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ELOY ALFARO (1842-1912)

ddjsl8 de Abril de 2015

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ELOY ALFARO (1842-1912)

"Los hombres indiferentes a la desventura de la Nación, aunque sean privadamente laboriosos, son los auxiliares inconscientes de las desgracias y corrupción de los pueblos" (Mensaje a la Nación, 1895)

PRESIDENCIA DE ELOY ALFARO Jefe Supremo: 5 de junio de 1895 a 9 de octubre de 1896. Presidente Interino: 9 de octubre de 1896 a 17 de enero de 1897. Período Presidencial: 17 de enero de 1897 a 31 de agosto de 1901. Primera Dama: Ana Paredes Arosemena. Vicepresidente: Manuel Benigno Cueva: 17 de enero de 1897 a 31 de agosto de 1899. Carlos Freile Zaldumbide: 31 de agosto de 1899 a 31 de agosto de 1901. Eloy Alfaro

ENTRE DOS FUEGOS

Eloy Alfaro apoyado por la burguesía y los montoneros llegó al poder el 5 de junio de 1895. En este período liberal gobernaron hasta 1912: Alfaro, Leonidas Plaza, Lizardo García, Alfaro, Emilio Estrada y Carlos Freire Zaldumbide. La burguesía incluía a importadores, exportadores y banqueros. Buscaba libertad para modernizar la producción agrícola, mejorar el crédito exterior, mover con facilidad el dinero, contratar con ventaja la mano de obra, abrirse al progreso ma-terial y a la cultura laica. Los montoneros, los indios, los pequeños campesinos, artesanos e intelectuales radicales querían igualdad, tierra y educación. Querían, sobre todo, muerte a las instituciones que los maniataban a los dueños de la tierra y del dinero. Quien podía unir estos intereses, en gran parte opuestos entre sí, era Alfaro, el hombre de la fraternidad. Gobernaba entonces Luis Cordero (1892-1895) con ministros de su Partido Progresista y también de la oposición como el liberal Luis F. Borja y el con-servador Pablo Herrera. Cordero respetó la libertad de prensa, impulsó la edu-cación primaria, tendió 400 kilómetros de líneas telegráficas y llevó los misioneros salesianos a Méndez y Gualaquiza para fortalecer la presencia ecuatoriana en la Amazonia. Cuidó con afán el crédito pagando con puntualidad y sacrificio la deu-da externa hasta que el Congreso de 1894 suspendió los desembolsos a causa del déficit fiscal originado en la recesión económica mundial y en gastos de defensa. La burguesía liberal se impacientaba con las tibias reformas modernizantes del progresismo. Los radicales se impacientaban por la tolerancia del progresismo con la Iglesia y la falta de propuestas sociales renovadoras. La Iglesia y los conservadores se irritaban con la moderación ideológica del progresismo y su inclinación a la economía liberal. Hubo provocaciones: El obispo Pedro Schuma-cher de Manabí, conservador fundamentalista, había excomulgado a Felicísimo López, senador liberal por Esmeraldas. El Senado de mayoría conservadora desca-lificó al senador no por inepto sino por excomulgado. Sintiéndose segura, la prensa partidista atacaba con dureza el centrismo del Gobierno. Y éste con "la Venta de la Bandera" dio pie a que conservadores y liberales se unieran para echarlo del poder.

EL ESMERALDA

Japón crecía en detrimento de los países subdesarrollados del Este de Asia. En 1894, las intrigas japonesas en Corea provocaron una guerra con China. Japón quiso fortalecer su Armada y acudió a la Casa Flint de Nueva York, una suerte de pre transnacional naviera. Flint le sugirió que comprara el crucero de guerra chile-no Esmeralda, y como Japón le adujese que no podía hacerlo porque Chile se había declarado neutral, Flint dijo que acudiría a sus amigos ecuatorianos. Uno de ellos era José María Plácido Caamaño, ex presidente de la República y gobernador de Guayas. Caamaño aceptó fingir que Ecuador compraba el crucero a Chile y que lo vendía a Japón. El Esmeralda navegaría bajo el pabellón ecuatoriano hasta Hawai. Como pago, Chile ofrecía apoyo moral a Ecuador y materiales de guerra en caso de un conflicto con Perú. En un telegrama del 20 de octubre de 1894 a Caamaño, Cordero autorizaba cerrar el trato a condición de que el barco navegara con ban-dera chilena desde Valparaíso a las Galápagos. El contrato entre los gobiernos de Japón y Ecuador se firmó en Nueva York el 23 de noviembre, pero la condición puesta por Cordero no fue obedecida. Tampoco Cordero fue informado de que había una comisión en dólares. El 3 de diciembre, Caamaño la reclamó a Flint pero no se sabe si llegó a cobrarla. Según Gonzalo Ortiz Crespo, investigador de los pormenores de la venta, este es un ejemplo claro de que el capitalismo estaba entrando a la fase imperialista. A Flint nunca le importaron las consecuencias de su negociación para el futuro de Ecuador. Los negocios estaban por encima de las soberanías nacionales. El 3 de enero de 1895, estalló la noticia. En Ecuador se levantó una protesta que fue creciendo. Cordero no acertaba a explicar con claridad y firmeza lo sucedido. Solo cuando Caamaño trató de echarle el muerto, Cordero le exigió la renuncia. El 12 de febrero, Milagro se levantó en armas y luego, la Costa. Las provincias del norte y del centro de la Sierra se opusieron al Gobierno. Hubo enfrentamientos. El 9 de abril los conservadores y liberales se tomaron Guaranda y desconocieron a Cordero. El 10 de abril se luchó en las calles de Quito e incluso el presidente y sus hijos Luis y Miguel, de 18 y 16 años, empuñaron las armas contra los conservadores sublevados. El 15 de abril renunciaba el presidente ante el Consejo de Estado: "El deseo que tengo de que la paz se restablezca, el orden se consolide y no siga corriendo sangre de hermanos en una bárbara contienda civil es el que me induce a separarme de la Magistratura ...". Cordero regresó a Cuenca por las breñas de la cordillera Central. Once meses después, la Asamblea Nacional constituida en Gran Jurado para conocer las infracciones cometidas en el negocio del crucero de guerra chileno Esmeralda, declaró haber lugar a formación de causa contra el ex presidente Cordero y el ex ministro de Hacienda, Alejandro Cárdenas, por cuanto creyó que eran responsables de la "simulación de un contrato injusto en sí mismo, contra la manifiesta conveniencia de la República, y con suposición de malversación de los caudales públicos y de soborno o cohecho". En junio de 1898, el fiscal Adolfo Páez pidió el sobreseimiento, y el presidente de la Corte Suprema, León Espinosa de los Mon-teros, dictó auto de sobreseimiento definitivo. La Corte Suprema de Justicia aprobó el auto de su presidente.

