Caso practico: El dilema de Alexander Gavin: relativismo cultural y los negocios como de costumbre
Yuvetzi CisnerosPráctica o problema6 de Junio de 2025
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Caso 1
El dilema de Alexander Gavin: relativismo cultural y los negocios como de costumbre
10 de abril de 1983
Estimado profesor Hennessey:
Desde mi participación en el Programa Ejecutivo del Colegio TUC durante el
verano de 1978, no he tenido oportunidad de conversar con usted. En varias
ocasiones he tenido la intención de visitarlo, pero en mi vida se han sucedido, una
tras otra, las sorpresas, y en años reciente he estado tan ocupado que me ha sido
imposible tomar vacaciones.
Quiero comentarle acerca de algo que me sucedió hace poco. Sé que le
interesará y si dispone de tiempo me gustaría me dijera qué habría hecho de
haberse encontrado en mi posición.
Como creo que usted sabe, soy gerente de proyecto para la empresa
constructora El Schad, en Kuwait. La compañía es próspera, goza de una
excelente reputación por producir de manera puntual y efectiva en cuanto a
costos, los principales proyectos de construcción de Oriente Medio. El director y
ejecutivo en jefe es un nativo de Kuwait muy conocido y mi jefe directo es otro
exiliado estadounidense quien ocupa el puesto de vicepresidente señor para
proyectos de construcción urbana.
Hace dos meses, hicimos una propuesta para ser el subcontratista principal de un
proyecto en Irán. Nuestra oferta fue por 30 millones de dólares, y esperábamos
negociar con Aiax Ud. la empresa británica que solicitó las propuestas. A los 30
millones se había integrado una utilidad muy significativa.
Se me solicitó viajar a Teherán, el 3 de marzo, para conversar con el
administrador de Ajax de ese importante proyecto. Él me informó que nosotros
obtendríamos el contrato. Me sentí complacido. El trabajo significaba mucho para
nosotros. Habíamos trabajado con gran intensidad en la planeación, y era
exactamente el tipo de trabajo que mejor realizamos.
Después, llegó la sorpresa. Me informaron que la oferta debía haber sido por $33
millones. Mi respuesta fue que el precio podía aumentarse, pero que me gustaría
saber por qué se nos solicitaba que lo aumentáramos. La respuesta fue en los
términos siguientes, "nuestra forma de hacer negocios exige que un millón de
dólares será para el director administrativo de nuestra empresa en Londres, otro
millón será para mí y a usted Alexander, se le depositará otro millón en una cuenta bancaria registrada en Suiza". ¿Por qué a mí? Pregunté, "Porque necesitamos
estar seguros de que jamás hablará sobre este asunto con ninguna otra persona".
Volví a Kuwait para evaluar la situación. Me sentía muy alterado porque había
escuchado acerca de situaciones similares en las cuales, en caso de que el
contratista se negara a cooperar, el siguiente mensaje sería que el daño físico
formaría parte del intercambio. Antes, ya me había visto implicado en casos de
"comisiones". Constituyen una práctica común, cuando se hacen negocios en
Oriente Medio, sin embargo, jamás me había encontrado en una situación en la
que se me coaccionara para tomar "parte" y eso no me agradaba. Contravenía
mis principios de ética.
En tal situación, no sabía qué hacer. Pensé en lo útil que sería exponer el dilema
en que me encuentro en un salón de clase de TUC y escuchar opiniones.
Atentamente
Alexander Gavin
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