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Un Pasado Doloroso


Enviado por   •  4 de Mayo de 2013  •  363 Palabras (2 Páginas)  •  2.620 Visitas

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LA CRISIS DE VIOLENCIA EN EL PERÚ

Entre 1980 y 2000, el Perú vivió el episodio de violencia y prolongado de su vida republicana. Esta grave crisis de violencia que desencadena por la decisión del Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso (PCP-SL) de iniciar acciones terroristas contra los intereses de la inmensa mayoría de personas socioeconómicos y la desigualdad étnico- cultural existentes en el país y las limitaciones que tuvo el Estado para garantizar el orden público, la seguridad y los derechos fundamentales de sus ciudadanos y ciudadanas.

Desde el inicio de la violencia armada (mayo de 1980, en la distrito de Chuschi, provincia de Cangallo - Ayacucho). Tras quemar las ánforas de votación, el gobierno de turno del entonces Presidente (Fernando Belaunde Terry), no hizo nada, es decir, no le prestó la atención necesaria, de esta forma el grupo subversivo inició su camino de camino de destrucción y muerte hacia la sociedad peruana.

Los niños, las mujeres y los ancianos aparecen entre las víctimas fatales con mayor frecuencia en situaciones de violencia indiscriminada, como son las masacres. Conforme aumenta el tamaño del grupo de asesinados en un mismo operativo militar o incursión subversiva, también aumenta ligeramente la proporción de mujeres y niños menores de 15 años. Dentro de las víctimas de asesinatos masivos, generalmente los niños resultan ser los menos identificados por los sobrevivientes que dieron su testimonio, puesto que son menos conocidos en sus comunidades en comparación con los adultos.

La discriminación étnica y racial fue un elemento presente en el conjunto del proceso de la violencia. En los diferentes momentos y ámbitos de su desarrollo, fue un factor que influyo significativamente sobre los comportamientos y percepciones de los diversos actores, aunque casi siempre de manera encubierta.

Para que todas estas atrocidades no se repitan es necesario curar heridas, indemnizando a los deudos, especialmente a aquellos campesinos que fueron víctimas de muchos abusos. Por ello es importante que el Estado asuma su responsabilidad, en cuanto artífice de la violencia, pues con su centralismo y abandono de las de las ciudades facilitó el desarrollo y avance de las huestes terroristas, todo en ello en perjuicio de humildes hombres del campo y de la sierra.

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