Terciopelo Azul / Blue Velvet

Iván Borráez Zapata – Fundación Universitaria del Área Andina

Terciopelo Azul

El mundo que nos rodea está repleto de signos y simbolos. Nuestro ojo y nuestra mente están acostumbrados a asociar simples objetos a todo un contexto, es así como una paloma nos lleva a pensar en paz, un corazón en amor y dos manos entrelazadas en amistad.

El  mundo del cine no es ageno a esta realidad, Tercipelo Azul (Blue Velvet) de David Lynch es un claro ejemplo de como el simple plano de unas flores nos transporta a una ciudad tranquila que despierta en la mañana bajo un radiante sol donde todo es serenidad; los vecinos se saludan, hermosos jardines adornan una ciudad donde al parecer todo el mundo está contento. Lo anterior rapidamente se ve contrastado por el caos visual que puede generar una oreja humana en estado de descomposición, bajo los arbustos y repleta de insectos quizá simbolizando el estado de una sociedad.

Es así como una ciudad donde aparentemente no pasa nada se torna oscura con escenas nocturas, frias y solitarias. La inquietud de un joven que se deja llevar al limite de la curiosidad permite que el espectador se sumerja en un mundo turbulento, mundo que en el filme es básicamente representado por una mujer, una inquietante cantante que simboliza la oscuridad de una ciudad aparentemente colmada de tranquilidad.

Lynch no se conforma solo con la parte visual, la banda sonora es un elemento clave a la hora de crear una atmosfera definida, que a estas alturas ya es una atmósfera opresiva y tensa. Golpes, caos, violaciones, temor, perversión. Todo es extraño y perturbador, inquietante y perverso; los personajes se ven atrapados en un mundo oscuro del que al parecer no podrán escapar. Es una pesadilla que nos intriga, todo bajo el contexto de un apartamento que huele a riesgo, una experiencia indudablemente peligrosa que llega al limite con un perturbado spicopata encerrado en obsenidades sexuales y con alto contenido de sadismo.

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