha observado en el siglo pasado y en este principio de milenio. Se puede decir que el actual es un período único de la humanidad, en el que han adquirido nuevos y fascinantes poderes sobre la vida y al mismo tiempo se ha entrado a un mundo fértil en nuevos conceptos de las ciencias de la vida y la moral, los cuales exigen un cambio en los paradigmas de la práctica de las profesiones de la Salud.
La Enfermería se reconoce socialmente como una profesión de servicio, orientada netamente a ayudar, servir y cuidar la salud de las personas (1); se puede decir que las enfermeras han representado la esencia del sistema de atención sanitario. Diers, en 1981, escribió que “la enfermería es un trabajo sumamente complicado, ya que requiere la posesión de conocimientos técnicos, gran cantidad de conocimientos formales, capacidad de comunicación, complicidad emocional y otras muchas cualidades, por lo que se considera también como un complejo proceso de pensamiento que lleva del conocimiento a la técnica, de la percepción a la acción, de la decisión al tacto y de la observación al diagnóstico”.
La relación entre enfermera y persona (enferma o sana) no ha sido abordada ni estudiada de la misma forma que la relación médico-paciente, pero se sabe que es un aspecto de esencial trascendencia para lograr los objetivos y propósitos de salud. Es una relación interpersonal en la cual ambos, la enfermera y la persona se encuentran para llevar a cabo en conjunto una serie de acciones dirigidas a mantener o recuperar la salud. También es una relación ética, donde los valores de cada uno deben ser conocidos y considerados de igual importancia, lo que exige del personal de enfermería un comportamiento práctico moral (2). Cuando un paciente presenta complicaciones se originan dilemas éticos, ante los cuales lo primero es determinar qué se pretende lograr y si esto realmente va a beneficiar al enfermo. El análisis ético debe comenzar con una valoración cuidadosa del estado del paciente y de la naturaleza de su enfermedad, las preferencias del enfermo, sus juicios de valor y su realidad social, cultural y económica. Es necesario que en el quehacer cotidiano de los profesionales de la salud se vuelva a dar prioridad al servicio del individuo, su familia y su comunidad, ya que en el medio hospitalario actual se tiende a poner mayor énfasis en el avance tecnológico y científico y en los aspectos técnicos o políticos del trabajo. La enfermera o el enfermero de nuestros tiempos no sólo amerita una preparación fundamentada en los conocimientos científicos que exige el avance tecnológico moderno, sino que también debe desarrollar la sensibilidad frente al dolor y un humanismo genuino que se interese por los problemas del ser humano (4, 5). Corresponde al personal de salud crear un ambiente en el que los valores, costumbres y creencias del individuo sean respetados y se ayude al enfermo a mantener, desarrollar o adquirir autonomía personal y autodeterminación, bajo la guía de criterios profesionales.
Historia de la Enfermería
El nacimiento de la Enfermería se remonta a la Edad Media, época de las enfermeras monásticas, en la que varias mujeres se destacaron en el cuidado de enfermos. Santa Brígida se convirtió en una abadesa famosa en Irlanda y fue respetada como erudita, educadora, consejera y experta en las artes de curación de enfermos y leprosos, recibiendo el título de “patrona de la curación”. Sin embargo, la pionera de la Enfermería moderna es Florence Nightingale, que nació en 1820, en Hampshire, en el seno de una familia terrateniente adinerada. A los 23 años manifestó su deseo de ser enfermera y debió enfrentar la oposición de su familia, ya que esta profesión se consideraba propia de mujeres de clase trabajadora, pero en 1851, a los 31 años de edad, consiguió el permiso y se fue a trabajar al hospital de Kaiserworth, en Alemania; dos años más tarde fue nombrada directora residente del hospital para mujeres inválidas en Harley Street, Londres y al año siguiente encabezó a un equipo de 38 enfermeras que viajó para atender a los soldados británicos en la guerra de Crimea, donde logró introducir reformas sanitarias que redujeron en forma importante la mortalidad.
