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Todo Es Culpa De Olvier Marx


Enviado por   •  26 de Abril de 2015  •  1.078 Palabras (5 Páginas)  •  212 Visitas

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Todo es culpa de Oliver Marx: extractos de mi registro onírico

“Me encontraba vestido con una corbata clásica y unos suspenders. Traía la pinta de un detective privado, sólo la pinta, claro. Pero detengámonos un momento, ¿qué tan clásica puede ser una corbata? Es decir, los diseños siempre son los mismos: clásicos, ¿no? El dilema de la corbata resulta importante, uno puede saber qué tanta relevancia le podemos dar a las formas y a las apariencias, como los diseños clásicos, por ejemplo. Un diseño clásico, en este caso, resultaría un ente conservador, experimentado y que se puede imponer sobre los demás con un elegante tinte de sabiduría y estilo.

Bajaba rápidamente a lo que yo asumía como el centro de alguna pequeña ciudad, una en la que ya llevaba viviendo algo de tiempo y no me había adueñado del todo del vínculo sentimental que podría establecer con dicha ciudad. Al llegar al centro localizo rápidamente las personas que según yo me habían convocado. Eran dos amigos, no muy cercanos para mí en su totalidad. Su apego y cercanía a mí podrían ser obviadas en esta escena: ellos estaban vestidos con otro tono más elegante que yo, la mujer usaba un vestido blanco como salido de la época victoriana, y el hombre se le asemejaba con un traje marrón y un sombrero de bombín. Los dos se mantenían ocupados fumando y viendo un espectáculo de burbujas que flotaban en el aire. Todo esto ocurría en una fuente al centro de un pequeño parque. Yo sólo los miré y sin intercambiar palabra ni mirada alguna, entendí que ese ignorar de ellos me decía que tenía que volver empedernidamente a buscar algo a mi departamento. Cuando llegué a mi piso abrí la puerta de mi departamento y vi (o intenté ver) el suelo que estaba completamente cubierto por un desorden de una parafernalia de todo tipo de objetos domésticos. Ultimadamente me he dejado llevar por la idea de que el desorden, en cierta medida, es sano. En realidad, no tenía muy en claro qué era lo que buscaba, pero venía siendo uno de esos momentos en los que sentía ya haber enlazado mi mente con el objeto, así que sabía que lo reconocería en cuanto lo viera. Y así fue, encontré un libro escrito por Ian Curtis, el vocalista suicida de la banda Joy Division. Una banda que no me agrada del todo. El título del susodicho libro era: Todo es culpa de Oliver Marx.

Hasta ahora no sé quién es ese tipo…”

A veces tengo la sensación de que mi consciente y mi subconsciente se turnan el derecho de usar mi cuerpo durante determinados momentos del día. Por lo general lo hacen de manera equitativa mediante un acuerdo del que yo no participé. El día, el tiempo de la vigilia, le pertenece a mi consciente. Estado en el cual puedo mover mis brazos si quiero, hablar si quiero, escribir si quiero, correr si quiero, eructar si quiero, eyacular si quiero, matar si quiero…en fin, hacer todas las cosas que me vengan en gana y que pasen bajo mi jurisdicción. En la otra parte del día, es decir, la noche, específicamente cuando duermo o cuando mis sentidos ya se encuentran algo desgastados, mi ente subconsciente sale a relucir y a manifestarse libremente en el reino que le es propio por antonomasia: los sueños.

Este terreno es el hábitat de nuestro subconsciente. Es su hogar, su parque

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