Sobre Alicia

“Alicia comenzaba a cansarse de estar sentada son su hermana a la orilla del rio…” Con esta frase el escritor Lewis Carroll da comienzo a una de sus obras más significativas: Alicia en el país de las maravillas.

En su escrito, Carroll nos relata las aventuras –y desventuras- de la pequeña Alicia, quien, tras perseguir a un conejo blanco parlante y ataviado con vestidos adecuados a la época victoriana descubre que la madriguera de dicho animal es la entrada a un mundo desconocido.

Dentro de este mundo ella vive una serie singulares acontecimientos que se pueden comparar con lo que algunas veces vemos en nuestros más lúcidos sueños. Alicia es una niña inglesa de buena educación que no deja de discurrir acerca del mundo surrealista en el que se encuentra y que pareciera no asombrarse con lo que ve. De hecho toma como algo cotidiana la caída –que le parece eterna- desde la entrada de la madriguera hasta la primera habitación del país de las maravillas. Habla con numerosos animales quienes le cuentas sus historias, es invitada a extraños eventos sociales como el juego de criquet donde los mazos son flamingos y erizos son usados como pelotas de juego. La pequeña niña se adentra en este mundo surrealista y onírico del que despierta justo antes de que la reina de corazones le cortara la cabeza.

Entrando a la madriguera.

Esta historia muestra una manera poco habitual de comunicación entre sus pintorescos personajes que va atrapando poco a poco al lector.

Alicia en el país de las maravillas es una obra que expresa la realidad de la humanidad, utilizando cualidades dispersas en la lógica y compaginándolas en diversas entidades, como la del pequeño conejo blanco, que se vislumbra en forma y extensión como dicho animal, pero que contiene atributos arquetípicos del concepto del ciudadano. La manera en que este se preocupa por la hora de su llegada con la frase “¡Ay no! ¡Ay no! ¡Que tarde es!” refleja la manera en la que el hombre se ha vuelto víctima de sus horarios, entrando en una carrera contra el tiempo para cumplir socialmente con los protocolos de puntualidad.

El viaje que algunos explican cómo onírico u otros lo catalogan como el efecto expreso en la injerencia de sustancias psicotrópicas , es verdaderamente una dificultad; mas esclarecer esta contienda es innecesario, pues qué relevancia puede suceder de la verdad de la condición en donde se enmarca el personaje principal, si lo que ocurre dentro de los lineamientos es lo de peso.

Cada uno de los momentos que experimenta la protagonista, son situaciones que pueden ser interpretadas relativamente, pues según sean las notas cognoscitivas impresas en la mente del lector, será la realidad del libro de Alicia. En palabras más burdas, la percepción que el lector tenga de las situaciones y personajes mostrados en el texto dependen de factores como el estado de ánimo en el que este se encuentre.

Ahora la confusión de Alicia es justificable, pues se trata de la representación de un individuo consternado por el hábito del entorno que lo rodea; en pocas palabras un ser como cualquiera, estrecho por el mundo sensible de las impresiones, que cae en una situación por el cual la lógica tiende a configurarse, es decir; un mundo cognoscitivo que contradice en su mayor parte, a los asentamientos científicos acostumbrados tras largos años de indagaciones racionales.

Es por esto que las diatribas comunicacionales imperan, pues las enseñanzas previas son socavadas con definiciones que falsifican las reglas lógicas establecidas. Es sin duda alguna un individuo estereotipado, sucumbiendo ante la dificultad de la oscuridad que presupone el cambio de las causas y los efectos. Lo que comúnmente llamamos miedo a lo desconocido.

Es relevante acotar que durante todo el trascurso de la obra, la protagonista capta situaciones que desde cierto punto de vista, están impregnadas con las problemáticas de la humanidad; ya que constantemente se vislumbra el miedo del personaje principal por la muerte, la ansiedad por esclarecer los hechos que acontecerán en un futuro inmediato, la represión de las autoridades, las divergencias clasistas, la carencia de indulgencia que el sistema alude y la auto-complicidad que el propio sujeto demarca en las dificultades que se le acarrean.

Por lo expresado en el párrafo anterior, es posible deducir con bases la sátira de Alicia en el país de las maravillas. Aunque esto es el sentido común de muchas personas que han interpretado el libro, conceptualiza un tópico interesante, pues se crítica el modelo de la

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