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DISCURSO 20 DE NOVIEMBRE


Enviado por   •  19 de Enero de 2012  •  767 Palabras (4 Páginas)  •  7.333 Visitas

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DISCURSO 20 DE NOVIEMBRE

Buenos días tengan todos ustedes, hoy nos encontramos reunidos con motivo de celebrar los 101 años de la Revolución Mexicana.

Conmemoración de alto valor cívico es la señalada para este día por nuestro calendario nacional, porque nos hace considerar un episodio de nuestra historia por demás instructivo.

Hermanos contra hermanos en una lucha sangrienta por duró casi 20 años.

¿Por qué ocurrir este hecho tan doloroso?:

Ahí está la enseñanza: porque un hombre qué era bueno, generoso y patriota, no supo mantenerse en los limites de su autoridad: no supo medir hasta dónde podía y debía llegar en su justificado deseo de hacer gozar a nuestra extenuada Patria de los beneficios del orden político y social. Este hombre fue don Porfirio Díaz, uno de los más brillantes combatientes de la jornada del 5 de mayo, el que rompió el equilibrio de la batalla gloriosa a favor de México; el héroe inmarcesible de cien batallas en la guerra contra los franceses, luego treinta años Presidente de la República Mexicana.

Nuestro México era un campo de desolación; una completa ruina. Necesitaba descanso. Necesitaba reposo. Necesitaba orden. Necesitaba trabajo, y don Porfirio ofrecía todo eso. Y el pueblo se acogió a la famosa sentencia de que no importa errar en los menos si se acierta en lo principal. El procedimiento para escalar el poder había sido ciertamente ilegítimo, reprobable, mas la necesidad de orden era urgente, inaplazable.

Don Porfirio cumplió y fue querido: restableció la paz interior; levantó el honor nacional de México; aumentó la riqueza; hizo renacer el trabajo. México lo amó y le perdonó sus irregularidades ilegales por mucho tiempo.

El orden impuesto ya no era un beneficio, sino una opresión; ya no favorecía a la Patria, la perjudicaba, porque anulaba toda iniciativa. La tranquilidad, querida cuando era una necesidad vital, ya no era apreciada ahora, porque enmascaraba la injusticia y el abuso. El orden aparente ocultaba un gran desorden moral y una grave indignación cívica. El pueblo estaba irritado. Conseguido el orden, lo quería completo; pedía la ley, porque sin ley no hay orden verdadero.

Así lo entendió el ilustre prócer de don Francisco I. Madero, y por eso pidió al general Díaz que restableciera la ley, que devolviera al pueblo sus derechos y que en esta forma permitiese elegir como era debido por lo menos el Vicepresidente de la República, pues él podía seguir siendo Presidente, en atención a sus grandes méritos anteriores.

Don Porfirio, ya muy anciano, e influido por sus consejeros, no accedió, e impuso una nueva reelección ilegal confirmando su tiranía. Y entonces Madero desencadenó la Revolución Mexicana.

Esto ocurrió

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