¿donde Esta La Franja Amarilla?

El poder en Colombia… ¿cuestión de dinero?

Durante toda la historia de Colombia se ha podido notar que el poder, en la mayoría de los casos ha estado en las manos de las personas equivocadas, personas que no se preocupan por el desarrollo equitativo de la sociedad sino por su beneficio propio. Irónicamente estas personas obtienen su poder político gracias al voto que le dan cientos de colombianos que confían en ellos, pero que al obtener lo que deseaban se olvidan del pueblo, la razón por la que ocupan ese privilegiado puesto.

El poder político está definido según Georges Burdeau como "una energía social, emanación de una representación mental, colectiva y dominante, del orden social deseable”. Teniendo en cuenta este concepto un buen líder político es aquel que reúne las necesidades e ideas de la comunidad para luchar en pro del mejoramiento y realización de estas. No aquel que es capaz de hacer cualquier cosa, incluso pisotear al pueblo que confió en él, con tal de obtener beneficios propios.

Los gobernantes de este país han sido tocados por la corrupción, sin embargo intentan mostrar ante el mundo e incluso intentan convencer a los colombianos que aquí no está pasando nada. Las situaciones en este país son muy contrastantes. Como dice William Ospina en su libro ¿Dónde está la franja amarilla? (1996). Colombia:

“Tiene a la mitad de su población en condiciones de extrema pobreza, y presenta al mismo tiempo en su clase dirigente unos niveles de opulencia difíciles de exagerar. Muestra uno de los cuadros de ineficiencia estatal más inquietantes del continente, al lado de buenos índices de crecimiento económico. Muestra fuertes niveles impositivos y altísimos niveles de corrupción en la administración. Muestra unas condiciones asombrosas de impunidad y de parálisis de la justicia y al mismo tiempo una elevada inversión en seguridad, así como altísimos costos para la ciudadanía en el mantenimiento del aparato militar.” (p.8)

Como lo menciona Ospina la mitad de la población colombiana se encuentra en condiciones de extrema pobreza, sin embrago, los dirigentes de este país, los encargados de velar por el bienestar del pueblo, solo permiten la iniciativa económica en el ámbito de las clases, familias y empresas tradicionalmente emparentadas con el poder, y le cierran las posibilidades de acceso a la riqueza a las clases medias emprendedoras, persistiendo en la política de negar el crédito y la capitalización a las clases humildes (Ospina, 1996, p.30).

Decisiones como esta son las que permiten afirmar con cada vez más seguridad que los gobernantes no están actuando a favor del país entero sino de aquellos que tienen el dinero para manejar el gobierno, siempre buscando lo que más les convenga. Los dirigentes han comprendido que “el Estado, hecho para defender determinados privilegios desde

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