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El Horror Economico


Enviado por   •  5 de Octubre de 2014  •  1.956 Palabras (8 Páginas)  •  283 Visitas

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INTRODUCCIÓN

El libro HORROR ECONOMICO instala el debate en un terreno que no es el económico ni el político (técnico uno, institucional el otro) sino en el espacio público. (Habla de la economía y de la política pero superficialmente).

Viviane Forrester es una novelista y crítica que, en esta obra, empieza por hablarnos de esos miles de destinos destruidos por el sistema económico actual, es decir del destino de los pobres. Nos habla de los excluidos de la sociedad. Da respuesta a interrogantes que mencionan el por qué existen y por qué razón están marginalizados. Analiza y explica lo que es el desempleo, porqué existe y cuáles son las soluciones para enfrentarlo. Dice que el trabajo tal como lo conocemos y las oportunidades de trabajo, se están convirtiendo en cosa del pasado, que el alto desempleo es inevitable, e incluso es probable que empeore, a diferencia de los bienes y servicios que, aunque se producen cada vez con menos insumos (siempre fue así), todavía se producen a pesar de que haga falta medios para comprarlos.

Ella se refiere a los modernos condenados de la tierra, la nueva clase inferior, los desempleados, así como a los trabajadores explotados de los países en vías de desarrollo; que hay algo peor que la explotación del hombre por el hombre: la ausencia de explotación, y que cada uno de los que integran ese conjunto tiembla ante la perspectiva de no seguir siendo explotable

Aclara en los primeros capítulos que la gran mayoría de los seres humanos están encerrados en un paradigma que ya no existe: el mercado del trabajo. La población no se da cuenta de la casi inexistencia del trabajo, está ciega por culpa de los pocos ricos, quienes manipulan a las masas. Define al trabajo como un mito, como algo que ya no existe más, pero al cual la gente se aferra.

DESARROLLO

La actividad laboral es el cimiento de la civilización occidental. Es vital. Sirve para llenar el espacio. Al día de hoy, nos es indispensable para ganarnos el derecho de vivir. Es una de las muy pocas maneras que tenemos para demostrar nuestra utilidad, es nuestra defensa, por eso nos aferramos tanto a ella, cuando inconscientemente sabemos que ya no existe y que en poco tiempo desaparecerá por completo. Para decirlo de otra forma, alguien útil es alguien que es rentable, “empleable” o mejor dicho explotable. Pero, cuando no hay oferta de trabajo, ¿cómo puede uno cumplir con esa “obligación”?. Es cuestión de una inserción social que es imposible. Desafortunadamente, la labor y la economía son dos conceptos que ya no están a nuestro alcance y si no hay más promesas de empleo es porque casi no se hacen transacciones reales, con cosas concretas. En vez de eso, son “especulaciones de especulaciones.” No hay producción sin apuestas. Y eso da lugar a un mercado totalmente “artificial, acrobático, ilusorio, basado en simulacros e invisible” que no requiere mano de obra o muy poca.

Si uno enciende la televisión o lee los periódicos o sale por la calle, se da cuenta de la pobreza, de la miseria. Se entera del sufrimiento humano. Contamos con millones de destinos destruidos, aniquilados en nombre de las ganancias. Las privaciones sufridas debilitan y marginalizan a las víctimas del desempleo, quien es el actor principal de la fractura social. Dice el autor que hay “multitudes abandonadas en otros continentes, poblaciones enteras libradas al hambre, las epidemias y todas las formas de genocidio dominadas por los potentados aceptados y sostenidos por las grandes potencias”. Todos tenemos consciencia de esos acontecimientos, pero los poderosos de este mundo son muy inteligentes y recuren a medios inalcanzables para el común de la población mundial.

Los políticos y los gobiernos de nuestra época toman decisiones a favor de las empresas. Es decir que favorecen más el ámbito económico que el social. Aparentemente, se movilizan en torno a los conceptos de “trabajo” y “desempleo” pero en realidad, fingen, haciéndolo únicamente porque la masa representa potenciales electores. El estado es un instrumento que beneficia al mundo empresarial. No tiene ninguna autoridad, toda la tiene el poder. Puesto que la deuda estatal está en manos de las multinacionales, el gobierno no tiene otra solución que obedecer y favorecerlas, lo que confiere a esas transnacionales una libertad de acción ilimitada. Para contentar sus electores, el gobierno hace promesas muy recurrentes: la creación de puestos de trabajo (o la desinflación, el aumento de sueldos), pero en vez de eso hay cada vez más despidos y menor poder adquisitivo y por lo tanto menos libertad individual. Dan la impresión que el sistema está funcionando cuando está obsoleto y manipulan a la opinión pública haciendo uso de términos suaves tales como: “mercado libre”, “planes sociales”, “estado providencial”. Por eso que seguimos creyendo en un mercado del trabajo.

Como hemos dicho, el poder no está en mano de los gobiernos, como muchos lo piensan pero si en manos de esos “manipuladores de símbolos”. Ellos son un número limitado de personas poderosas quienes no necesitan de los demás y por lo tanto los despiden. Por esta razón existe el desempleo, pues no hay necesidad de mano de obra. En el sistema actual, las empresas no necesitan tener empleados entonces no los contratan o los despiden. Las industrias, quienes más se benefician de ayudas del estado son las quienes más despiden. Sabemos muy bien que estas compañías, generan mucha riqueza. Pero en vez de ser solidarias con sus trabajadores, en vez de redistribuir estas ganancias, las invierten. Su ventaja (que no es despreciable) es que ellas a diferencia de los gobiernos y de los políticos, no tienen que ganarse al electorado. Por esta razón, podemos entender y explicar el fenómeno llamado deslocalización, que quita el trabajo a mucha gente. Esta práctica demuestra muy bien el carácter anti-social de las multinacionales.

Las muy famosas e impopulares organizaciones internacionales como el FMI, OCDE, BM, están a las órdenes

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