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Ética y Política


Enviado por   •  16 de Abril de 2015  •  Ensayos  •  4.100 Palabras (17 Páginas)  •  136 Visitas

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Ética y Política

La ética es el arte de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible; el objetivo de la política es el de organizar lo mejor posible la convivencia social, de modo que cada cual pueda elegir lo que le conviene.

Como nadie vive aislado (ya te he hablado de que tratar a nuestros semejantes humanamente es la base de la buena vida), cualquiera que tenga la preocupación ética de vivir bien no puede desentenderse olímpicamente de la política. Sería como empeñarse en estar cómodo en una casa, pero sin querer saber nada de las goteras, las ratas, la falta de calefacción y los cimientos carcomidos que pueden hacer hundirse el edificio entero mientras dormimos...

Sin embargo, tampoco faltan las diferencias importantes entre ética y política. Para empezar, la ética se ocupa de lo que uno mismo (tú, yo o cualquiera) hace con su libertad, mientras que la política intenta coordinar de la manera más provechosa para el conjunto lo que muchos hacen con sus libertades. En la ética, lo importante es querer bien, porque no se trata más que de lo que cada cual hace porque quiere (no de lo que le pasa a uno quiera o no, ni de lo que hace a la fuerza). Para la política, en cambio, lo que cuentan son los resultados de las acciones, se hagan por lo que se hagan, y el político intentará presionar por todos los medios a su alcance -incluida la fuerza- para obtener ciertos resultados y evitar otros. Tomemos un caso trivial: el respeto a las indicaciones de los semáforos. Desde el punto de vista moral, lo positivo es querer respetar la luz roja (comprendiendo su utilidad general, poniéndose en el lugar de las otras personas que pueden resultar dañadas si yo infrinjo la norma, etc.); pero si el asunto se considera políticamente, lo que importa es que nadie se salte los semáforos, aunque no sea más que por miedo a la multa o la cárcel. Para el político, todos los que respetan la luz roja son igualmente "buenos", lo hagan por miedo, por rutina, por superstición o por convencimiento racional de que debe ser respetada; a la ética, en cambio, sólo le merecen aprecio verdadero estos últimos, porque son los que entienden mejor el uso de la libertad. En una palabra, hay diferencia entre la pregunta ética que yo me hago a mí mismo (¿cómo quiero ser, sean como sean los demás?) y la preocupación política por que la mayoría funcione de la manera considerada más recomendable y armónica.

"Para la gente honorable y digna que hace política en el país,

y que buscan hacerla con los cánones éticos,

en medio de las mayores dificultades es

muchas veces como nadar contra la corriente"

Siempre que se dan charlas sobre ética y política, la sensación que queda es que escuchan atentamente, pero piensan "qué bonito, pero no funciona en la realidad y menos en la realidad del mundo político". Una persona se preguntaba una vez con mucha angustia si la ética no era un lastre que nos amarra las manos y nos quita eficacia en la política. La cultura política que tenemos lleva a pensar que son los "vivos" los que ganan, y eso incluye maniobras, trampas o engaños, injurias, represalias, acallamientos contra aquellos que pensamos diferente, silenciar medios de comunicación, acaparamiento del poder total, totalitarismo imperante, persecuciones políticas, muerte política, etc., con tal de alcanzar el poder total. "La ética parece lejana y casi incompatible con la política"[1]. Ahora que en el país asistimos al destape de niveles jamás imaginados de corrupción y aunque paradójicamente se ha creado un ministerio de lucha contra la corrupción, pero este de que sirve, si en los narices de estos y los mismos actores en función son los corruptos confesos que se dan volteos de miles y millones de verdes y mientras que la gran masa humana se debate en una pobreza desgarrador, lo que acrecienta la enorme desconfianza de la gente ante estos y los políticos. Todo esto trae una desmoralización de la sociedad (que no debía ser así), una falta de ánimo y de esperanza.

Sin embargo, se ha producido una reacción de la gente al darse cuenta de cómo la han engañado y robado, pero esto tímidamente; ha sido una indignación ética también la que ha generado la protesta y movilización de muchos sectores de la población ante la impunidad, la violación de los derechos humanos, el autoritarismo y la destrucción de las instituciones. Es decir, existen muchas reservas morales en nuestra sociedad, no todo está corrompido, y hay un profundo reclamo de ética en la política como base de la confianza y credibilidad que ésta debe recuperar. Se empieza a tener conciencia, incluso, de que una acción política con ética es posible y esto es lo que tenemos que profetizar, inculcar y que la educación debe ser la cuna de una sociedad revestida de ética para una acción política que le dé al país días de augurio. Es necesario que los bolivianos de a pie de las clases medias, bajas y altas y en general podamos procesar o elaborar todo lo que hemos vivido, comprender qué nos ha sucedido y por qué, para limpiar nuestro aire y poder ver la gran oportunidad que tenemos de reconstruir nuestro país. Una parte de esa tarea es devolverle la ética a la política[2]

Que la ética no puede y no debe ser una debilidad o piedra de mala calidad, sino que al contrario, tiene que darle una fuerza y legitimidad a la actividad política, es una convicción ligada al sentido de la vida, a la responsabilidad, al compromiso, a la entrega total por una causa y es causa es nuestro país. Pero supone, en primer lugar, un debate con diversas concepciones de la relación entre ética y política y, en segundo lugar, el desarrollo de una ética propiamente política.

¿Es posible la ética en la política?

Para algunos, la ética y la política son inconciliables, y hay que optar por la política o por la ética. Otros, en cambio, buscamos una relación positiva entre ética y política, ya que, en realidad, el sentido pleno de ambas es coincidente.

• El "realismo político"

El así llamado realismo político considera, para decirlo de manera muy simple, que si se quiere actuar en política hay que dejar de lado los principios morales. En su forma extrema, que se podría calificar de cínica, basada en Maquiavelo y Hobbes, se plantea que el político, para serlo plenamente, tiene que desprenderse de "prejuicios" morales. Esta concepción subraya la autonomía de la política, es decir, que ésta, como el arte o el deporte, por ejemplo, tiene una consistencia, es decir, fines y reglas propias que

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