Amigos Todos

Amigos todos, soy del sur, vengo del sur. Esquina del Atlántico y del Plata, mi pequeño país, una tierra suave, templada, con una historia de puertos, carne, lanas y cueros, que al arrancar el siglo XX se puso a ser vanguardia en lo social, en el Estado, en la enseñanza. Diría que la socialdemocracia se inventó en el Uruguay.

Durante casi 50 años el mundo nos vio como una especie de Suiza. En realidad, en lo económico fuimos bastardos del imperio británico y cuando este sucumbió vivimos las amargas mieles de términos de intercambio funestos, y quedamos estancados deseando el pasado. Hoy hemos resurgido en este mundo globalizado tal vez aprendiendo de nuestro dolor. Mi historia personal, la de un muchacho- porque alguna vez fui muchacho- que como otros quiso cambiar su época, su mundo, el sueño de una sociedad libre y sin clases. Mis errores son en parte hijos de mi tiempo. Obviamente los asumo, pero hay veces que medito con nostalgia

Cargo con las culturas originales aplastadas, con los restos del colonialismo en Malvinas, con bloqueos inútiles a ese caimán bajo el sol del Caribe que se llama Cuba. Cargo con las consecuencias de la vigilancia electrónica que no hace otra cosa que sembrar desconfianza. Desconfianza que nos envenena inútilmente. Cargo con una gigantesca deuda social, con la necesidad de defender la Amazonia, los mares, nuestros grandes ríos de América.

El combate a la economía sucia, al narcotráfico, a la estafa, el fraude y la corrupción, plagas contemporáneas, prohijadas por ese antivalor, ese que sostiene que somos felices si nos enriquecemos sea como sea. Hemos sacrificado los viejos dioses inmateriales. Les ocupamos el templo con el dios mercado, que nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida y hasta nos financia en cuotas y tarjetas, la apariencia de felicidad. Parecería que hemos nacido solo para consumir y consumir, a la vida se le ha otorgado un sentido de despilfarro, donde adquirir y acumular son cosas principales. Esto en el fondo constituye una cuenta regresiva contra la naturaleza, la civilización se encuentra contra la sencillez, la sobriedad y los ciclos naturales.

Arrasamos las selvas verdaderas, e implantamos selvas anónimas de cemento. Enfrentamos al sedentarismo con andadores, al insomnio con pastillas, la soledad con artículos tecnológicos, ¿Es que somos felices alejados de lo eterno humano?

Aturdidos, huimos de nuestra Biología que defiende la vida por la vida misma como causa superior y la suplantamos por el consumismo funcional a la acumulación.

La política, la eterna madre del acontecer humano depende de la economía y el mercado, y de esa manera hoy solo se resigna a perpetuarse en una lucha por el gobierno, comprando y vendiendo todo, e innovando para poder negociar de algún modo, lo que es innegociable. Hay marketing para todo, para los cementerios, los servicios fúnebres, las clínicas, para padres, para madres, pasando por las secretarias, los autos y las vacaciones. Todo, todo es negocio.

Todavía las campañas de marketing caen deliberadamente sobre los niños, y su psicología para influir sobre los mayores y tener hacia el futuro un territorio asegurado. Sobran pruebas de estas tecnologías bastante abominables que a veces, conducen a las frustraciones y más.

El hombre promedio de nuestras grandes ciudades, deambula entre los bancos y la rutina de las oficinas. Siempre sueña con las vacaciones y la libertad, sueña con concluir las cuentas, hasta que un día, el corazón se para, y adiós. Habrá otro soldado cubriendo las necesidades del mercado, asegurando la acumulación.

Hoy, La economía globalizada no tiene más conducción que el interés privado, de muy pocos, y cada estado nacional mira su propia estabilidad, y hoy la gran tarea para nuestros pueblos, en mi humilde manera de ver, es el todo. Lo cierto es que la población se ha cuadriplicado y el PBI creció por lo menos veinte veces en el último siglo. Desde 1990 aproximadamente cada seis años se duplica el comercio mundial. Podíamos seguir anotando datos que establecen la marcha de la globalización. ¿Qué nos está

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