EL HOSPITAL DE MI PAIS

Hablar hoy en día de los hospitales en Venezuela, quizás sólo como una simple instalación sanitaria costeada por el gobierno es algo suele ocurrir frecuentemente. Muchas veces un número considerable de venezolanos se limita a hablar del mal estado de los mismos, sin detenerse a analizar los hospitales directamente desde la perspectiva de cada una de las personas que frecuentan el sanatorio y los roles que juegan dentro del propio.

El Hospital Universitario de Caracas, es uno de los hospitales de todo el país que atiende una gran cantidad de pacientes diariamente; por esta misma razón es muy poco probable que alguna sala o pasillo del mismo logre a estar vacío en cualquier hora del día. Aun así, sin pausa alguna llega un paciente más a las puertas de la sala de emergencia del hospital.

El paciente sufre de un fuerte dolor de pecho, un temblor incontrolable en su pierna derecha y graves dificultades para respirar. Su llegada empieza a causar tensión en toda la sala, las caras de pánico aparecen entre las personas que se encuentran sentadas en las sillas que se localizan en la puerta de la sala de emergencia, mientras los médicos actúan rápidamente, cuando de pronto aparece una mujer que persigue la camilla y grita desesperadamente: ´´Mamá resiste, acá te esperamos´´, e inmediatamente exploto en llanto.

Después de cuatro horas esperando el primer informe de los médicos en la sala de espera, la hija un poco más tranquila pero aún angustiada le pregunta al señor que estaba sentado a su lado:

—¿Qué lo traer por aquí?

—Me operaran del corazón esta semana señorita —respondió muy educadamente, mientras tocia—, espero que esta gripe no posponga la fecha de la operación, seria terrible.

—¿Cree usted que salven a mi madre? —pregunto apresuradamente la hija.

—Téngalo por seguro, hace meses yo llegue en una ambulancia a esta misma sala de emergencia y míreme, estoy vivo y no tuve que gastar ni un bolívar fuerte. Muy pocas quejas tengo sobre este hospital señorita. Eso sí, hay una escases de baños increible… —dijo entre risas.

Cuando finalmente después de cuatro horas y quince minutos aparece el doctor para entregarle el informe a la joven angustiada. Su madre había sufrido un derrame cerebral, estaba estable por los momentos pero existía un alto riesgo de que un derrame cerebral ocurriera de nuevo y acabara con la vida de su madre. Sin darle una explicación más razonable y amable el médico le dijo: ´´ Rece y prepárese para lo peor. Disculpe, me tengo que retirar es mi hora de almuerzo´´. La hija un poco indignada por el trato directo que había sostenido con el doctor explota en llanto nuevamente e inmediatamente empieza a rezar y deja en mano de Dios la vida de su madre.

Esta

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