Antiguo Régimen

El pensador, político liberal e historiador francés Alexis de Tocquerville (1805-1859) escribió su obra El Antiguo Régimen y la Revolución en 1856, aunque se publicó completa años más tarde (1860-1865).

Tocquerville fue un observador de su época, luego de estudiar el sistema penitenciario de Estados Unidos (1831), admiraba el modelo liberal democrático de aquel país y escribió: Del sistema penitenciario en los Estados Unidos y de su aplicación en Francia (1833). En 1839 se dedicó a la actividad política, en 1848 sirvió a la Segunda República como ministro de Asuntos Exteriores y posteriormente se retiró de la vida política.

Con ayuda de libros del siglo XVIII, documentos públicos, las actas de las asambleas de los estados y provincias, registros de los señoríos, llamados becerros (terriers) del siglo XIV y cuadernos de quejas de 1789 (manuscritos originales que dan fe del pensamiento de la antigua sociedad francesa), Tocquerville logró exponer, desde un punto de vista muy particular, los propósitos de su investigación.

Tocquerville trató de encontrar el sentido que tuvo la revolución y rescatar ideologías de utilidad para el presente. Analizó, por un lado, las similitudes entre las instituciones políticas de la Edad Media en Francia, en Inglaterra y en Alemania; por otro lado, porqué la revolución solo estalló en Francia si los tres gobiernos se regían con las mismas leyes y con la misma jerarquía entre las distintas clases. Otro propósito fue dejar constancia de la decadencia del continente europeo en el siglo XVIII:

La decadencia era en general menos acusada en el oriente del continente, y más en el occidente, pero en todas partes se observaban síntomas de vejez y sobre todo de decrepitud.

Todos los poderes de la Edad Media que aún subsisten están atacados de la misma enfermedad, todos presentan las mismas señales de degeneración y decaimiento.

La sociedad medieval se hallaba dividida, el sistema político predominante en Europa occidental era el Feudalismo. El gobierno municipal era gobernado por pequeñas oligarquías durante el siglo XVIII, el poder lo tenían unas cuantas personas y adquirían ese derecho por herencia.

Unas cuantas familias dirigían los asuntos municipales con miras particulares, lejos de la vista del pueblo, y sin responsabilidad ante él; constituye esto una enfermedad de la que adolecía dicha administración en toda Francia. Todos los intendentes la denuncian, pero el único remedio que se les ocurre es el de someter cada día más estrechamente los poderes locales al gobierno central.

Explica Tocquerville que cada señorío poseía registros que datan del siglo XIV, consideradas obras maestras por la claridad y precisión con la que se indicaban los límites de los feudos y de los censos, las rentas, la prestación de servicios y los usos locales. Los señores cobraban derechos de peaje, derechos por las ferias y mercados; los señores gozaban del derecho exclusivo de la caza y sólo ellos podían tener palomares y palomas; obligaban al campesino a hacer su molienda en su molino y el vino en sus lagares. Otro impuesto que tenían que pagar al señor, se hacía por vender o comprar tierras dentro de los límites del señorío, por donde se vea, las tierras estaban cargadas de censos excesivos, dichos impuestos debían de pagarse con dinero o en especie; como podemos ver, todos esos derechos tienen que ver son el suelo y lo que se produce y, finalmente, todos afectan a los agricultores.

Por otro lado está la iglesia, los señores eclesiásticos tenían los mismos privilegios, el señorío del pueblo cobraba los mismos impuestos, a parte el diezmo, que los siervos pagaban con productos de la tierra. Los siervos comenzaban a sentir un profundo odio en contra del gobierno absolutista.

Otros impuestos, como la talla, que se trataba de otorgar una parte de la cosecha al señor

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