El 22 de julio es el relato de Greengrass

El 22 de julio es el relato de Greengrass de la masacre de 2011 en Utoya de 69 personas, en su mayoría adolescentes, por el terrorista de extrema derecha Anders Behring Breivik (que ya había matado a ocho personas anteriormente con un coche bomba en Oslo). El resultado es abrasador.

En Utøya, la cámara se centra en el sobreviviente  Viljar Hanssen y lo que le sucede después del atentado. A veinticinco millas de distancia de Oslo, un hombre adulto viste un uniforme de policía comprado en línea: Breivik (Anders Danielsen Lie), involucrado en la monótona mecánica del asesinato en masa. En el centro de Oslo, estaciona una camioneta sin identificación fuera de la oficina del Primer Ministro y se aleja en otra. Momentos después, el primer vehículo explota. Ocho personas murieron aquí. Para Breivik era solo un comienzo. Al llegar a Utøya en un pequeño ferry, cortésmente le dice al líder del campamento que, dado el caos en Oslo, está aquí para proteger la isla. "Tendrás que cubrirlos", dice ella, gesticulando hacia sus armas. "Ellos asustarán a los niños". Después los mata y comienza la gran masacre disparando a todos los  adolescentes entre 15 y 18 años que se encontraban en un campamento del Partido Laborista.

En este doloroso proceso de doble reconstrucción, que no coincidió con la técnica de montaje alternativo, emerge, sin embargo, él, el bombardero. Anders Danielsen Lie es aquí un despiadado pero muy lúcido Anders Breivik, presidente de los Caballeros Templarios y cruzados contra los males de la inmigración y el multiculturalismo.  Donde no hay sentimiento de culpa en sus ojos, no hay arrepentimiento: solo una sonrisa burlona y astuta. Y la conciencia de haber actuado por el bien de Europa. Junto a él está la figura (aparentemente) ambigua del abogado defensor, Geir Lippestad un buen hombre de familia listo para cumplir con su deber, incluso a costa de ser políticamente incorrecto. Y lo que es peor: ser voluntario de la guillotina social.

Se desarrolla el drama legal. Pero el juicio no se trata de culpa o inocencia. En cambio, Breivik exige que Lippestad le demuestre que está cuerdo.

Si bien la red de "hermanos" de extrema derecha de Breivik puede haber sido ilusoria, hablar de grupos de odio en toda Europa se siente profundamente profético.

La delicada relación entre los partidos (política, familias, el poder judicial) es el pilar sobre el que se basa toda la película, que merece tanto contener los excesos dramáticos como restaurar los eventos con honestidad y transparencia. Incluso con un esquema de fondo fácil, Greengrass tiene el mérito de haber propuesto una película definitivamente más utilizable que (casi homónima) anterior y aun extremadamente actual. Es una película que, pretende hacer pensar a la gente. ¿Qué hace un asesino con un hombre ordinario? ¿Hasta dónde puede llegar la violencia del populista extremo? ¿Y si lo que sucedió en Noruega nos abrió los ojos a lo que estaba sucediendo en Europa?

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