EL GIRO RADICAL DE LUHMANN
Ariamsolor11 de Junio de 2014
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LA CONTRIBUCIÓN TEÓRICA DE NIKLAS
LUHMANN A LA CIENCIA POLÍTICA
T E S I S
QUE PARA OBTENER EL GRADO
DE DOCTOR EN CIENCIA POLÍTICA
JOSÉ LUIS HOYO ARANA
Abundando en su crítica sumamente rigurosa y objetiva de la obra de Parsons, quizá no igualada hasta la fecha, Luhmann entresaca aciertos y errores. Considera, como arriba diji-mos, que la teoría parsoniana llegó a significar un avance sin precedentes en las ciencias sociales, en la medida que integró disciplinas hasta entonces no manejadas en la tradición sociológica, tales como la psicología (conductismo), la ligüística (estructuralismo) y teoría de sistemas. Sin embargo, el mismo esquematismo teórico de Parsons le impidió vincularse con otras corrientes sociológicas, que por cierto se mantuvieron distantes en la descalifica-ción a priori, en lugar de emprender una polémica que seguramente hubiera sido fructífera para las ciencias sociales.
Luhmann hace hincapié en lo que él llama sistemas de segunda generación, entre lo que se encuentran los sistemas abiertos. Los sistemas operacionalmente cerrados pueden abrirse opcionalmente a su entorno para dar cabida a aquellos estímulos que mejor les permitan adaptarse a las variaciones del entorno.
Con ello se reafirma la completa autonomía del sistema respecto al entorno o hacia otros sistemas existentes en el entorno. Esta concepción de Luhmann supera en términos absolutos la teoría sistémica ori-ginada en la cibernética que hubo de acudir a la caja negra para explicar o más bien por no poder explicar los resultados disímbolos y desiguales del sistema social ante estímulos iguales, o bien al obtener resultados iguales ante estímulos desiguales.
El principio del termostato, dice Luhmann, fue el mecanismo que se ideó para lograr la estabilidad del sistema ante un entorno adverso y cambiante, o sea la corrección de las variaciones externas para mantener el equilibrio interno del sistema, con lo que el concepto etimológico de la cibernética como arte de la navegación, se convierte en el arte de conducir la sociedad, eliminando o compensando las desviaciones que pudieran ser peligrosas para su estabilidad o existencia.
Por último, ninguno de los mecanismos ideados por Parsons dio una respuesta clara sobre el funcionamiento real del sistema. El problema de fondo, nos dice Luhmann, fue que, a la manera de Durkheim, se continuó considerando al sistema como un objeto, y para poder estudiarlo, el científico social tenía que hacer las veces de sujeto. Objeto y sujeto eran aje-nos el uno al otro. Para resolver el problema, según la perspectiva teórica del autor, es ne-cesario observar al sistema no desde fuera, sino desde el interior del sistema mismo.
Así pues, podemos ver que desde sus primeras publicaciones (1962), Luhmann se ocupa de la teoría funcionalista, como producto de su estancia en Harvard con Parsons, concibiendo ya a la sociología como una teoría de los sistemas sociales; sin embargo, fiel a la tradición científica europea, vislumbra en esta disciplina una nueva etapa de la ilustración. A finales de la década concibe ya a la sociología como una teoría de los sistemas sociales, y aborda el estudio de los sistemas funcionales de la sociedad: sistema político, economía etc.
La década de los ochenta es sumamente prolífica y perfila ya la consolidación de la teoría social característica del autor: aparecen varios escritos sobre teoría del conocimiento, como la teoría de la diferenciación de Spencer Brown y en particular sobre el constructivismo; en 1984 publica su libro básico: Sistemas sociales, en el que plasma el concepto de autopoiesis como concepto sociológico. Siguen varios escritos sobre política: la diferencia entre políti-ca y economía, el Estado y la política, el Estado de bienestar, los fundamentos sociales del poder, el futuro de la democracia, derecho y poder, participación y legitimación, poder polí-tico, la f6eppdistinción entre riesgo y peligro, así como varios escritos sobre educación., la defi-nición de comunicación y el subsistema de la economía.
