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Reír. La risa y el placer de lo cómico


Enviado por   •  26 de Agosto de 2015  •  Reseñas  •  1.158 Palabras (5 Páginas)  •  92 Visitas

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Reír.

Probablemente, este sea el acto más puro y hermoso que podemos disfrutar, en una sociedad donde se nos olvida el compartir como seres humamos, lo que nos hace más humanos; la risa. Una de las lecciones más importantes que nos enseña la risa es que no deberíamos tener miedo a vivir plenamente, a compartir y darnos desde el corazón.

La risa y el placer de lo cómico.

El término risa deriva del latín “risus” regocijo o gozo que se siente interiormente. Pero también es cierto que esta definición no se ajusta a toda respuesta dada por el que ríe.

Henri Rubinstein define la risa como un reflejo: “La risa es un reflejo, y la prueba de su naturaleza refleja se encuentra en el cosquilleo físico que la desencadena, y sin embargo, aparte de este caso, es un reflejo cuyo excitante no es físico sino psíquico e intelectual”

Por su naturaleza refleja, la risa surge como respuesta involuntaria en un estímulo. Aquí nos encontramos con varias de las formas más populares acerca de la risa: lo cómico, el humor, las cosquillas...

Antes de enfocar esta primera parte a lo que es risible, sería bueno mencionar que para “reír de algo”, los estados de humor juegan un papel fundamental. Cuando estamos de humor, de buen humor o de actitud lúdica, cualquier cosa tiende a provocar y despertar nuestra risa. Ahora bien cuando no estamos de humor; no estamos para juegos, ni físicos ni mentales, y hasta lo más divertido nos puede parecer grotesco y desagradable.

Los estados de humor de juego se relacionan especialmente con nuestra infancia. Como niños, al jugar, mostramos nuestro lado más divertido, creativo y alegre. Nos expresamos física, mental y emocionalmente en armonía con la vida. Robert Holden nos recuerda que “Esta parte de nosotros es la que cree que tenemos derecho a ser felices, a estar alegres y sobre todo, a celebrar la vida y la existencia”.

“Lo cómico nace de una espera tensa que no desemboca bruscamente en nada” Kant

Un bebé nos permite comprender una de las más populares respuestas a la risa cómica. Si le ofrecemos a un bebé un objeto que el desee, tenderá a querer atraparlo, si se lo escondemos, reirá de la broma. Descubrirá que algo que iba a atrapar no está ahí. Esto podría recordarnos alguna experiencia con el popular juego del “cucú”, que espontáneamente surge entre un adulto y un niño.

Si observamos lo cotidiano, nos puede hacer reír la nota falsa de un cantante, la torpeza de un despiste, la caída de un personaje pomposo... Son también estas situaciones habitualmente recurrentes en la parodia, en el espectáculo de payasos, etc.

La risa de lo cómico, lo que es risible, surgiría así del contraste y del desacuerdo entre lo que esperamos y lo que se produce realmente. Detrás de esta risa bien podría estar una actitud lúdica o estado de buen humor.

Debemos ser conscientes de que como adultos todavía conservamos, en diversos grados, este aprendizaje de la niñez, de entrar en estado de espíritu lúdico, y por tanto gozar de cosas desagradables con la emoción de lo cómico. Sin embargo, en gran medida, también como adultos, nos “adulteramos”. Es aquí cuando escuchamos decir frases tipo... “ yo antes me reía muchísimo...”, “yo antes era más alegre, más divertido/a...” Nos encontramos aquí, con una barrera que se puede observar en la vida

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