Posteriormente, a lo largo del siglo XX hubo períodos de escasez de enfermeras, porque muchas de ellas se negaron a participar en una estructura laboral que ofrecía pocas recompensas, muchas horas de trabajo físico arduo y salarios muy bajos; hacia los años 40 las enfermeras llevaban a cabo muchas más tareas y procedimientos, como resultado de la introducción de profundas innovaciones en los cuidados de salud y en los años 70 se acortaron las distancias entre la enfermera profesional y el paciente. El cuidado del paciente de hoy plantea retos diferentes a los que tuvo que afrontar Florence Nightingale, puesto que al personal de enfermería se le exige efectuar tareas que antaño realizaron los médicos: se espera que sean excelentes cuidadores, investigadores, bien capacitados, eruditos y pensadores basados en el razonamiento científico y lógico; esto ha ampliado sus oportunidades, pero al mismo tiempo ha multiplicado sus responsabilidades.
En Cuba, durante las guerras de independencia, en el siglo XIX, numerosas mujeres, hermanas, esposas, madres e hijas de mambises ofrecieron sus servicios a la patria como enfermeras y se dedicaron a la difícil tarea de cuidar a sus compañeros y salvaguardar los hospitales de campaña de la furia de los españoles. Con la intervención norteamericana el panorama se volvió devastador; el gobierno militar de ocupación, para mejorar la salud de sus tropas, comenzó a organizar la Salud Pública y fundó la Escuela de Enfermeras en el Hospital “Nuestra Señora de las Mercedes”, hoy hospital “Comandante Manuel Fajardo”, en el año 1899 (8), bajo la dirección de una de las enfermeras norteamericanas que llegaron a Cuba, Miss O´Donell. En los dos primeros años de ocupación militar se fundaron Escuelas de Enfermeras en todos los hospitales de las cabeceras provinciales, con un plan de estudio de tres años, con enfermeras norteamericanas como superintendentes. Estas escuelas se basaron en el espíritu de consagración y disciplina de Florence Nightingale. En 1902 se graduaron las siete primeras enfermeras; Trinidad Cantero fue la alumna más sobresaliente, recibiendo la Medalla de Oro de ese curso. Posteriormente, en 1909, se fundó la Asociación Nacional de Enfermeras, cuya primera presidenta fue Margarita Núñez (9) y se comenzó a promover a enfermeras cubanas a los cargos de superintendentes de los distintos hospitales de cabecera de las provincias, reemplazando merecidamente a sus homólogas norteamericanas, pues el claustro de las escuelas era genuinamente cubano. Con el triunfo de la Revolución cambiaron completamente los planes de estudio de la enseñanza de la enfermería, mejorando la calidad y extendiendo el servicio de enfermería a todo el país. El 29 de enero del año del triunfo revolucionario, la Asamblea de Diputados del Colegio Nacional de Enfermeros de Cuba (10) tomó la decisión de formar las Milicias de Enfermeros en apoyo a la Revolución y las enfermeras se comenzaron a incorporar a las misiones internacionalistas y a los servicios especializados. En 1976 se creó la Sociedad Cubana de Enfermería para la superación técnica y profesional, y en los años 80 se graduaron las primeras Licenciadas en Enfermería y se iniciaron los primeros cursos diurnos de esta especialidad. La enseñanza de enfermería sufrió una gran transformación cuando se amplió la matrícula de las escuelas existentes y se abrieron nuevas escuelas para cumplir con uno de los principales principios revolucionarios: “la salud, derecho de todos y deber del Estado”. El inicio del Plan del Médico y la Enfermera de la Familia, el 4 de Enero de 1984, introdujo, entre otras innovaciones al modelo de atención vigente en el primer nivel de atención, una propuesta renovadora de la organización del trabajo, cuya validación superó con creces el concepto y la práctica del equipo de salud del sector.
En la actualidad la enfermería cubana muestra logros e insuficiencias, con un balance que se inclina hacia los primeros, a pesar de las múltiples dificultades en el desarrollo de su diaria labor. En el campo de la asistencia, la
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