CINCO DE JUNIO

La "Venta de la Bandera" había unido a liberales y conservadores en la lucha pero no en el destino de la lucha: los radicales peleaban por una verdadera revolución; los conservadores, por un mero cambio de Gobierno. El vicepresidente se hizo cargo del poder. Vicente Lucio Salazar, muy enfermo entonces y casi paralítico, convocó a elecciones presidenciales. Darío Morla triunfó en Quito sobre Alfaro. Morla, liberal moderado, obtuvo 725 votos; Alfaro, 276. En Guayaquil, el pueblo arrojó las urnas a la ría. Y se desató una lucha de sangre, ideas y modos de entender la vida. La Costa en bloque acogió el modelo liberal. La Sierra se dividió entre liberales y conservadores, azuzados estos por la Iglesia que compa-raba el liberalismo a "un monstruo en el infierno, espantoso, indescriptible",... "a la gran ramera de Babilonia que vio san Juan en el Apocalipsis", según la novena carta pastoral del arzobispo de Quito Pedro Rafael González y Calisto. A fines de abril, Carlos Concha Torres ocupó Esmeraldas. A comienzos de mayo, Manuel Serrano triunfó en El Oro. Hacia fines de mayo, Riobamba se pronunció contra el Gobierno. El 4 de junio, el pueblo de Guayaquil asaltó los cuarteles y entregó el poder a una Junta de Notables que desconoció el gobierno de Vicente Lucio Salazar y nombró jefe civil y militar a Ignacio Robles. El 5 de junio, una Asamblea Popular reunida en Guayaquil se impuso sobre los Notables y nombró a Eloy Alfaro jefe supremo de la República: "La burguesía, muy a regañadientes, tuvo que aceptar la dirección del peligroso caudillo", acota el historiador Enrique Ayala Mora. El acta revolucionaria fue firmada por 15.784 personas. Alfaro se hallaba en Nicaragua. Llegó a Guayaquil el 19 de junio y asumió el mando. Buscó un arreglo pacífico con el presidente Salazar y con el Ejército gobiernista comandado por el general José María Sarasti. Fracasada esta tentativa, Alfaro emprendió una campaña para conquistar la Sierra. Sus tropas triunfaron en las provincias de Azuay (Girón), Bolívar (San Miguel de Chimbo), Chimborazo (Gatazo) y Tungurahua (El Socavón). Vicente Lucio Salazar, muy enfermo, renunció en julio. Carlos Mateus, presidente del Senado, con quien Salazar se alternaba en el poder, lo hizo en agosto. Aparicio Ribadeneira, ministro de lo Inter-ior, que sucedió a Mateus, abandonó la capital y se retiró a Tulcán para proseguir la lucha. A fines de agosto, una Junta de Notables proclamó en Quito la jefatura suprema de Alfaro y nombró jefe civil y militar de Pichincha a Belisario Albán Mestanza. El 4 de septiembre de 1895 entraba Alfaro en la Capital. Había en las calles una temerosa prevención. Empezaba para Ecuador el "Siglo de las Luces".

"EL VIEJO LUCHADOR"

El programa de mi Gobierno será de reparación, nunca de venganza, nada de resentimientos por lo pasado; justicia y justicia inquebrantable debe ser, desde ahora, nuestra sagrada consigna", fueron las palabras de agradecimiento al pueblo guayaquileño, consignadas en un telegrama fechado desde Managua, Nicaragua, el 6 de junio de 1895. Eloy Alfaro era un hombre radicalmente bueno. Cada Jueves Santo reunía en su mesa de presidente a doce mendigos, comía con ellos y les pedía la bendición. "Callado

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