Actividad Física Y Salud
macalilloz30 de Junio de 2011
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El estilo de vida que nos caracteriza actualmente como sociedad moderna se define por la inactividad física y el sedentarismo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 60 y el 85% de la población se caracteriza por un estilo de vida sedentario, definiéndose este: “cuando la actividad física realizada no alcanza la cantidad y frecuencia mínima estimada para mantenerse saludable, esto es 30 minutos de actividad física moderada al menos 3 veces por semana”.
La actividad física y el deporte son beneficiosos para el estado de salud de todos los individuos; independiente del sexo y edad; en diferentes ámbitos, tanto orgánicos – fisiológicos como psicológicos. La realización de actividad física genera efectos protectores a nivel cardiovascular, respiratorio y músculo esquelético.
En Chile, según datos entregados por la Encuesta Nacional de Salud, 2010 indican que el 88,6% de la población es sedentaria; es decir; refiere llevar un estilo de vida inactivo. En dicha encuesta se establece al mismo tiempo que dicha inactividad es superior en mujeres (92,9%) que en hombres (84%).
Esta alta prevalencia de inactividad física convierte al sedentarismo en un problema prioritario de salud pública, lo que hace necesaria una intervención más efectiva por parte del profesional médico y deportivo a través del asesoramiento en hábitos saludables y práctica regular de actividad física.
1. MARCO TEÓRICO
1.1 ANALISIS PRELIMINAR DEL TEMA.
La práctica regular de actividad física; entendida esta como: “cualquier actividad que lleve al cuerpo a trabajar más de lo normal con actividades que están más allá de la rutina diaria”; se ha asociado consistentemente con diversos beneficios, tanto físicos como psicológicos, y desempeña un importante papel en la prevención de algunas enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT).
Se ha demostrado que una mayor actividad física durante las primeras etapas del ciclo vital tiene efectos saludables a largo plazo, como mayor densidad ósea y resistencia cardiovascular y menor tensión arterial, sobrepeso y obesidad. Además, la actividad física tiene efectos preventivos inmediatos contra diversas enfermedades graves, como las cardiovasculares, algunos cánceres (por ejemplo, de colon y de mama) y la diabetes mellitus tipo 2, entre otras. La práctica de actividad física también se ha asociado con la disminución de síntomas de depresión, cansancio, estrés percibido y ansiedad, entre otros trastornos psicológicos, así como con una mayor autoestima y mejor estado de ánimo.
La prevención del sobrepeso y obesidad constituye un objetivo prioritario de la Estrategia Mundial sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud, promovida por la Organización Mundial de la Salud y adoptada por la Asamblea Mundial de la Salud en 2004. Esta iniciativa propone acciones de apoyo para la promoción de dietas saludables y la actividad física regular y pide acciones a escala mundial, regional y local dirigidas a lograr una reducción significativa de los factores de riesgo, en particular las dietas poco saludables y la inactividad física.
En las últimas décadas se han observado incrementos en la prevalencia del sobrepeso y la obesidad infantil y juvenil, más marcados en los varones y en pre púberes. El incremento de la obesidad que se ha observado en muchos países es resultado de la combinación de la disminución del nivel de actividad física en la mayor parte de la población y la sobrealimentación.
Estudios longitudinales y transversales indican que los jóvenes y las jóvenes con mayor actividad física tienen menores niveles de grasa corporal que los menos activos. La actividad física es fundamental en el tratamiento y la prevención de la obesidad y el sobrepeso, ya que cuanto más vigorosa es, mayor es la reducción de la grasa corporal.
La obesidad es una enfermedad que se caracteriza por el exceso de grasa corporal. En función de la grasa corporal, podríamos definir como sujetos obesos a aquellos que presentan porcentajes de grasa corporal por encima de los valores considerados normales, que son del 12 al 20% en varones y del 20 al 30% en mujeres adultas.
La elevada prevalencia de sobrepeso y obesidad en la población mundial, han llevado a analizar sus consecuencias psicológicas, algo necesario para poder formular estrategias adecuadas e intervenciones más eficaces en materia de salud pública. Estudios al respecto; han encontrado una relación significativa entre la adiposidad corporal y la baja competencia deportiva percibida y una autopercepción negativa por parte de adolescentes e individuos adultos.
