Revisión y ubicación del estado actual de la actividad física relacionada con la salud en los países occidentales
letaty14 de Octubre de 2012
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Introducción
La literatura científica centrada sobre el rol de la actividad física en la salud en los últimos años, ha sido muy abundante. En la actualidad existen numerosos manuales que abordan en profundidad esta temática (Bouchard, Blair, Haskell, 2007; Pronk, 2009; Ransdell, Dinger, Huberty, 2009; Welk, 2002), abundantes y completos artículos de revisión (Chodzko-Zajko y Schwingel, 2009; Malina, 2001; Meriwether, Lee, Lafleur, y Wiseman, 2008; Telama, Laakso, y Yang, 1994; Lefevre, Bouckaert, Duquet, y Van der Aerschot, 1999; Van Mechelen, Twisk, Bertheke, Snel y Kemper, 2000; Zieff y Veri, 2009), y además cada año surge gran cantidad de nuevos artículos de investigación sobre las nuevas tendencias existentes (Armstrong, y Welsman, 2006; European Comisión, 2004; Fairlough, Stratton, y Baldwin, 2002; Gordon-Larsen, McMurray, Popkin, 2000). Sin embargo, existe una gran brecha entre el conocimiento científico que se tiene sobre lo que indican los estudios que se debe hacer, y lo que realmente hacen los ciudadanos de la sociedad occidental.
El presente trabajo pretende realizar una revisión y ubicación del estado actual de la actividad física relacionada con la salud en los países occidentales. Esta revisión busca ubicar adecuadamente a la actividad física en la realidad de las instituciones que nos rodean y en las características de vida de los ciudadanos que integran estos países. Para conseguir estos objetivos, se van a abordar los siguientes aspectos. En primer lugar, se realizará una revisión genérica sobre la función y la importancia que la actividad física tiene en la sociedad actual. Tras esta ubicación del concepto y del rol, se procederá a revisar los criterios, estándares o recomendaciones que se realizan desde las instituciones en los países occidentales. A continuación se abordarán diversos estudios que describen el estado actual de la actividad física en los países occidentales. Por último se describirán los resultados extraídos, se presentarán las conclusiones, y se hará una valoración crítica.
2. Beneficios de la actividad física en la sociedad actual
La importancia y necesidad de realizar actividad física se ha incrementado en los últimos años en los países occidentales, sobre todo debido a la industrialización e incremento de la utilización de la tecnología, y al incremento del poder adquisitivo de los ciudadanos. Estos cambios en la forma de vida han provocado un importante incremento del sedentarismo en las vidas familiares y laborales. Larga es la lista de factores que han provocado esta ausencia de ejercicio físico (ej. transportes, tipo de ocio pasivo, incremento del tiempo libre, etc.). Se hace necesario, pese a las tendencias hacia el sedentarismo y la vida cómoda, que no se obvie el necesario papel que la actividad física tiene en nuestro desarrollo y mantenimiento físico-biológico (European Commission, 2004).
De forma específica en la infancia y en la adolescencia, la práctica de actividad física de calidad estimula el desarrollo físico, cognitivo y social de los jóvenes y crea hábitos de práctica física saludables (Duda y Ntounamis, 2003; y Van Beurden, Barnett, Zask, Dietrich, Brooks y Beard, 2003). La actividad física constituye un elemento fundamental en el crecimiento de los jóvenes. Así, en las primeras etapas del desarrollo, la actividad física juega un papel importante en el desarrollo físico (Corbin y Pangrazi, 2003; Malina y Bouchard, 1991), social (Committe on Sports Medicine and Fitness Comittee on School Health, 2001) y cognitivo (Weinberg y Gould, 1996; Ntoumanis, 2001) de los jóvenes. Todo tipo de actividad física ya sea el juego informal, la educación física, los deportes, etc., contribuyen al enriquecimiento motor de los jóvenes practicantes.
Tal y como indica Malina y Bouchard (1991) la práctica de actividad física incrementa los niveles de fuerza muscular, de flexibilidad, equilibrio y de coordinación en los jóvenes. Este aspecto beneficia la disminución del riesgo de lesiones en la edad adulta. Además, un estilo de vida físicamente activo, implica otros beneficios directos e indirectos en los jóvenes:
previene el sobrepeso y la obesidad (Stouffer y Dorman, 1999; Livingstone, 2001),
contribuye al desarrollo y la consolidación del aparato locomotor (huesos, articulaciones, tejido muscular, etc.).(Malina y Bouchard, 1991; Dinger, 1999),
incrementa la eficiencia del aparato cardiovascular (Gordon-Larsen, McMurray y Popkin, 2000; Pate, Pfeiffer, Trost, Ziegler, y Dowda, 2004).
incrementa los niveles de autoestima y salud psicológica (Weinberg y Gould, 1996; Ntoumanis, 2001; Roberts, 2001),
crea hábitos de práctica que tal vez continúen en la edad adulta (Trudeau y Shepard, 2005; Telama, Laakso, Yang, y Viikari, 1997; Malina, 1996; Beunen, Lefevre, Philippaerts, Delvaux, Thomis, et. al, 2004).
