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Protocolo De Bioseguridad


Enviado por   •  15 de Mayo de 2015  •  2.703 Palabras (11 Páginas)  •  162 Visitas

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5:17 -- Entonces levantándose el sumo sacerdote (Caifás Mat. 26:57), y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos (4:1, 2), -- Recuérdese que éstos rechazaban la resurrección (23:8), y el tema principal de los apóstoles era la resurrección de Jesucristo. Por esta causa los saduceos estaban enfurecidos contra los apóstoles.

-- se llenaron de celos -- (4:2; 13:45). Los saduceos podían ver la mano que escribía sobre la pared, "Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto" (Dan. 4:5, 27), porque si el pueblo aceptara la resurrección de Cristo, entonces la casa de los saduceos caería de su propio peso. Por eso, se llenaron de celos por causa del gran éxito de la obra de los apóstoles, y también porque las órdenes que habían entregado a los apóstoles fueron totalmente ignoradas. Muchos sanaron. Muchos obedecieron al evangelio y posiblemente algunos de los sacerdotes mismos (6:7).

Los apóstoles trabajaban bajo la gracia de Dios pero tenían que afrontar la malicia del infierno. Los apóstoles se llenaron del Espíritu Santo, pero sus enemigos se llenaron del espíritu satánico y, por eso, se llenaron de celos y también de odio. El celo de estos judíos no se puede comparar con el celo de Pablo (2 Cor. 11:2). El problema era que los apóstoles habían ganado el favor del pueblo (5:12-16) y, por eso, el control y la influencia de los gobernantes disminuían. Desde luego, todos los judíos que se convertían a Cristo, creían en la resurrección; por eso, el número de los saduceos se reducía. El éxito del evangelio siempre provoca a los incrédulos y falsos maestros, pero éstos no molestan a una iglesia muerta.

5:18 -- y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. -- ¿Cuántos apóstoles fueron prendidos? El texto no dice; solamente habla de Pedro y Juan. Aunque seguramente los apóstoles no estaban sorprendidos por esta acción, fue una noche oscura y triste para ellos, pero también lo era para los gobernantes, porque éstos tenían que formular alguna acusación contra los apóstoles. ¿Qué podrían decir? ¿Cuál sería la reacción del pueblo?

5:19, 20 -- Mas (pero, LBLA) -- Obsérvese el "pero" que tantas veces indica la intervención del Señor en pro de sus siervos. Las fuerzas del diablo obraban en contra de los apóstoles "pero" las fuerzas de Dios obraban en su favor.

-- un ángel del Señor (Heb. 1:14, los ángeles son "espíritus ministradores"), abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, -- El Señor puede abrir cualquier cárcel del diablo que nos detenga y puede quebrar cualquier cadena con que nos amarre. Decían los saduceos que no hay ángeles, pero dice Lucas que un ángel abrió las puertas de la cárcel. La cárcel vacía nos recuerda de la tumba vacía. Otra cárcel quedó vacía en la ciudad de Filipos (Hech. 16:26). Seguramente esta experiencia fortaleció aun más la fe de los apóstoles, porque podían reconocer que nadie ni nada podía impedir que continuaran su obra (Juan 19:11).

-- dijo: Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo -- No fueron sueltos para su seguridad; salen de un lugar de peligro pero entran en otro. No deberían esconderse o huir, sino volver al lugar más público (como dijo Pablo al rey Agripa, "no se ha hecho esto en algún rincón", 26:26), lugar de peligro para ellos. Cuando Dios nos libra de la "cárcel" (de aflicciones o dificultades), lo hace para que podamos servirle.

Los ángeles no predican el evangelio a la gente; por eso, el ángel soltó a los apóstoles y les dijo: "anunciad", como Jesús les había dicho (Mat. 28:19).

-- todas las palabras de esta vida. -- (Jn. 6:68). "Anunciad" aunque les persigan otra vez. "Anunciad" "todo el consejo de Dios" (20:20, 27); "Anunciad" la vida verdadera hecha posible por la resurrección de Cristo (la vida abundante, Jn. 10:10). Esta es la "vida" que, según los saduceos, no existe. Esta es la vida que no puede confinarse en alguna cárcel (2 Tim. 2:9).

Los apóstoles eran "vasos de barro", frágiles y destructibles en cuanto a su vida física, pero llevaban el tesoro del evangelio. De esta manera "la excelencia del poder" no era de los hombres, sino de Dios.

Un comentarista dice que la palabra ángel puede ser traducida mensajero y, por eso, el que abrió las puertas pudiera haber sido ángel u hombre (que la palabra griega permite tal interpretación). Pero ¡qué curioso que el mensajero dijera a los apóstoles que volvieran al templo para predicar el evangelio!

Aquí está otro ejemplo de cómo la oración de la iglesia (4:30) fue contestada.