El concepto de autopoiesis, que se reitera a lo largo de la obra de Luhmann, significa que se trata de un sistema –el sistema social- que, como arriba dijimos, se produce y se reproduce a sí mismo. Es un tipo de sistema que esencialmente se compone de comunicación, cuyo entorno lo constituyen los sistemas psíquicos que reproducen dicha comunicación. Por lo demás, y como producto de la diferenciación funcional de la sociedad, dentro del sistema social se forman distintos subsistemas, que a su vez se constituyen en entorno los unos de los otros.
Es así como Luhmann considera que es necesario generar un nuevo concepto de sistema. No se trata ya de considerar al sistema como una identidad ontológica determinada, como algo que existe fuera del sujeto, como un objeto real al que es necesario definir por género próximo y diferencia específica, sino que lo procedente es entender al sistema como una diferencia..
“En campos paralelos como el de la información, la teoría actual, que se entiende como teoría de la diferencia, saca sus fundamentos de la formulación clásica de Gregory Bateson: la información es a difference that makes a difference”. Por tanto la información se trata de una diferencia que lleva a cambiar el estado mismo del sistema; por el solo hecho de acontecer transforma. Así, pues, con Luhmann asistimos a una revolución epistemológica en la que ya no se parte de un ser ontológico concreto, de una unidad determinada que nos permite primero identifi-carla y luego diferenciarla de otra análoga o distinta para poder conocerla. Los objetos, fenómenos y acontecimientos que captamos o percibimos del exterior, catalogados bajo el concepto de información, son procesados por el entendimiento a partir de una diferencia-ción entre los mismos, diferencia que inicia y luego continúa con una serie de diferencia-ciones, a partir de las cuales se crea una cadena operativa autorreferencial y autopoiética, que constituye la única base del conocimiento:
“Esta teoría de la información despega de una base sustentada en la diferencia y ate-rriza en un campo de diferencias... El proceso, para volverlo a recalcar, no transcu-rre a partir de una unidad indeterminada par abrirse paso en dirección de la unidad determina (si se permite parafrasear a Hegel), sino que acontece de la posición de una diferencia en dirección a otra diferencia”.
Este punto de partida es el que dificulta la comprensión de la obra que nos ocupa. Para ex-plicarlo, Luhmann cita a Spencer Brown, matemático inglés del que toma el siguiente ejemplo: si tenemos una hoja en blanco sobre la cual dibujamos un signo –pongamos una línea horizontal o vertical-, por el sólo hecho de asentar la línea tenemos como producto dos espacios: arriba o abajo, a la izquierda o a la derecha de la línea. De manera que si de-seamos asentar cualquier otro signo, sólo podremos hacerlo en uno de los dos espacios que resultan de la primera operación o acto de dibujar la línea. Con ello, dice Luhmann, el signo plasmado en forma de línea es concebido ya en sí mismo como una distinción.
A partir del signo que asentemos a continuación en el espacio escogido, se establecerá una nueva diferencia, y así sucesivamente. Pero no sólo se establece la diferencia entre ambos espacios: al escoger uno de los dos, automáticamente se está indicando que existe otro lado de la forma, o sea el espacio que no fue escogido para asentar el nuevo signo. Además de lo anterior, podemos observar que la parte de un todo siempre es contraparte de otra, y sólo entre ambas logran constituir una unidad. Así, dice Luhmann, cuando hablamos de un hombre necesariamente lo distinguimos de una mujer, o cuando hablamos de una mujer necesariamente la distinguimos de un hombre. Sin embargo, ambos constituyen una sola unidad: la especie humana. Esta especie a su vez puede distinguirse de otras especies, animales o vegetales. Pero cuando designamos un objeto que no tiene contraparte, por ejemplo una piedra, la distinguimos de todo lo demás, o sea de los múltiples objetos mine-rales, animales o vegetales
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