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VIOLENCIA FAMILIAR


Enviado por   •  1 de Abril de 2014  •  15.173 Palabras (61 Páginas)  •  212 Visitas

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LA MUJER EN EL DERECHO Y LA HISTORIA

Cuando nos encontremos desesperanzadas, recordemos estas citas. Con seguridad nos reíremos de nuestros problemas y tendremos más fuerzas para seguir luchando por nuestros derechos. (Fueron enviadas por Luly).

Aunque la conducta del esposo sea censurable, aunque éste se dé a otros amores, la mujer virtuosa debe reverenciarlo como a un Dios. Durante la infancia, una mujer debe depender de su padre; al casarse, de su esposo; si él mismo muere, de sus hijos, y si no los tiene, de su soberano. Una mujer nunca debe gobernarse a sí misma". Leyes de Manu (el Libro Sagrado de la India).

"La mujer que se niegue al deber conyugal, deberá ser tirada al río". Constitución Nacional Sumeria (civilización mesopotámica, siglo XX ( A.C.)

"Cuando una mujer tenga conducta desordenada y deje de cumplir sus obligaciones del hogar, el esposo puede someterla a esclavitud. Este servicio puede, incluso, ser ejercitado en el hogar de un acreedor de su esposo y, durante el periodo en que dura, es lícito para él (el esposo) contraer un nuevo matrimonio". Código de Hamurabi (Constitución Nacional de Babilonia, otorgado por el rey Hamurabi, que lo concibió bajo inspiración divina, siglo XVII A.C.)

"La mujer debe venerar el hombre como a un Dios. Toda mañana, por nueve veces consecutivas, ella debe arrodillarse a los pies del esposo y, de brazos cruzados, preguntarle: -Señor, ¿qué desea usted que haga?-". Zaratustra (filósofo Pérsico, siglo V A.C.)

"Las mujeres, los esclavos y los extranjeros no son ciudadanos". Pericles (ateniense político demócrata, siglo V A.C., uno de los ciudadanos más brillantes de la civilización griega).

"La mujer es de lo más corrupto y corruptible que hay en el mundo". Confucio (filósofo chino, siglo V A.C.)

"La naturaleza sólo hace mujeres cuando no puede hacer hombres. La mujer es, por lo tanto, un hombre inferior". Aristóteles (filósofo, guía intelectual y preceptor griego de Alejandro Magno, siglo IV A.C.)

"Que las mujeres se queden calladas en las iglesias, porque no es permitido hablar. Si ellas quieren ser instruidas sobre algún punto, que nterroguen en casa a sus esposos". San Pablo (apóstol cristiano, año 67 D.C.)

"Los hombres están sobre las mujeres porque Ala les otorgó la primacía sobre ellas. Por lo tanto, da a los varones el doble que le des a las mujeres. Los esposos que sufran la desobediencia de sus mujeres pueden castigarlas: desde dejarlas solas en sus camas, hasta incluso golpearlas. No legó al hombre mayor calamidad que la mujer". El Corán (libro sagrado de los musulmanes, escrito por Mahoma en el siglo VI, bajo la inspiración divina)

"Para el buen orden de la familia humana, unos tendrán que ser gobernados por otros más sabios que aquellos; de ahí la mujer, más flaca en cuanto al vigor del alma y de fuerza corporal, está sujeta por naturaleza al hombre, en que la razón predomina". Santo Tomás de Aquino (italiano, uno de los teólogos católicos más grandes de la humanidad, siglo XIII)

"Enemigo de la paz, fuente de inquietud, causa de riñas que destruyen toda tranquilidad, la mujer es el propio diablo" Petrarca (poeta italiano del Renacimiento, siglo XIV)

"El peor adorno que una mujer puede pretender tener, es ser sabia". Lutero (teólogo alemán, protestante reformador, siglo XVI)

"Los niños, los idiotas, los locos y las mujeres, no pueden y no tienen capacidad para efectuar negocios". Enrique VIII (rey de Inglaterra, líder de la Iglesia anglicana, siglo XVI)

"Mientras hayan hombres sensatos sobre la tierra, las mujeres letradas morirán solteras". Jean-Jacques Rousseau (escritor francés, precursor del Romanticismo, uno de los mentores de la Revolución Francesa, siglo XVIII)

"Todas las mujeres que seduzcan y lleven al matrimonio a los súbditos de Su Majestad por medio del uso de perfumes, pinturas, dientes postizos, pelucas y relleno de caderas, incurren en delito de brujería y el matrimonio queda automáticamente anulado". Constitución Nacional Inglesa (ley del siglo XVIII)

"La mujer puede ser educada, mas su mente no es adecuada para las ciencias más elevadas, como la filosofía y algunas artes". Friederich Hegel (filósofo e historiador alemán del siglo XIX)

"Cuando un hombre sea reprendido en público por una mujer, él tiene derecho a derribarla de un puñetazo, darle un puntapié y romperle la nariz para que así, desfigurada, no se deje ver, avergonzada de su cara. Y esto es bien merecido, por dirigirse al hombre con maldad en el lenguaje usado". Le Menagier de París (Tratado de Conducta Moral y Costumbres de Francia)

1. LA LUCHA POR LOS DERECHOS DE LA MUJER.

Sucedió el 4 de junio de 1913 en el hipódromo de Epsom Downs, unos 20 kms al sudeste de Londres. Una joven se lanzó a la pista y trató de sujetar por las riendas el caballo del Rey. El animal la arrollo y cuatro días después la joven dejaba de existir. Se llamaba Emili Davison. Numerosos espectadores juzgaron el sangriento espectáculo como un sacrificio en pro de una cuestión que en Inglaterra muchas mujeres apoyaban desde hacía largo tiempo: El movimiento sufragista femenino.

Pero no sólo en Inglaterra luchaban las mujeres por este derecho. También en otros países europeos, en América, y en otras partes del mundo, numerosas mujeres se hallaban dispuestas a levantar barricadas en defensa de su causa. Las iniciativas, al principio, revistieron cautela y moderación. Pero cuando los primeros y tímidos conatos resultaron infructuosos, se recurrió a procedimientos más radicales.

Al fin y al cabo, las ricas damas privilegiadas vivían ociosamente y cultivaban las artes. Sin embargo, la suerte de las féminas de clase media y baja, era muy diferente. Cooperaban con arduo trabajo a la manutención de la familia, bien como criadas, al servicio de las damas de elevada posición, bien realizando tareas en su casa o como operarias en las sórdidas cadenas de producción en las fábricas recién creadas. Desde comienzos del siglo XIX, la naciente industria utilizaba sin miramiento a las mujeres como mano de obra barata. Llegaban a trabajar hasta 17 horas diarias, y cobraban con frecuencia la mitad de salario que un varón; además se ocupaban del hogar.

En el año 1900 se promulgó en Francia una ley que limitaba a 12 horas la jornada de trabajo y precisaba

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