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DOY LA PALABRA, LA PALABRA INCLUSIVA


Enviado por   •  9 de Marzo de 2015  •  1.484 Palabras (6 Páginas)  •  327 Visitas

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DOY LA PALABRA, LA PALABRA INCLUSIVA

HERNANDO SALCEDO GUTIERREZ

PSICOLOGO, LICENCIADO EN HISTORIA Y FILOSOFÍA

DOCENTE UNIVERSIDAD AUTÓNOMA LATINOAMERICANA

Deseo empezar esta breve charla haciendo una aclaración que no me canso nunca de repetir: cada vez que me invitan a una ponencia de este tipo, lo hacen a nombre de mi profesión. Me dicen: “¿qué puede usted decir como psicólogo o como filósofo sobre la actual situación de violencia del país?”. La aclaración es que las profesiones no tienen por qué decir nada, no dicen nada. El que emite su parecer es un sujeto que tiene una historia que lo ha llevado a realizar una serie de lecturas y de vivencias que le permiten tener un juicio, casi siempre muy particular, sobre los hechos. Así, pues, con mi participación no represento a la psicología ni a la filosofía, cuestión que sería realmente prepotente. Ello me lleva afirmar que solamente podemos responder por lo que decimos nosotros. Así, yo respondo hoy por mi palabra, empeño mi palabra y sólo me debato con ella ante las propuestas de otros sujetos capaces de lenguaje y acción.

Voy a comentar básicamente tres puntos en mi intervención. Y digo comentar porque serán sólo enunciados que prefiero entrar a debatir con ustedes desde sus dudas, que exponerlos sistemáticamente. Primero intentaré mostrar la importancia de la palabra; luego como segundo propondré algunas ideas de lo que entiendo por palabra explosiva, para terminar exponiendo algunos elementos que permitan pensar una palabra inclusiva.

1. LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA

Voy a partir de una pregunta a primera vista simple: ¿Cuál es la importancia de la palabra en nuestra conformación como sujetos, como humanos? Reflexiones del más diverso orden nos han llevado a pensar que la palabra es la causante de nuestra humanidad. La palabra es quien estructura nuestra personalidad.

Por ella somos, por ella existimos. Es más: ella somos. Soy lo que dice mi lenguaje. Y ¿Cómo construí mi lenguaje? A través del otro. Nosotros nos construimos a través de lo que el otro nos dice. Consciente o inconscientemente su palabra se empieza a convertir en mi palabra. Conclusión: para yo poder ser, tuve que pasar por la palabra del otro.

Luego, cuando ya tenemos palabra, empezamos con ella a construir la realidad. Nuestra realidad. Nos toca así afirmar que en gran medida vemos desde lo que nuestro lenguaje nos deja ver. Vemos el mundo, que no es más que interpretar el mundo, desde el lenguaje que tenemos, desde las teorías que tenemos. Así pues, el viejo apotegma empirista que dice que “ El mundo es como es”, ante nuestra visión resulta falso. El mundo es como lo miramos, y lo miramos con los ojos del entendimiento, es decir, con la palabra que tenemos, y las palabras que tenemos las tomamos del mundo humano circundante. Por tanto, la palabra es estructurante.

2. LA PALABRA EXPLOSIVA

Pueden imaginarse ustedes por qué existen entonces sociedades y culturas más violentas que otras: porque lo que retoman las generaciones más jóvenes es lenguaje cargado de violencia. Es lo que he llamado “Palabra Explosiva”. Es aquella palabra que pretende imponerse por sobre todas las cosas, aquella palabra dogmática, que excluye al otro, que no lo tiene en cuenta.

En la vida cotidiana la notamos cuando decimos que lo vamos a matar, como si matar fuera ya en nuestro medio un chiste: “Tener un revolver pa´ matarte” es una expresión que se ha hecho muy popular.

Pero sin ir muy lejos, cuando el padre pega el grito y ordena a su hijo que se calle, porque este le recriminó algo o le pidió algo. O el docente que dice que así es la lección y no de otra manera y por lo tanto el estudiante tiene cero. O el creyente que dice que su religión es la única religión. El marido que dice que él es el que da las órdenes en la casa, etc.

Adultos de este tipo que sólo le transmiten a sus jóvenes coterráneos palabras explosivas, no pueden sino esperar que esas palabras le exploten en su cuerpo alguna vez. De allí el cuidado que debemos tener con lo que le decimos a nuestros niños. Eso que les decimos es lo que van a repetir y hacer.

Educar es así, educar la palabra. En el claro sentido griego: cultivar la palabra, hacernos cultos.

Cuando tomamos la palabra, afirmamos nuestra existencia. SOMOS. Sólo cuando me permiten expresar lo que quiero y siento, soy reconocido como ser humano, se me respeta. Por el respeto a la palabra,

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