Por otro lado, en la vida adulta y la vejez, la participación en programas regulares de ejercicio es eficaz para evitar algunas enfermedades que se asocian con el envejecimiento. La realización de ejercicio físico aeróbico ayuda a mantener y mejorar varios aspectos del funcionamiento cardiovascular (ej. eficiencia cardiaca, diferencia arterio-venosa de O2, la capacidad de oxidación mitocondrial, etc.). Además, el ejercicio físico reduce los factores de riesgo de enfermedades del corazón, diabetes, etc., mejora la salud y contribuye a incrementar las expectativas de vida (Keogh, Kilding, Pidgeon, Ashley, y Gillis, 2009; Cárdenas, Henderson, y Wilson, 2009). La realización de ejercicio físico de fortalecimiento ayuda a compensar la pérdida de masa muscular y de fuerza que por lo general se asocia con el envejecimiento normal. Entre los beneficios adicionales que se derivan del ejercicio regular se incluye una mejoría en las condiciones óseas y como consecuencia, un riesgo menor de padecer de osteoporosis (ACSM, 2004).
En esta línea, la realización de un trabajo de movilidad, de estiramientos y de equilibrio produce una mejoría en la estabilidad postural y rango de movimiento, lo que conlleva por tanto, a una disminución en la posibilidad de caerse, herirse y fracturarse (Close y Glucksman, 2000; Nowak y Hubbard, 2009; Steadman, Donaldson, Kalra, 2003. Además, la práctica de ejercicios físico de forma regular proporciona ciertos beneficios psicológicos que se relacionan con la preservación de la función cognitiva, el alivio de los síntomas depresivos y de la conducta, y una mejoría en el autocontrol y la auto eficacia (Burton, Turrell, Oldenburg, Sallis, 2005). En general, los beneficios que se asocian con la actividad física regular y el ejercicio, propician un estilo de vida más saludable e independientemente. Esto produce una mejora significativa de la capacidad funcional, y de la calidad de vida de la población en todas las edades.
3. Posicionamiento respecto a la actividad física de las instituciones
Distintas organizaciones profesionales en el campo de la actividad física y la salud en el contexto internacional han abogado por los beneficios físicos, psicológicos y sociales que produce una práctica regular de actividad física. Además, muchas de estas instituciones del ámbito de la salud comenzaron a diseñar estrategias para fomentar la práctica de actividad física, como un factor eficaz de prevención de enfermedades crónicas. Así, gran cantidad de organismos internacionales e instituciones se han ocupado de promocionar la educación física y la práctica de actividad física como factor que mejora la salud general y aumenta la calidad de vida de las personas. A continuación (Tabla 1), se incluye una revisión no-exhaustiva de instituciones o declaraciones que abordan o recomienda cuál debe ser el papel de la actividad física en relación a la salud.
Tabla 1. Recomendaciones y/o posiciones institucionales en relación a la actividad física
Institución (año) / País Declaración / Recomendación / Criterios indicados
American National Association for Sport and Physical Education - NASPE - (1992, 1998, 2002, 2004) / Estados Unidos. [National Standards for Physical Education]. Define seis criterios básicos para determinar si una persona tiene o no una adecuada educación motora: persona físicamente activa, con una adecuada competencia motora que le permite practicar gran variedad de actividades físicas, conocedora de los beneficios de la práctica de actividad física, que practica de forma regular, y que mantiene sus niveles de práctica física con el paso del tiempo.
American Heart Association - AHA -(1992) / Estados Unidos. [Statement on Lifestyle Physical Activity]. Este pronunciamiento focalizó su atención en los aspectos beneficiosos de la práctica de actividad física en la prevención de las enfermedades cardiovasculares.
U.S. Department of Health and Human Services - USDHS -(1996) / Estados Unidos. [Physical Activity and Health: A Report of the Surgeon General]. Este informe describió la importancia de la práctica de actividades físicas sobre la prevención de enfermedades de carácter crónico y de la educación física en la creación de hábitos de práctica de actividad física saludables que perduren en la vida adulta. El informe también indica una disminución del número y de la calidad de los programas de educación física en los Estados Unidos en la última década del siglo.
Centers for Disease Control and Prevention (1997) / Estados Unidos. [Guidelines for Physical Activity Promotion for Children and Youth]. Esta guía indica métodos de promoción de práctica de actividades físicas y deportivas entre los jóvenes. Se centra fundamentalmente en el ámbito escolar.
Health Education Authority
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