Una Quinela Sobre Alas De Papel
Jezuzito_AK4725 de Septiembre de 2012
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XX CONGRESO PANAMERICANO. FPAA
REDESCUBRIR AMERICA.
UNA QUIMERA SOBRE ALAS DE PAPEL
ALFONSO RAMIREZ PONCE.
"Descubrir, no consiste sólo en venir de fuera o de lejos. No hay
más lúcido descubridor que aquel, que desde dentro, mira y ve."
José Lezama Lima.
INTRODUCCION.
Creo que nadie o casi nadie estaría en desacuerdo, si decimos que el tema central de este Congreso: "Redescubrir América" es un título pleno, lleno de sugerencias. Sobre todo porque re-descubrir nos obliga a volver a descubrir lo ya descubierto. Aunque hay quienes afirman -por ejemplo el antropólogo mexicano Bonfil Batalla- .que lo que sucedió hace ya 504 años no fue ni descubrimiento, ni invención, ni encuentro, sino más bien fue un "encontronazo". "El desastre" lo llama el escritor cubano Fernández Retamar y en opinión de la investigadora francesa Laurette Sejourné:
"...fue un cataclismo, frente al cual palidecen las más sombrías catástrofes de la historia".
Muchos de ellos apoyan su argumentación con cifras y datos que resultan a la distancia impresionantes. Y esto se explica porque al inesperado y equívoco descubrimiento siguió una despiadada conquista, más cruel y sanguinaria que muchas otras. Por ejemplo; en la zona central de México; -según los historiadores Cook, Simpson y Borah- de 25 millones de indígenas en 1519, sobrevivieron de la violencia, la desintegración familiar, las enfermedades y la explotación desmedida, sólo un millón en 1605. En otras palabras, después de 86 años habian muerto 96 de cada 100 personas!! El exterminio casi total. A nivel latinoamericano, las cifras según Darcy Ribeiro son las siguientes:
"Aztecas, incas y mayas sumaban entre 70 y 90 millones de personas cuando los conquistadores aparecieron en el horizonte; siglo y medio después se habían reducido en total a sólo tres millones y medio."
Las proporciones se conservan, sobrevivieron una ínfima minoría: entre cuatro y cinco de cada cien. Si uno pretendiera una explicación de lo inexplicable, podría tal vez encontrarla en el sistema adoptado para la colonización del llamado Nuevo Mundo. Sistema que por cierto, sería del agrado de cualquiera de nuestros actuales economistas neoliberales. Consistió en la organización de una especie de empresas privadas llamadas "capitulaciones de conquista". Se ofrecía un territorio a un "Gobernador" audaz y dispuesto a invertir dinero y trabajo; que tenía que conquistarlo y poblarlo. A cambio de su financiamiento y esfuerzo, además de las tierras y los indios, todas las riquezas encontradas. Sólo mediante la obtención de dichas riquezas se podía pagar a los financiadores de la empresa, entre ellos, los propios integrantes de la expedición y además tener utilidades. De allí la irrefrenable búsqueda del botín, de los metales preciosos, sin importar las vidas humanas. Primero el oro, después las vidas. Como un ejemplo entre muchos, que muestran el "desinterés y la filantropía" propia de los conquistadores, al descubrimiento de Brasil en 1500, Vaz de Caminha anotó:
"Até agora nao podemos saber se ha ouro ou plata nela, ou outra coisa de metal ou ferro; nem lho vimos."
Importaba si había oro o plata, lo demás era totalmente secundario. La cesión de los territorios conquistados a estos "Gobernadores" marcó el inicio de la concentración de la propiedad de la tierra en unas cuantas manos. Situación que llega dramáticamente hasta nuestros días. Vuela, con distintas connotaciones, desde Aguas Blancas en México hasta Eldorado dos Carajás, aquí cerca de ustedes.
Si recordamos todo lo anterior, bajo nuestra condición actual de "neoamericanos" -según Darcy Ribeiro- es con la intención principal: de que nunca jamás en ningún lugar del mundo vuelva a ocurrir una masacre semejante. No intentamos tampoco negar nuestras múltiples raíces portuguesas-españolas-árabes-judías; lo cual sería absurdo, sino tan sólo establecer que la conquista del Nuevo Mundo no se debió a la voluntad del pueblo español, -noble y generoso, como muchos otros- sino a los intereses económicos de sus gobernantes. Mandantes, más que mandatarios de las intenciones populares. Por otra parte, tampoco podemos ni queremos ocultar o tergiversar hechos históricos irrefutables. Aunque entendemos que la idea de acabar con la violencia y la injusticia, ante las continuas guerras contemporáneas. parece ser y seguir siendo un buen deseo más que una realidad.
