El Horror Económico
elis_moon23 de Septiembre de 2014
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Veo que la autora realiza una excelente crítica (de pronto me pareció incluso una crítica poética, como leer a Bukowski) a el trabajo "disimulado, de hoy en día, bajo la forma perversa de empleo”, desde la perspectiva de la economía de mercado, del capitalismo, las empresas y el salario, fundamentalmente.
Pienso que describió en su totalidad una realidad que nos afecta a todas las sociedades, a algunas incluso en mayor medida que a otras. Como yo lo veo y trasladado a México considero que aquí nos han inculcado con bastante insistencia, que debemos estudiar para ser alguien en la vida y poder tener un empleo; sin darnos cuenta que el problema reside en nuestra ya desgastada sociedad o sistema. Y tú, como joven aprendiz, haces lo que te dicen y estudias con desesperación esperando concluir una carrera, con la finalidad de tener los ingresos exorbitantes prometidos, para así poder hacerte cargo de ti mismo el resto de tu vida (o incluso para comprar todo lo que el mismo sistema, te dice que necesitas (suena a las tiendas de raya del porfiriato)). Y piensas que los sueldos mezquinos que te pagan siendo estudiante serán cosa del pasado. Cuando ya obtuviste el título por el que supuestamente asciendes en la sociedad, comienzas a laborar. Pero tus expectativas económicas continúan siendo superiores que la paga, sin embargo piensas, seguro es temporal; en cambio la explotación desde un inicio, no lo es. No obstante, tú aguardas porque crees que las cosas van a mejorar.
Cuando de acuerdo a las exigencias del mercado, tú recapitulas y crees poder cubrir la lista de requisitos para escalar un puesto, lo tomas; sin saber que es tu pase al matadero, porque es tu firma de aceptación a no tener más vida personal, a perder tu salud por exceso de estrés, mala alimentación y falta de actividad física; y a no tener oportunidad de seguir cultivando la mente por falta de tiempo.
Si te das cuenta de todo lo anterior, te revelarás y le darás una solución, dependiendo del costo-beneficio que te genere en ese momento. En mi caso renunciar a mis empleos ha sido la mejor medida, pero en efecto, la presión social (tener una edad en la que todos me ven como en época productiva y no más de estudiante), y por supuesto la falta de ingreso para mi arraigado sentido consumista, me han hecho volver al “camino del pastor”.
Sin embargo, tal como lo menciona Forrester, surgen preguntas como ¿me tengo que ganar a fuerza mi derecho a vivir?, "¿es 'útil' una vida que no le da ganancias a las ganancias?", "¿es necesario 'merecer' la vida para tener el derecho de vivir?" y "¿Es necesario 'merecer' el derecho de vivir?"
¿Mi conclusión?, debo decir que el capitalismo en el que me encuentro inmersa, me ha hecho dudar, pero mi razonamiento dice: ¡claro!, claro que se tiene derecho a vivir sin someterse a los tabús del sistema. Después de todo el ser humano también siente la amplia necesidad de cultivar su mente y en muchas ocasiones esas horas son las que han rendido mayores frutos para mejorar la vida humana. La vocación de cultura. Al fin y al cabo, ¿no es ya un trabajo el hecho de pensar?
Cuando en México ocurren acontecimientos políticos (que a mí parecer todo se relaciona a la política, así como al Derecho) y escucho a muchos jóvenes y personas diciendo: “Es mejor no enterarse de nada de lo que pasa, siempre es lo mismo y nada va a cambiar”, me cuesta trabajo entenderlos porque considero que de la indiferencia residen un sinnúmero de problemáticas (o diría Gramsci, odio a los indiferentes), a las que sólo los beneficiados ponen atención. Como Forrester menciona “El pensamiento es político, el solo hecho de pensar es político”, eso me hace pensar que de pronto los superfluos no son los que está señalando la sociedad como improductivos,
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