RICITOS DE PLAYA

RICITOS DE PLAYA

Basada en la historia original de “Ricitos de Oro” de Robert Southey

Hace mucho tiempo existió una niña muy hermosa de cabellos muy largos y rubios, a la que le llamaban “Ricitos de Oro”. La niña vivía en una hermosa playa donde siempre había calor y un día salió a recoger algunos cocos para jugar, pero caminó tanto que se perdió entre las palmeras. Con la cara triste se me acercó y me preguntó:

-Hola cangrejito, ¿Sabes dónde queda mi casa?- Diciéndome como si yo le fuera a responder.

Ella siguió caminando hasta que llegó a una casa en un árbol muy hermosa, subió y vio que la puerta estaba abierta así que entró, al momento que entraba se topó con una mesa en la que habían tres cocteles, uno grande lleno de camarones y tentáculos de pulpo, otro mediano de caracoles y camarones y por último uno pequeño lleno de camaroncitos. La niña probó el primero y dijo:

-¡Puaj! ¡Creo que tengo un tentáculo de pulpo deslizándose por mi garganta!-

Después vio el segundo:

-Yo no comeré eso ¡Está lleno de caracoles!- exclamó la niñita.

Luego probó el último y dijo:

-¡Tal como lo hace mi mamá!- Y se lo comió todo sin dejar ni una gota.

La niña caminaba como si la panza le fuera a explotar y con una sonrisa en la cara, pareciera como si esa había sido la mejor comida de su vida.

Después, Ricitos de Oro entró en una habitación donde había tres coloridas hamacas. Se acercó a la primera y dijo:

-¡Esta hamaca es muy alta como para subirme!-

Luego se acostó en la mediana:

-¡Esta hamaca está muy ancha!-

Después se acostó en la más pequeña y exclamó:

-¡Es perfecta!-

La niña se veía tan cómoda que hasta se quedó dormida.

Luego del paso de unas horas llegaron los dueños de la casa, tres tikis: papá tiki fuerte y grande; mamá tiki, mediana y hermosa; y bebé tiki, pequeño y saltarín. Ellos habían llegado después de un largo día de caza; se veían hambrientos y cansados, los tres se dirigieron a la mesa y papá tiki exclamó:

-¡Alguien ha probado mi coctel de tentáculos!-

Luego bebé tiki con tono triste y desesperado gritó:

-¡Alguien se ha comido todo mi coctel de camarones!-

Después la familia se dirigió al cuarto

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