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Desigualdad en la Salud Pública y Privada

ɢᴀɪʀᴀ ᴋᴀғᴜɪɴEnsayo2 de Noviembre de 2022

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Índice del documento

Introducción ────────────────────────────────── Página 3

Antecedentes ───────────────────────────────── Página 4

Ámbitos económico y social ──────────────────── Página 6

Factores en la salud pública ──────────────────── Página 8

Problemáticas que interactúan ────────────────── Página 9

Propuestas de Solución ──────────────────────── Página 11

Conclusión ──────────────────────────────────── Página 13

Bibliografías ─────────────────────────────────── Página 14


Introducción

En una sociedad, hay que considerar que las variables conocidas como la pobreza y la mala salud son fenómenos interrelacionados que usualmente comprenden los factores principales de las problemáticas que se tratan de combatir, no obstante, en el área de salud, los países pobres presentan con mayor frecuencia peores resultados sanitarios que los países más desarrollados, y dentro de cada país también hay que considerar el hecho de que las personas pobres tienen más problemas de salud que las estables económicamente, o bien, arriba de la media. Esta sinergia refleja una casualidad que funciona en los dos sentidos: La pobreza genera mala salud, y la mala salud no influye en que los ciudadanos dentro del margen de la pobreza dejen de serlo. En este reporte se examinan los hechos disponibles respecto a las desigualdades sanitarias que existen entre las personas con un estilo de vida en el ámbito económico escaso y las personas con un estilo de vida en el ámbito económico alto, así como respectan las repercusiones que expresadas como empobrecimiento y desigualdad de ingresos pueden tener los hospitales en orden de sus gastos referentes a la atención de salud. Se hace una exposición concisa de los actuales conocimientos sobre los causantes de las desigualdades y sobre la eficacia de las políticas destinadas a combatir dichas desigualdades, así como también se señala que es demasiado escaso lo que se sabe acerca de los efectos de estas políticas, pese a las abundantes técnicas de medición disponibles, datos obtenidos en cuanto la magnitud y las causas exactas de las desigualdades. El punto donde parte el marco práctico de la investigación de esta problemática es que la enfermedad o la fecundidad excesivamente alta contraen consigo un efecto considerable en la economía de una familia y marcar incluso una diferencia entre la postura pudiente o precaria en la balanza económica. Además, la mala salud se asocia directamente a considerables costos que implican la atención sanitaria, por ende, los países pobres y las personas de la misma índole sufren múltiples privaciones que se expresan en altos niveles de mala salud. A este ritmo, las personas de escasos recursos se ven atrapadas en un círculo vicioso: la pobreza engendra mala salud y la mala salud mantiene el margen de escasos recursos, como se había mencionado antes. Es por ello que la finalidad de este instrumento será explicar cada uno de los puntos que influyen en este proceso convergente en la economía y salud de cada uno de los ciudadanos, en un ámbito internacional, nacional e incluso local que aglomera con generalidades, pero factores específicos que interactúan en un solo acto repetitivo que indica el claro problema que existe, y por supuesto, como un instrumento de evaluación, entonces tener en claro las condiciones que se han propuesto para tratar este problema y como es que realmente están operando dentro de este evento.

Antecedentes históricos relacionados a la desigualdad en la salud pública

Tentativamente, las características específicas de cada sistema de salud dependen de la historia, considerando las condiciones políticas y socioeconómicas que se establecen en cada país, así como del grado de influencia que los grupos de interés alrededor del globo ejercen junto a las fuerzas políticas que aseguran ese derecho de primera mano. La historia de la creación y desarrollo de los sistemas de salud se vincula estrechamente con la evolución de los regímenes de protección social en el tópico de Estado Benefactor; En Europa hay registro de la larga tradición en cuanto medición de las desigualdades socioeconómicas hablando en el campo de la salud, que incluye tanto su metodología como los análisis empíricos que apoyaron sus prácticas. En otras regiones del mundo, y especialmente en las que se encuentra en desarrollo, se han efectuado menos prácticas empíricas respecto al tema, pero, es de relevancia destacar los siguientes hallazgos clave de la literatura occidental que secundan está aclaración sobre los orígenes del margen económico y médico:

Primero, las desigualdades sanitarias tienden a ser perjudiciales para la gente pobre en la mayoría de todos los casos. Los pobres tienden a fallecer antes y resultar en mayores niveles de morbilidad que la gente que tiene un estatus económico alto.