Descubrimiento, encuentro o desencuentro, encontronazo; desastre o cataclismo; la primera vez fuimos "descubiertos" por los "otros". Fundamentalmente por españoles y por portugueses quienes se repartieron el Nuevo Mundo mediante el Tratado de Tordesillas, fijando sus límites a 370 leguas al oeste de Cabo Verde. Este límite permitió la posesión portuguesa de media América del Sur, comprendida por este enorme país continente, en el que tengo la oportunidad de encontrarme. Esta llamada originariamente "Tierra de la Santa Cruz" o según Pedro Alvarez Cabral: "Vera-cruz" la cruz verdadera.
Después de 504 años. el tema central de este Congreso nos propone re-descubrirnos; volver a descubrirnos. Cómo podríamos intentar este redescubrimiento? El epígrafe de Lezama Lima, el escritor cubano, es suficientemente explícito. Sólo quien ve desde dentro, ve realmente. Charles Baudelaire [1821-1867] escribió en torno a esta relación exterior-interior:
"Lo que se puede ver al sol es siempre menos interesante que lo que ocurre detrás de un vidrio. En aquel hoyo luminoso, vive la vida, sueña la vida, la vida sufre."
Lo importante, lo verdaderamente trascendente se nutre de nuestras experiencias, de nuestros sufrimientos, de nuestros sueños. Redescubrirnos sería intentar vernos a nosotros mismos -ya no con los ojos de los otros- sino con nuestros propios ojos.
Dominantemente desde dentro y -en forma complementaria- desde fuera. Esto implica también, según lo hemos anotado, una nueva conquista; una re-conquista. A diferencia de la anterior, esta reconquista tendría como esperanza y como única posibilidad el ser incruenta. Esta re-conquista empieza -para los efectos de este trabajo-, por un volver a ver la producción de nuestra identidad; una re-visión general de nuestro hacer profesional y de su propósito principal; la arquitectura.
LA PRODUCCION DE LA IDENTIDAD.
La producción -nos dice Heidegger- acontece cuando se desvela lo velado, cuando se des-oculta. En ese desocultar se funda todo producir. Este es el sentido, de nuestra relación con la identidad. Nuestra identidad existe, está. Pero ha estado para muchos parcial o totalmente oculta. Nuestra labor es desvelarla, quitarle el secular velo, desocultarla. No es fortuito que el tema de la identidad sea un tema recurrente en muchas reuniones de varias y variadas disciplinas. Entre ellas, por supuesto, reuniones sobre la Arquitectura. En una de ellas, hablando de los riesgos a los que está sujeta nuestra identidad, se mencionaba la relación de nuestros países con los desarrollados y la imperiosa necesidad de rechazar el concepto de periferia
Ante tal argumentación de algunos talentosos colegas, entre sonidos oía un fragmento de una canción que cantaba hace algunos años, César Isella, músico argentino:
"Hay muchos que hablan de cambios pero no quieren cambiar. nos venden collares nuevos, pero el perro sigue igual."
En efecto, el problema no está en que seamos la periferia de los países centrales. Nosotros sí somos su periferia, nos guste o no. El problema no es ése, el problema de fondo es que nosotros en vez de vernos -desde dentro- como nuestro propio centro, nos vemos como nos ven ellos, --desde fuera-, como su periferia. Si nos ubicamos en nuestro lugar, desde la que debía ser nuestra única perspectiva, los países mal llamados "centrales" se convierten en nuestra periferia y entonces nuestra actitud podría parafrasear la canción citada diciendo que:
"...lo importante no es cambiar de collar sino dejar de ser perro."
Este poner de pie lo que está de cabeza consiste en vernos como nuestro centro. Toda proporción guardada, lo que sucede entre naciones, sucede también a nivel intranacional, la relación entre las distintas regiones con el "centro". No existe nacionalmente un centro, sino tantos como regiones definidas. En torno al tema con palabras certeras y lúcidas, José Martí escribió:
"Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser de nuestras repúblicas".
Primero nosotros como eje y centro y después todo lo demás. Es en ese reencuentro con nosotros mismos, en ese tratar de ver lo de fuera, pero primero lo nuestro, donde radica la principal defensa y definición de nuestra identidad. La palabra identidad en el lenguaje común, en un sentido figurado, conlleva las ideas de semejanza, similitud, afinidad, consonancia, parecido con nosotros mismos, con nuestros semejantes, con los que se nos asemejan, con quienes nos identificamos. La identidad avanza en circulos concéntricos. de dentro hacia afuera, de mí a los demás. del yo a los otros, con quienes soy y somos, con nosotros.
Tenemos una identidad personal -tal vez la más importante- el ser congruente con uno mismo. Algo que se dice rápido, pero que no es fácil: decir lo que se piensa y hacer lo que se dice.
Ubicarse, el no tener los pies aquí y la mente allá, como sucede a algunos compatriotas definidos como "los norteamericanos nacidos en México". Mexicanos que niegan
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