Rojo Carmín

Al caminar entre calles mirando extrañamente los aparadores del barrio rojo de Ámsterdam a finales del 2008 y a mis diecinueve años de edad, muchas dudas pasaron por mí cabeza.

No entendía qué hacían esas mujeres ahí, por qué estaban ahí. Tantas. Tan iguales, tan diferentes. Claro sabía de la prostitución, pero no tenía ni idea de lo que esta palabra conlleva, y creo que hasta la fecha, a mis veinticuatro años y con la carrera de psicología ya avanzada, sigo teniendo muchas dudas.

En ese momento ni siquiera sabía qué carrera iba a estudiar pero tenía tantas ganas de sentarme a platicar con alguna de ellas o con varias. Preguntarle ¿qué era lo que la había llevado a estar ahí? sus noches eran públicas y tras un vitral, pero ¿Sus días? ¿Cómo eran sus días? ¿Qué pasaba cuando sus clientes se iban? ¿Era feliz? Esas y muchas más respuestas era lo que buscaba, aunque pensaba que probablemente algunas de mis preguntas me las responderían con silencios, como silenciosas eran muchas de las expresiones de sus caras, muchas veces detrás de un coqueteo, de una insinuación o de una simple mirada.

Después de leer sobre la sexualidad y la prostitución a través de los tiempos llegan muchas ideas a mi cabeza que me permiten reflexionar sobre este tema y poder comparar con lo que vivimos en la actualidad, dejándome en claro que es un campo enorme de investigación, de trabajo, donde aparte estos dos últimos, son muy necesarios.

Franco Guzmán en su libro “La prostitución” del año 1973. Divide la prostitución en tres periodos históricos. El primero es la prostitución hospitalaria. 539 A.C. Donde los servicios sexuales a marineros y viajeros era un acto bien visto y hospitalario. El segundo periodo es la prostitución sagrada en 395 A.C. donde las mujeres se entregaban a sacerdotes y hombres en templos para consagrar su virginidad. Y el tercero habla de la prostitución civil donde se establece el patriarcado, nace la propiedad privada y la conciencia social reprueba las relaciones sexuales fuera del matrimonio, donde la mujer adquiere un valor económico y el hombre un derecho de propiedad sobre ella; a cambio de comida y casa la mujer otorga favores e hijos. Después de que se pierde el carácter religioso, empiezan con el enfoque opuesto, las prohibiciones.

Ahora bien, las cosas siguen cambiando y existen muchos otros puntos de vista acerca de la prostitución, y de los lugares en donde se lleva a cabo. Como el “Sex box” Garajes destinados a la prostitución en una zona delimitada que recientemente inauguraron en Suiza, después de los que ya existen en Holanda y Alemania. Así como la entrevista por Alejandro Moreno a Brenda Stewart diva de la prostitución por elección, donde nos platica abiertamente acerca de su trabajo y cuándo le preguntan qué quiere hacer después, contesta: “Hoy sé que deseo estar acá. Pero tal vez mañana me levanto y me voy a Suiza”. (Adjunto el link de la entrevista).

Hoy pienso en lo controversial del tema, pues sé que la prostitución es un área que puede fácilmente vulnerar la integridad de la persona. Como lo ha venido haciendo desde el comienzo de la historia. Y ¿de dónde viene esta vulnerabilidad? Esto desde mi punto de vista, va mucho más allá de la moral. Esto tiene que ver con la cultura de cada época, de cada país, con los roles de género que marca la sociedad, con los tabúes, con el descuido, con el machismo.

Para eso tendríamos que analizar el concepto que tiene la sociedad sobre sexualidad y de los roles de género de la actualidad. Y la infinidad de motivos y razones distintos que hacen que una persona decida dedicarse a la prostitución así como los de los clientes que acuden en busca de estos servicios. Ya que desde las teorías de la personalidad así como la psicología del hombre o mujer mexicana y de la mujer prostituta, hay mucha información que podríamos aprovechar para hacer un gran análisis.

En la Tesis “Algunas actitudes ante la sexualidad en mujeres aprehendidas por prostitución”. (Barajas, Díaz y Ramírez, 1983) Citan a Santiago Ramírez, 1978 con

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