Segundo, las desigualdades se anuncian con más frecuencia cuando son vistas como indicadores objetivos de mala salud, como las medidas antropométricas de mal nutrición y mortandad, que con indicadores más subjetivos. A menudo se observa que los países que se encuentran en desarrollo producen con cierta tendencia gradientes perversos, de modo que la gente de alta adquisición económica dice tener peor salud que los pobres. También tener en consideración que, sin importar que el país esté industrializado o se encuentre en desarrollo, muestran desigualdades que son desventajosas para los pobres en los siguientes factores: enfermedades de larga duración, limitación de actividades importantes y la evaluación rutinaria accesible.

Tercero, hay grandes variaciones entre los países si se colocan bajo la magnitud de las desigualdades sanitarias, incluso si estás son elásticas al comportamiento de los indicadores sanitarios y socioeconómicos que estén ocurriendo en un dicho contexto.

Cuarto, las desigualdades socioeconómicas, en lo que respecta el área de salud, parecen estar aumentando en vez de disminuir, y esto se cumple equitativamente para el mundo en desarrollo como el mundo industrializado, de modo que es imperativo pensar que estos problemas relacionados con los recursos y las capacidades para evaluar la salud de un humano con sus respectivos derechos siempre ha dejado una huella que indica una discrepancia entre el objetivo de salvaguardar la salud y ofrecer un nivel de vida alto.

Las modalidades operativas del Estado benefactor ejercieron una gran influencia para el desarrollo de los sistemas de salud; no obstante, los modelos de organización simplemente se guían por ideales y no se presentan de manera palpable en la realidad, de modo que ninguno de ellos fue aplicado en forma cabal por los países. De manera recíproca, la incorporación de versiones parciales dio lugar a órganos institucionales distintos, con arreglos operativos separados de la conducción/regulación, el financiamiento/aseguramiento y la provisión de estos mismos servicios.

En resumen, los sistemas de salud de la Región se basaron en los modelos occidentales de protección social, pero a diferencia de los modelos que se han instaurado en la mayoría de los países que conforman Europa, los subsistemas latinoamericanos se orientaron en dirección a estratos específicos de cada población, agrupados por su clase social, nivel de ingreso, ocupación, inserción en el mercado laboral con un perfil formal, origen étnico o condición urbana/rural, lo que causó un fenómeno de segregación poblacional que consiste en la estratificación del derecho a la salud. Debido a ello, la estructura organizativa tradicional de los sistemas de salud que componen América Latina y el Caribe consistió en un arreglo no integrado de pequeños sistemas divergentes que se dirigían a estratos específicos de la población, lo que, lógicamente provocó una mayor segmentación y fragmentación que afectó profundamente al desempeño de estas.

Los sistemas segmentados presentan marcadas diferencias en cuanto a la garantía de los derechos asegurados, los niveles de gasto per cápita y el grado de acceso a los servicios por parte de distintos estratos de la población, una rectoría débil caracterizada por un marco regulatorio insuficiente y fiscalización inadecuada, y costos de transacción elevados. Muestran también regresividad e insuficiencia del financiamiento con predominio del pago directo o de bolsillo, con riesgos catastróficos para la seguridad financiera de los hogares.

La prestación de servicios tuvo una concentración mayormente en las zonas urbanas con más recursos y en la población asalariada, lo que dio lugar a un uso ineficiente de los recursos sectoriales que no habían sido destinadas a los más pobres, dado al sector informal de la economía y, en muchos países, a las comunidades indígenas, afrodescendientes, poblaciones rurales y asentamientos urbano-marginales. Esto se entiende como la superposición y duplicación de las redes para asistencia, pero también una falta de complementación de los servicios y de continuidad con los cuidados.

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