Tipos De Familias
antojuarez18 de Octubre de 2012
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Para centrarnos en las dimensiones del Modelo de Gestión Escolar Estratégica previamente deberemos realizar una pequeña reseña sobre el mismo…
(Imagen de Secretaria de educación publica, Dr Javier de Jesus Rondon Sosa)
Podemos destacar que la gestión estratégica es un conjunto de principios, estándares y herramientas, dispuestos de cierta manera; en un espacio determinado (escuela); un tiempo específico (ciclo escolar) y bajo circunstancias particulares (contexto), que hacen que el objeto de estudio sea único, irrepetible y singular.
Estos elementos permitirán analizar la realidad escolar para identificar la escuela que se tiene (autoevaluación) con el propósito de llegar a la escuela que se quiere a través de una planeación estratégica y una evaluación para la mejora continua para una propuesta flexible e incluyente de orden conceptual y metodológico, relacionado con la practica; integrado por un conjunto de principios, componentes y herramientas con el propósito de provocar un rompimiento de gestiones rígidas, verticales y rutinarias; para transitar de la escuela que se tiene a la escuela que se quiere con el fin de lograr que impacte al sistema y actué sobre los obstáculos que impiden mejores logros educativos.
MGEE tiene como propósito fundamental asegurar progresos constantes en las formas de
gestión para potenciar las condiciones que detonen mejores resultados de logro educativo, desarrollando competencias colectivas y prácticas innovadoras de gestión institucional, escolar y pedagógica, donde cada actor asuma su compromiso con la calidad educativa.
(Libro: Para comprender la escuela pública: Desde sus crisis y posibilidades)
Las principales características de la gestión educativa estratégica son:
a. Centralidad en lo pedagógico. Parte de la idea de que las escuelas son la unidad
clave de organización de los sistemas educativos y que el trabajo fundamental de las
escuelas y del sistema mismo, consiste en la generación de aprendizajes para todos los alumnos.
b. Reconfiguración, nuevas competencias y profesionalización. Supone la necesidad
de que los diversos actores educativos posean los elementos indispensables para
la comprensión de los nuevos procesos, oportunidades y soluciones a la diversidad
de situaciones.
c. Trabajo en equipo, que proporcione a la institución escolar una visión compartida
acerca de hacia dónde se quiere ir y de cuáles son las concepciones y los principios educativos que se quieren promover. También tiene que ver con los procesos
que faciliten la comprensión, planificación, acción y reflexión conjunta acerca de qué
se quiere hacer y cómo, que para ser efectivos deben desarrollarse de manera
colegiada.
d. Apertura al aprendizaje y a la innovación. Ésta se basa en la capacidad de los
actores de encontrar e implementar nuevas ideas para el logro de sus objetivos
educacionales; así como para romper inercias y barreras, favoreciendo la definición
de metas y priorizando la transformación integral. Las organizaciones abiertas al aprendizaje son capaces de encarar y resolver sistemáticamente situaciones adversas, generar nuevas aproximaciones, aprender de la propia experiencia y de la de otros, y originar conocimiento y trasladarlo a sus prácticas.
e. Asesoramiento y orientación para la profesionalización. Consiste en que existan
espacios de reflexión para la formación permanente, para “pensar el pensamiento”,
repensar la acción, ampliar el poder epistémico y la voz de los docentes; se trata
de habilitar circuitos para identificar áreas de oportunidad y generar redes de intercambio de experiencias en un plan de desarrollo profesional.
f. Culturas organizacionales cohesionadas por una visión de futuro, que se planteen escenarios múltiples ante situaciones diversas, a partir de objetivos claros y
consensos de altura para arribar a estadios superiores como institución; donde los
actores promuevan una organización inteligente, rica en propuestas y creatividad
que estimulen la participación, la responsabilidad y el compromiso compartido.
g. Intervención sistémica y estratégica. Supone visualizar la situación educativa,
elaborar la estrategia y articular acciones para lograr los objetivos y metas que se
planteen; supone también, hacer de la planificación una herramienta de autorregulación y gobierno para potenciar las capacidades de todos para una intervención
con sentido.