5:21 -- Habiendo oído esto, entraron de mañana (al amanecer, LBLA) en el templo y enseñaban. -- Fue necesario aprovechar el buen interés (y ánimo) del pueblo; por eso, entraron temprano al templo para seguir predicando a los primeros que llegaran. Sin duda predicaron con aun más ánimo porque habían visto nuevamente que Dios es más fuerte que los hombres.

-- Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio, y a todos los ancianos (senado, LBLA) de los hijos de Israel, y enviaron (órdenes, LBLA) a la cárcel para que fuesen traídos. -- Probablemente Lucas emplea la palabra senado para el beneficio de Teófilo y otros griegos que no estaban acostumbrados a la palabra Sanedrín (concilio).

5:22, 23 -- Pero cuando llegaron los alguaciles, no los encontraron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso, diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad y los guardas afuera de pie ante las puertas; pero cuando abrimos, a nadie hallamos dentro. -- Compárese el milagro de 16:26, puertas abiertas, etc. Estos milagros nos recuerdan del milagro de la tumba vacía de Jesús. En el caso de los guardias no había negligencia o descuido: la cárcel estaba cerrada y los guardias estaban de pie ante las puertas. Todo estaba en orden, excepto que ya no había apóstoles adentro. Compárese 12:6.

5:24 -- Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban (se quedaron muy perplejos, LBLA) -- Les convenía a los oficiales temer a Dios y preocuparse por su rebelión contra El, pero solamente "dudaban" o estaban "perplejos" y ansiosos, porque no podían explicar este fenómeno. ¿Qué clase de gente será ésta que ni siquiera se puede confinar dentro de una cárcel? Pero ¿cómo es posible que estuvieran perplejos después de admitir (4:16) el milagro de la curación del cojo y después de saber de los muchos otros milagros (5:12-16). ¿Qué se requiere para que tales hombres dejen de dudar? En su ciega rebelión persistían en luchar contra Dios, aunque su corazón estuviera lleno de dudas. Obviamente tenían el corazón endurecido y la conciencia cauterizada (1 Tim. 4:2; Efes. 4:18; Rom. 2:5; Heb. 3:7, 8).

-- en que vendría a parar aquello (en qué terminaría aquello, LBLA). Les convenía preguntar, ¿qué hará Dios con nosotros? pero se preocupaban por su autoridad sobre la gente, y por la popularidad de los apóstoles. ¿En qué terminó aquello? En cuanto al progreso del evangelio, el resto de Hechos lo describe. En cuanto al "fin" de ellos, Mat. 24 bien lo describe. ¿Qué hará Dios con personas que siguen luchando contra El a pesar de tantas manifestaciones de su poder? (Jn. 11:47; 12:10-12, 37).

5:25 -- Pero viniendo uno les dio esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo. -- El Señor dio a los judíos señal tras señal para vencer su incredulidad, pero después de todas, sus corazones quedaron endurecidos (compárese Heb. 3:7-11).

5:26 -- Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, -- ¿Cómo trata la policía al que escapa de la cárcel? ¿No le castigará? Le preguntará, "¿cómo escapó?" Investigarán el asunto para saber a quién deberían culpar. Pero el capitán no preguntó a los apóstoles, "¿cómo escaparon ustedes?" ¿Por qué no? Todo esto claramente demuestra que estos oficiales no querían saber la verdad, ni tampoco practicar la justicia, sino que fueron movidos por la pura conveniencia. ¿Por qué no usaron de violencia? Estos con todo gusto hubieran empleado la violencia, pero el pueblo estaba muy voluble y podía causar un tumulto en cualquier momento, porque obviamente Dios había puesto en libertad a los apóstoles y los gobernantes se atreven a prenderles otra vez. Es una maravilla que no hubiera alboroto.

-- porque temían ser apedreados por el pueblo. -- Seguramente los oficiales observaban mucha agitación en el rostro del pueblo. ¿Apedreados por quiénes? ¿por los discípulos? No, sino por su propio pueblo, los judíos inconversos. ¡Qué hombres más perversos! Después de otro milagro, persisten en su rebelión contra Dios: vuelven a prender a los apóstoles. ¡No temen a Dios, sino al pueblo! Compárese 12:19, Herodes mató a todos los soldados en lugar de reconocer que Dios había intervenido para libertar a Pedro. Temían, porque eran cobardes.

5:27, 28 -- Cuando los trajeron los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. -- ¡Cómo aborrecían a Jesús! No querían ni siquiera pronunciar su nombre! Dicen, "ese nombre" y "ese hombre". No querían ensuciar su boca con el nombre "Jesús".

