Redistribución Y Reconocimiento

Redistribución y reconocimiento

Justicia social es un término que surgió a mediados del siglo XIX para referirse a la necesidad de lograr un reparto equitativo de los bienes y recursos materiales. Pero la redistribución económica se ve insuficiente ante los retos de las sociedades actuales, inmersas en el capitalismo neoliberal y la globalización, y cada vez más complejas, plurales y multiculturales. Es por esto que el concepto ha experimentado un proceso de evolución en el que incluye otros tipos de soluciones. Actualmente las exigencias de justicia social no sólo se refieren a la redistribución económica, sino también a una política del reconocimiento en la cual no existan grupos culturalmente predominantes: una sociedad que no discrimine las diferencias y en la que todos tengan igual respeto. Esto no quiere decir que la redistribución deba ser olvidada, sino que la justicia social tiene además otra dimensión igual de importante. Se trata de una perspectiva dual o bivalente de la justicia social.

En el contexto colombiano, como en todos, existen varios grupos sociales que se encuentran abajo en las relaciones verticales de poder y por esto tienen que asimilar y adaptarse a las normas de la mayoría hegemónica. Uno de ellos es el de los desplazados por la violencia. En este ensayo me propongo explicar la condición bivalente de éste grupo y proponer acciones específicas y concretas con las que se podría lograr la redistribución y el reconocimiento del mismo.

Para esto, lo primero que se debe hacer es entender el concepto de bivalencia. Nancy Fraser, profesora y feminista estadounidense, ofrece una explicación de ésta cuando dice: “Las colectividades bivalentes pueden padecer tanto la mala distribución económica como la ausencia de reconocimiento cultural, de modo tal que ninguna de estas injusticias es una consecuencia indirecta de la otra, sino que ambas son primarias y cooriginales.” (Fraser 14). Es decir, la comunidad bivalente es aquella en la que se presentan injusticias tanto económicas como culturales, y para superarlas son necesarias soluciones tanto de redistribución como de reconocimiento. Ninguna puede llevarse a cabo con éxito sin la otra.

En este sentido, los desplazados por la violencia son una colectividad bivalente porque sufren de injusticias tanto económicas como culturales. En primer lugar no cuentan con recursos económicos porque lo poco que tenían lo tuvieron que dejar atrás en el campo, y además al llegar a las grandes ciudades sufren de exclusión y rechazo por parte de los ciudadanos. El desplazado inspira en la población urbana miedo, repulsión, desconfianza, entre otros.

Para que esta colectividad solucione sus inequidades y logre una justicia social es necesario llevar a cabo una actividad práctica transformadora que abarque tanto la redistribución económica como

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