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Acceso a la salud: derecho fundamental ¿para todos?


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2022  •  Ensayos  •  2.432 Palabras (10 Páginas)  •  106 Visitas

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UNIVERSIDAD DE CHILE                Introducción al Pensamiento II[pic 1]

FACULTAD DE ECONOMÍA Y NEGOCIOS        Primavera 2019

ACCESO A LA SALUD: DERECHO FUNDAMENTAL ¿PARA TODOS?

María José Castro Romero

Ayudante: Catalina Matus

Sección 12

Domingo 08 de diciembre 2019

Acceso a la salud: derecho fundamental ¿para todos?

        La salud es un derecho fundamental, plasmado en la Constitución Política de Chile, en la cual se asume que el Estado provee una atención igualitaria y libre a la población, al mismo tiempo que consagra un sistema de carácter mixto, es decir, público y privado. Las reformas realizadas a inicios de los años ochenta cambiaron la estructura y funcionamiento del sector de salud en Chile, cambios que se mantienen hasta hoy. El sistema de salud está configurado por los organismos creados en esa época, el Fondo Nacional de Salud (FONASA), el Sistema Nacional de Servicios de Salud, las Instituciones de Salud Previsional (ISAPRE); como también por la atención primaria que vivió un proceso de municipalización. El sistema de seguridad social en salud, FONASA e ISAPRE, tiene una prima de seguridad social obligatoria del 7% del salario, que opera con un tope de 4,62UF mensuales por trabajador, para cubrirlo a él y a su familia (Cid, 2011). No obstante lo anterior, la prima total en ISAPRE alcanza, en promedio, al 10% de los ingresos de los cotizantes (Superintendencia de Salud 2009). Además, el país financia acceso a la salud de los más pobres en FONASA, con recursos provenientes de impuestos generales (Cid, 2011).

        La estructura actual del sistema de salud tiende a producir e incentivar serias inequidades e ineficiencias en la gestión del sector (Titelman,  2000). Por ejemplo, en el área de financiamiento se ha dado una clase de existencia de un mecanismo de reaseguro implícito entre FONASA y las ISAPRES, esto debido a que dado que el mercado le permite a las ISAPRES escoger a sus pacientes y el hecho de que FONASA esté obligado a recibir a todas las personas, lo que ocurre es que el lado privado deriva los pacientes más riesgosos, y costosos, al lado público lo que le conlleva altos costos a este último (Titelman, 2000). También hay un problema de provisión, la escasa interrelación entre los proveedores públicos y privados ha implicado ineficiencias en la asignación global de recursos, se requiere una mayor competencia a nivel de provisión de servicios (Titelman, 2000).

Hasta antes de los ochenta el sector de salud estaba administrado principalmente por el sector público, y el financiamiento era gestionado por el Estado que brindaba, a su vez, servicios de salud a través de una red de centros de atención médica y hospitalaria propia (Titelman, 2000). Durante el siglo XIX y la primera mitad del siguiente hubo en Chile importantes logros tanto sanitarios como educacionales e institucionales, en el año 1952 se creó el Servicio Nacional de Salud (SNS), el cual fue el acontecimiento de mayor relevancia de la Salud Pública, tenía carácter estatal de administración autónoma. Es gracias al SNS y sus acciones de fomento de la salud y prevención de las enfermedades de y de programas sanitarios específicos que actualmente el país puede mostrar excelentes indicadores sanitarios (Goic, 2015).

Pero luego, se estructuró un sistema privado de aseguramiento de salud y se incentivó la expansión de una extensa red de prestadores de servicios de salud privados, cuyo crecimiento ha sido, muchas veces, a expensas de dineros públicos (Goyenechea, 2013). Los servicios públicos se financian con impuestos generales, aportaciones de los municipios y copagos hechos por los afiliados a FONASA, los privados obtienen fondos desde las cotizaciones, aranceles y copagos de los afiliados a ISAPRE, además de los pagos directos de los usuarios al recibir atención. Este arreglo institucional y financiero híbrido del sistema de salud ha generado grandes desigualdades en el acceso a salud y en su calidad, que han acentuado el aumento de las desigualdades en los niveles de salud de la población (Cid, 2011).

El actual sistema de salud tiene dos ejes centrales. El primero es la idea de que las personas tienen completa libertad para elegir dónde y con quién atenderse, es decir, una ‘libertad de elección’ pero que solo se cumple para aquellos que pueden pagarla y para el resto se traduce en una negación del derecho a la salud (Goyenechea, 2013). El segundo es el paradigma  de que el Estado es ineficiente, por lo que se destinan recursos públicos a las soluciones privadas por creerse más eficientes, pero estas solo velan sus propios intereses de lucrar con los derechos sociales (Goyenechea, 2013).

        Dado este pequeño contexto, expongo la pregunta de investigación: ¿Es realmente una medida más eficiente la de dejar en manos de privados la gestión del sistema de salud o sería mejor invertir en el aparato estatal? La  pregunta nace a partir de las múltiples protestas que han existido en los últimos años en contra del sistema de salud en Chile. Además, se debe recordar que el derecho a la salud es un derecho humano fundamental y como tal no debería ser considerado como privilegio de un sector de la población, al contrario debe ser universal. También se debe tener en cuenta que el incentivo a los privados para participar en este tipo de mercados es el lucro, transformando así la salud en un bien transable y mercantilizable. Debido a lo anterior, y a lo que se expondrá posteriormente, considero que el sistema de salud no debería ser gestionado por empresas privadas con fines de lucro ya que no es eficiente y solo acrecienta las desigualdades existentes en el país. 

        Para comenzar a desarrollar el tema planteado, expondré una anécdota descrita por Tom G, Palmer (2013). En el capítulo La medicina con fines de lucro y el motor de la compasión, el autor describe una situación en la que sufría una dolencia por la que debe ir al médico, en primer lugar asiste a un especialista en un hospital con fines de lucro y luego, debido a falta de horas de atención, va a un hospital sin fines de lucro. Finalmente llega a la conclusión de que “jamás volvería al hospital sin fines de lucro ni lo recomendaría” y menciona que los trabajadores ahí tampoco tienen motivos para desear que él lo haga. Termina el capítulo mencionando que las ganancias obtenidas,  esto es el motor del lucro, actúan para poner los objetivos y valores de los trabajadores en sintonía. Palmer busca con esta anécdota justificar el incentivo del lucro en el sistema de salud, aludiendo a una mejor atención y experiencia del cliente. Esto puede resultar verdadero para muchos, sobre todo los que han asistido a ambos tipos de atención pública y privada, pero la realidad es que habla desde una posición en la que pudo escoger. En Chile, la mayoría de la población no se encuentra en la posición de elegir y debido a la desigualdad de ingresos muchos se encuentran en una situación dependiente del Estado.

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