¡Qué buen testimonio en cuanto al éxito de la predicación de los apóstoles! Hicieron dos acusaciones: (1) Desobedecieron al concilio; y (2) culparon al concilio de haber derramado sangre inocente. Pedro glorifica el nombre de Jesús, pero los oficiales ni siquiera quieren pronunciar el nombre de Jesús; dicen "este hombre". Aquí está la actitud común del pecador: no quiere que nadie le acuse de su pecado o crimen. Con muchas ganas los judíos habían derramado sangre inocente, pero ahora están muy resentidos cuando son acusados de ello.

La primera acusación se contesta en el ver. 29. En cuanto a la segunda, ¿no recuerdan estos hombres lo que habían dicho poco antes acerca de la sangre de Jesús? "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos" (Mat. 27:25 ). ¿Por qué el cambio de parecer? Porque cuando pronunciaron esas palabras no se imaginaban que Jesús resucitaría de entre los muertos, sino que creían que ya estaban acabando con El para siempre. Pero la resurrección de Jesús causó un gran problema para ellos, y ahora cantan otro refrán. ¡Los acusadores ahora son los acusados!

Una prueba principal que confirma que ellos habían derramado sangre inocente fue la resurrección de Jesucristo, porque si Jesús hubiera sido un criminal, ¡Dios no lo habría resucitado de los muertos!

Es interesante observar que lo que dicen aquí indica que en cuanto a la muerte de Jesús, alguien tenía culpa, porque la expresión "echar la sangre sobre" indica una muerte injusta. Judas reconoció esto: "Yo he pecado entregando sangre inocente" (Mat. 27:4). Si Cristo hubiera sido un criminal, según la acusación de los gobernantes, entonces, nadie tendría culpa con respecto a su muerte. No se habla de echar sobre alguien la sangre de criminales, porque es justo su castigo, pero si la sangre de Cristo se echa sobre alguien, entonces esto indica que El era inocente y que su muerte fue injusta.

La conducta de los oficiales bien ilustra lo que Pablo dice en 2 Tim. 3:13 ("los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor"). No podían escapar de la sentencia de que eran culpables de la sangre de Cristo, pero en lugar de arrepentirse y obtener el perdón de Dios, iban de mal en peor tratando de destruir a los apóstoles de Cristo (querían derramar más sangre inocente).

Es pecado aborrecer a los judíos, como lo hacen muchos. Siempre han sido una raza perseguida y a veces en forma muy exagerada y escandalosa. Los cristianos deben desear una sola cosa: su salvación (Rom. 10:1, 2); como dice Pedro en esta misma ocasión: "para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados" (ver. 31). Sin embargo, el Nuevo Testamento afirma con toda claridad el papel de los judíos en cuanto a la muerte de Jesús, y todo esfuerzo hecho hoy en día para negar su culpa es absurdo.

5:29 -- Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. -- No les quedó a los del concilio medio alguno para callar a los apóstoles. Simplemente no podían intimidar a estos testigos de la resurrección de Jesús. Aunque los hubieran matado, aun esto no los habría callado, porque como Abel, muertos todavía hubieran seguido hablando (Heb. 11:4). Había llegado otra etapa y el concilio no lo podía evitar.

Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. El concilio creía esto, pero no aceptaban que la obra de los apóstoles era obediencia a Dios.

Si hubiera sido la voluntad de Dios, Pedro podría haber dividido el concilio como lo hizo Pablo (23:6-9), porque podría haber explicado que un ángel le había libertado y, en tal caso, los fariseos del concilio le habrían apoyado como apoyaron a Pablo en semejante caso.

Otra vez se observa en la conducta de Pedro un contraste fuerte entre su valentía ahora y su pasada cobardía al haber negado a Cristo.

5:30 -- El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, -- La palabra levantó aquí corresponde a 3:22 "os levantará profeta".

-- a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. -- La palabra madero corresponde a su uso en Deut. 21:23. Pablo cita este texto para enfatizar que "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)" (Gál. 3:13). También empleó este término en su sermón en Antioquía de Pisidia ("Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro" (13:29), y Pedro lo usó en su primera carta ("quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero", 1 Ped. 2:24).

5:31 -- A éste, Dios ha exaltado con (a, LBLA) su diestra por Príncipe (véase 3:15, notas) y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. -- El arrepentimiento es un mandamiento (Luc. 13:3, 5; Hech. 2:38; 17:30, 31), pero también es un privilegio, es un don de Dios (11:18). Todo el proceso de nuestra obediencia a Dios es pura misericordia, es un honor, un privilegio y una bendición muy grande. ¿Cómo puede alguno resistir estos mandamientos? ¿Cómo pueden las iglesias evangélicas rechazar el bautismo?

Pedro no solamente presentó defensa, sino que predicó el evangelio para convertir a sus jueces. Así fue la práctica de Pablo cada vez que hizo su defensa (capítulos 22, 24, 26).

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