El Estallido De La Revolucion
marthasoledad12 de Septiembre de 2011
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El estallido de la Revolución Mexicana, interrumpe el proyecto educativo Porfiriano, referente a la centralización de la enseñanza primaria y los acuerdos para homogeneizar al magisterio y la unificación de los planes y programas de estudio en la enseñanza normal. La participación de los maestros en el movimiento de la Revolución fueron diversos, como su participación dentro de algunas de las facciones o simplemente se mantuvieron al margen de la situación por la que atravesaba el país. Durante la revolución, la política para formar maestros fue una continuación del régimen Porfiriano, aunque con algunas modificaciones importantes. Uno de los cambios más notables fue la interrupción del antiguo proyecto para federalizar la enseñanza primaria. En 1917 se suprime la SIPBA por lo consecuente las escuelas primarias se transfieren a los ayuntamientos de distrito y de los territorios federales, en el cual se dice que no hubo estado o grupo revolucionario que no contara en sus filas con más de un maestro. Durante la revolución y después de la misma el papel del magisterio ha sido exaltado por casi todos los candidatos a los puestos de representación popular en sus campañas electorales, una de las mayores dificultades para valorar la magnitud y el sentido de la participación del magisterio en la Revolución es que se trataba de un grupo profesional más numeroso, con la más extensa distribución geográfica en el país y con una mayor heterogeneidad social, profesional y económica. Francisco Xavier Guerra destaca el papel del magisterio en la víspera y durante la revolución, así mismo apunta diversos factores que alentaron y permitieron la participación de los profesores en esos y otros grupos revolucionarios que los sucedieron en la lucha y en el triunfo. Los normalistas quisieron ser distintos, querían constituir un grupo profesional diferente al resto de los profesionistas, querían tener su propio campo de actividad, sus propias funciones y sus propias normas de ingreso de permanencia y movilidad profesional, pero al mismo tiempo gozar de un status igual al de los universitarios. Justo Sierra, rechazó la propuesta señalando que la enseñanza normal era un asunto de directa incumbencia del estado, crucial para el cumplimiento del precepto de instrucción obligatoria. La universidad y la Normal coincidían en la tarea de formar profesionistas, solo que diferían en el tipo de profesionistas que deberían de formar. Mientras que la Normal formaba profesores de educación primaria elemental y superior, y la universidad lo hacía para que enseñaran en sus propias escuelas. Los profesores universitarios y preparatorianos eran profesores habilitados para la docencia, mientras que los normalistas se les formaba en educación primaria, la enseñanza normal nació directamente asociada al creciente de la intervención del Estado en la instrucción primaria obligatoria, surgió como una institución del estado para formar a los maestros que iban a realizar una actividad cada vez más estatal. Por varias décadas, los egresados de las normales constituyeron un grupo muy reducido. En ese tiempo se mantuvo la educación elemental como parte del territorio normalista y la superior del universitario pero el punto medio, la educación media, creó una disputa de pertenencia. Hacia 1986 la educación primaria que formaba parte de la junta superior se traspasa a la dirección general de instrucción primaria ya que se ocuparía de las escuelas superiores y la nacional preparatoria; 10 años después surge nuevamente el conflicto de inconformidad de las escuelas normales de pertenencia a la categoría universitaria y la respuesta fue la misma. La revolución transformo la designación y composición de los órganos de dirección y consulta en el ramo. Al mismo tiempo la expansión escolar aparece como una oferta político-electoral. Los caudillos ya no veían a los maestros solo como un agente educador, sino que
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