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Bienestar ambiental


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2017  •  Documentos de Investigación  •  2.751 Palabras (12 Páginas)  •  270 Visitas

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Bienestar ambiental

Actualmente el medio ambiente se encuentra en crisis porque se le ha quitado su valor para fijarle un costo utilidad y con un aparente beneficio saludable a la sociedad, pero realmente es un monopolio para lucrar, ejemplo; el agua embotellada. En los setentas se podía tomar el agua de la llave, hoy no es seguro. Por otra parte los alimentos están contaminados por los pesticidas.

Para expresar mí inquietud ¿existe el bienestar ambiental, quiénes son los responsables, qué se puede hacer?, tomo los trabajos de Enrique Leff, en su libro Saber ambiental donde menciona el privilegio de los propietarios encargados de la gestión, dejando sin participación a los interesados a realizar una mejora ambiental y la importancia de reeducar.[1]

Por otra parte L. Boff en su libro de Ecología, muestra el panorama de la cosmovisión ecológica, cómo fue el principio de las civilizaciones donde todo era hermandad y reverencia, es el principio de una reeducación para crear un mundo nuevo empleando los conocimientos existentes para una reprogramación de pensamiento y así cambiar para mejorar nuestro entorno, pensando en la unificación.[2]

Para sintonizar mejor estos conceptos encaja el planteamiento de Pedagogía de la tierra de M. Gadotti, para tomar consciencia plena y reeducarse como seres humanos integrales.[3]

Dentro del tema del medio ambiente integral supongo estar en armonía con todos los seres vivos; (plantas, flores, árboles, insectos, todo tipo de animales y seres humanos) donde el aire, el agua, el fuego, el metal y la tierra convivan sin peligro entre sí, encontrarse libres de contaminantes para lo cual el respeto y el orden sean vitales.

Tal vez sea solo una utopía ver en la ciudad las calles limpias, árboles y plantas afuera de cada casa, empresa o institución, y tener a las mascotas como un miembro más de la familia. Aunque lo actual es el descontrol productivo y el consumismo desmedido lo que está destruyendo a la vida planetaria.

Esta crisis es una exterminación paulatina que aparentemente los monopolios impiden que sea observada por medio del marketing y los medios de información. Por lo que aun es tiempo de rescatar la posibilidad de recuperar nuestro medio ambiente y conciliarnos con todos los seres vivos.

De esta manera se podrá afrontar el reto de reconstruir al planeta, por lo que hay que resolver el paradigma de la nueva educación. Al decir educación, me refiero a tomar conciencia y valorar lo más importante que tenemos, el aire y el agua. Vivimos al día con las nuevas tecnologías, sin ver lo que la información comunica e informa realmente.

Marx sostenía que, el cambio en los medios de producción transformaba el modo y las relaciones de producción. Lo mismo sucedió antes con la invención de la escritura y el alfabeto, la prensa, la televisión y actualmente el uso del Internet. El desarrollo espectacular de la información, ya sea en lo que dice respecto a las fuentes, ya sea la capacidad de difusión, está generando una verdadera revolución que involucra a la producción, el trabajo, la educación.

La crisis está presente al mostrarnos el modus vivendus, tanto tienes tanto vales, al devaluar y/o etiquetar económicamente algo que tiene un valor que no se puede comprar, claro, esto es válido sólo para el beneficio de unos cuantos.

El planeta se manifiesta a través del cambio climático, el progreso aparente de las nuevas tecnologías caracterizadas por la internacionalización de producción, expansión de flujos financieros creadores monopólicos que afectan el bienestar planetario al generar muertes por hambre consumista.[4]

Parece que la globalización impulsada por la tecnología, determinar y manda sobre cualquier decisión y/o sentimiento, se vive como si este momento fuese eterno. Las decisiones sobre lo que nos pasa en nuestro día a día parece que se nos escapa, por tomarlas lejos de nosotros mismos, comprometiendo nuestro papel de sujetos de la historia. Pero eso no está bien.

Las diferencias culturales, geográficas, socioeconómicas debilitan el sentimiento de unificación y pertenencia a la tierra como planeta, dadora de bienes, alimentos y de lo principal, la vida, sin la cual no existe nada.

Educar para la ciudadanía planetaria implica mucho más que una filosofía educativa, el enunciado de sus principios. La educación para la ciudadanía planetaria significa una revisión de nuestros currículos, una reorientación de nuestra visión del mundo de la educación como espacio de inserción del individuo, no en una comunidad local, sino en una comunidad que es local y global al mismo tiempo. Educar, entonces, no sería como decía Émile Durheim, la transmisión de la cultura “de una generación a otra”, sino el gran viaje de cada individuo en su universo interior y en el universo que lo rodea.

El tipo de globalización de hoy está mucho más unido al fenómeno de la mundialización del mercado, que es un tipo de mundialización. Y aún esta mundialización, fundada en el mercado, puede ser vista como una globalización cooperativa o como una globalización competitiva sin solidaridad. Entre el estatismo absolutista y la mano invisible del mercado, puede existir (y existe) una nueva economía de mercado (¡hay mercados y mercados!) donde predomina la cooperación y la solidaridad y no la competitividad salvaje, una economía solidaria, la verdadera economía de la sustentabilidad. Por todo esto, necesitamos construir “otra globalización” (Milton Santos, Por una otra globalización: del pensamiento único a la conciencia universal. São Paulo, Record, 2000), una globalización fundada en el principio de la solidaridad.

La globalización en sí no es problemática, pues representa un proceso de avance

sin precedentes en la historia de la humanidad. Lo que es problemático es la

globalización competitiva donde los intereses del mercado se sobreponen a los intereses humanos, donde los intereses de los pueblos están subordinados a los intereses corporativos de las grandes empresas transnacionales. Así, podemos distinguir una globalización competitiva de una posible globalización cooperativa y solidaria que, en otros momentos, llamamos el proceso de “planetarización”. La primera está sujeta a las leyes del mercado y la segunda a los valores éticos y a la espiritualidad humana. Para esa segunda globalización es que la Carta de la Tierra, como un código de ética universal, brindará una contribución importante, no solamente a través de la proclamación que los Estados pueden hacer, sino sobre todo, por el impacto que sus principios podrán tener en la vida cotidiana del ciudadano planetario.

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