(Modelo de gestión escolar, educación básica, subsecretaría de educación básica coordinación de gestión educativa)
La gestión en el campo educativo se ha clasificado, para su estudio, en tres categorías
de acuerdo con el ámbito y niveles de concreción en el sistema: gestión institucional, gestión escolar y gestión pedagógica, donde la cristalización de las acciones en los distintos niveles de gestión perfila un modelo de gestión educativa; se apuesta a enfocar su organización, su funcionamiento y sus prácticas hacia una perspectiva gestora de resultados educativos; así, el papel de los actores cobra especial relevancia porque centran su atención en la generación de dinámicas internas de cambio, que parten de revisar cómo hacen lo que hacen y qué resultados están obteniendo. Luego entonces, la misma dinámica de trabajo implica una preocupación de éstos por hacer mejor las cosas, pero no de manera aislada, sino en conjunto con los demás actores.
Este enfoque supone al mismo tiempo, la construcción de una cultura de colaboración entre los actores, quienes basados en el convencimiento colectivo de su capacidad para gestionar el cambio hacia la calidad educativa empeñan sus esfuerzos por hacer sostenible ese cambio al actuar de manera deliberada por la transformación de sus propias prácticas como condición para mejorar los aprendizajes de los alumnos.
(Imagen de Secretaria de educación publica, Dr. Javier de Jesús Rondón Sosa)
Dimensiones de Gestión Escolar Estratégica
Una componente fundamental en el proceso de cambio es entender lo que sucede al interior de la escuela para poder decidir qué procesos deben permanecer en ésta, cuáles deben ser cambiados, cuáles eliminados y qué cosas nuevas se requiere hacer. La dinámica escolar es compleja y es poco probable que se identifiquen los elementos señalados si se intenta ver la totalidad de lo que sucede en ella, por lo que es necesario analizarla por partes; una manera de hacerlo es establecer particiones a esa totalidad con diferentes criterios; que pueda ser subdividida en fragmentos más pequeños que permitan emitir juicios de valor y tomar decisiones claras.
Es por ello que la realidad escolar se clasifica en dimensiones: pedagógica curricular, organizativa, administrativa y de participación social comunitaria.
Pedagógica curricular
Esta dimensión se refiere al trabajo que se realiza en el aula y, como su nombre lo indica, analiza la relación que tiene el docente con los contenidos curriculares, la forma en que transmite conocimientos, desarrolla habilidades y destrezas en sus alumnos y establece un conjunto de valores al interior del aula. Considera las formas de hacer e interactuar entre maestro, alumno y padres de familia para desarrollar las competencias de los estudiantes y tiene una estrecha relación con la gestión pedagógica que se realiza en la escuela.
Revisar y reflexionar acerca del proceso de enseñanza puede llevar a reconocer la relación entre significado y práctica que ejerce cada docente. Las formas o estilos que se aplican para enseñar a los alumnos muestran el concepto que tiene cada uno sobre lo que significa enseñar y determina las formas que se ofrecen a los estudiantes para aprender.
Los profesores son los responsables de crear las condiciones que favorecen la construcción de aprendizajes en sus alumnos a partir del conocimiento que tienen de ellos y de sus necesidades.
Las formas o estilos de enseñanza de cada maestro pueden apreciarse en su planeación didáctica, en los cuadernos de los alumnos y en la autoevaluación de la práctica docente; conviene revisarlos y reflexionar acerca de las oportunidades que ofrece a los alumnos para aprender.
El docente debe ser capaz de crear ambientes de aprendizaje exitosos que emerjan de las capacidades y condiciones propias de la situación concreta de cada comunidad educativa. Para ello debe considerar los estilos de aprendizaje de los alumnos, es decir, reconocer las formas con las cuales desarrollan mayor concentración, para hacer uso de las herramientas cognitivas como la observación, razonamiento, análisis, síntesis y retención, entre otras.
Tener conciencia de ello, permite a los maestros poner en práctica alternativas didácticas que propicien que el proceso de aprender sea significativo para cada alumno, atendiendo a aquellos que tienen necesidades especiales y/o discapacidad, o a quienes tienen alto o bajo nivel de logro.
El hecho de que algunos estudiantes no muestren haber aprendido un mismo contenido al mismo tiempo que los demás, no significa que en el transcurso del grado no lo logren (ritmos de aprendizaje distintos), por ello se requiere un seguimiento puntual a cada alumno.
Para que se lleve a cabo lo mencionado anteriormente es necesario que el docente realice la planeación de actividades s didácticas
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