El Carnaval

EL CARNAVAL:

UNA FIESTA POPULAR TRADICIONAL MUNICIPAL

Por Efraín Valenzuela

Si existe, entre muchas otras, alguna manifestación cultural cuya naturaleza y dimensión permita contribuir al estudio de la cultura festiva, en general, y a la caracterización de las fiestas, en particular, es El Carnaval. Por lo menos, dos trabajos consultamos al respecto: el de la profesora francesa Helene Ivert-Jalu sobre el Carnaval de la Rusia contemporánea y el de Alves Teixeira en torno al Carnaval de Río de Janeiro. En otras palabras, en el momento de intentar caracterizar a las Fiestas o al Sistema de Fiestas como manifestaciones culturales se nos presenta de ineludible el estudio de esa antiquísima fiesta tradicional popular como la constituye el Carnevale.

Quizás, su génesis esté relacionada con las celebraciones de la Primavera. Ya las fiestas saturnales de celtas, teutones, griegos y romanos celebraban el Carnaval. De allí nos viene el Carrus Navalis o Carro Naval con Ruedas. Es posible, suponer que tal Barco con Ruedas sea la forma antigua de las primeras carrozas. Su Rey de Mentira, significando a Saturno y elegido por los soldados, con poderes absolutos, estaba obligado a suicidarse el último día de la fiesta.

En España, de donde proviene nuestro carnaval, se sustituyó al Soldado Rey por el

Rey Momo, monigote de muecas grotescas, el cual vino a suavizar lo violento de la fiesta. Por la presencia del Cristianismo, la expresión Carnaval viene de Carne Vale o Carne ¡Adios¡ porque se inicia la Cuaresma.

En el Carnaval de la Rusia contemporánea, por ejemplo, el último día de la manifestación, El Día del Perdón, también celebrado con júbilo, se lleva a cabo la destrucción de la Maslenitsa (Equivalente al Rey Momo de Brasil, a Baco en Italia y a Joselito en Colombia). Pero lo característico de ese día, tal como lo señala Helene Yvert-Jalu: “Todos se pedían recíprocamente perdón por las faltas cometidas y se abrazaban en señal de reconcialición...”. “El primer día de la Cuaresma, el Lunes Puro, se consagraban a una gran limpieza de la casa y se iba a bahia (Baño Turco) para lavarse. Después de los excesos de la fiesta, comenzaba un período de purificación a la vez espiritual y física.”

De cualquier manera, lo tradicional del carnaval parece estar asociado a las mascaras y disfraces, danzas y comparsas, baile y música popular, sátira y sarcasmo, comedia y jolgorio, Dionisios y Eros. Para decirlo en las venezolanísimas palabras de Francisco de Miranda: “Bochinche, Bochinche...”, antesala histórica a la prestancia, el ayuno, la abstinencia y el recogimiento. Nos encontramos aquí con dos dimensiones culturales históricamente opuestas. Dos opuestos históricos antagónicos. Nos preguntamos ¿Serán, también, complementarios?

El Carnaval tiene expresiones particulares en Venecia (Italia); en Barranquilla (Colombia); en Oruro (Bolivia); en Colonia(Alemania), para citar algunos culturalmente significativos. Pero indudablemente “...la capital carnavalesca del mundo” (Últimas Noticias.8-2-97) está representada por Río de Janeiro(Brasil). También, y en todo caso, compartimos resueltamente la afirmación que hicieran Moira Angulo y Ernesto Fagúndez: “En Venezuela son famosos los carnavales de Carúpano y El Callao”. (Carnaval. Revista Horizontes. No.56. Año 1994) .

Esta manifestación cultural ha tenido sus cancerberos. Algo así como sus madroñeros, término que acuñamos en honor a aquel Obispo, Mons. Diego Antonio Diez Madroñero, que en el año 1757 mediante un edicto prohibió la fiesta. Casi una década duró la suspensión. La Venezuela contemporánea también ha tenido sus madroñeros entre presidentes y gobernadores, algunos intentaron

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