En Chile; en adolescentes y universitarios se ha demostrado la relación existente entre la percepción de competencia física y diversos indicadores del bienestar psicológico, como la vitalidad subjetiva (definida como la experiencia consciente de uno mismo de poseer energía y viveza), la satisfacción con la vida (definida como una evaluación general que la persona hace sobre su vida) y la autoestima (definida como la evaluación que el individuo hace y suele mantener acerca de sí mismo), lo que lleva a una actitud favorable o desfavorable hacia el yo.
De todo lo anterior se desprende que existe una relación entre la práctica regular de actividad física, el nivel de adiposidad corporal, la competencia física percibida y el bienestar psicológico. Sin embargo, no se conocen con certeza los mecanismos que producen esos beneficios, sobre todo a nivel psicológico, y no se ha dilucidado cómo se relacionan esas variables entre sí.
1.2 EVIDENCIAS GENERALES DE LOS EFECTOS DEL EJERCICIO FÍSICO.
La práctica de ejercicio físico regular tiene un papel fundamental en la calidad de vida relacionada con la salud y esperanza de vida de la población. A grandes rasgos, de manera directa, el ejercicio físico mantiene y mejora la función músculo esquelética, osteo-articular, cardio-circulatoria, respiratoria, endocrino-metabólica, inmunológica y psico- neurológica. De manera indirecta, la práctica de ejercicio físico tiene efectos beneficiosos en la mayoría, si no en todas, las funciones orgánicas del individuo, contribuyendo a mejorar su funcionalidad, lo cual es sinónimo de mejor salud, mejor respuesta adaptativa y mayor resistencia ante la enfermedad. De hecho, realizar ejercicio físico de manera regular reduce el riesgo de desarrollar o incluso morir de lo que hoy día son las principales y más graves causas de morbi-mortalidad en los países occidentales.
Sin embargo, a pesar de que el ejercicio físico es al día de hoy el principal factor protector de enfermedades asociadas con la edad, los niveles de actividad física son cada vez menor a nivel poblacional. Tan solo si el ejercicio es practicado de forma regular y con la intensidad adecuada, contribuirá a mejorar la capacidad funcional global del organismo.
Por ejemplo; un programa de entrenamiento bien planificado para personas adultas; permite al individuo desarrollar su máximo potencial físico, así como incrementar su salud física y mental, lo que atenúa y retarda las consecuencias negativas de la edad. De hecho, al ejercicio físico adaptado para la población mayor se le puede denominar como la “píldora antienvejecimiento” por excelencia y es considerada la medida no farmacológica más eficaz para la mayor parte de enfermedades asociadas con la edad.
1.3 PRINCIPALES EFECTOS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA EN EL ESTADO DE SALUD.
A modo de síntesis; a continuación se presentan los principales beneficios que ocasiona la práctica regular de ejercicio físico en el estado de salud de los individuos (tabla 1).
Reduce la incidencia de todas las enfermedades cardiovasculares en general, mediante la disminución y prevención de los factores de riesgo asociados.
Ayuda a mantener un balance nutricional y metabólico más adecuado, reduciendo el riesgo de síndrome metabólico.
Retrasa la resistencia a la insulina; por lo que la incidencia de obesidad y diabetes tipo II se reduce.
Reduce la pérdida mineral ósea, al potenciar la actividad hormonal osteoblástica y el proceso de remodelación ósea. Previene el riesgo de sufrir fracturas.
Favorece el fortalecimiento muscular, lo que afecta directamente a la funcionalidad física del individuo.
Se reduce en el adulto mayor; el riego de caídas, especialmente mediante el fortalecimiento muscular y la mejora del equilibrio, coordinación y agilidad.
Refuerza el sistema inmune. Reduce la incidencia de algunos tipos de cáncer, especialmente los de mama, colon y páncreas.
Es una herramienta eficaz para controlar la fatiga subyacente en el proceso de recuperación del cáncer.
Reduce el dolor musculo esquelético asociado al envejecimiento. Protege frente la osteoartritis.
Principalmente como consecuencia paralela de las mejoras vasculares ocasionadas por el ejercicio aeróbico, mejora la función eréctil del mayor y favorece una mejor respuesta sexual
Incrementa y conserva la función cognitiva.
Protege frente al riesgo de desarrollar demencia o Alzheimer
Produce un incremento de la funcionalidad física y como consecuencia, favorece una mejora de la autoeficacia y autoestima.
Disminuye la prevalencia de depresión, ansiedad y otras enfermedades mentales.
1.4 PLAN DE ACTIVIDAD FÍSICA RECOMENDADO POR SEEDO , 2007.
La
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