Ensayo De Despedida

Cuando el corazón llora sobre lo perdido, el espíritu ríe sobre lo encontrado

La primera vez que lo vi y escuche corría el año 1997, fue en el programa del periodista Jaime Bayli, sus palabras fueron como un imán que me atrajo directamente al televisor, el hablaba y yo lo escuchaba con una atención que podría perfectamente confundirse con un trance, sus anécdotas me representaban más que un testimonio de vida una filosofía, una forma diferente de ver y comprender nuestra existencia, mencionaba interesantes enseñanzas de maestros indios y frases que dejaban entrever la contundencia absoluta de la razón, hasta ese momento ese señor de canas y barbas blanca era un total desconocido, ese señor era Facundo Cabral.

En especial la narración que hizo sobre el concepto del ganador y el porqué se compite en Occidente en comparación con el sentido que “el mejor” tenía en el pensamiento de la India fue magistral, el programa intercalaba segmentos de la entrevista con música de fondo de aquel hombre, que tenía ese estilo especial de “cantar”, que con los años descubrí por medio de una entrevista grabada en cámara casera le hicieran algunos estudiantes de la universidad tecnológica de Perú, en la que narra el propio Facundo que el era un hombre que seguía una tradición casi desaparecida y que consistía en la narrativa oral, el “contador de historias”, eso era él, un privilegiado “contador” capaz de desvincularnos de la realidad para soñar y razonar en lo que debe ser la existencia humana, pero al igual que todo sueño, debemos despertar aunque Cabral siguiera soñando.

A partir de aquel día me di a la tarea de conseguir más información sobre ese artista, por esas casualidades de la vida un amigo del colegio y gran coleccionista de música de protesta me comento que tenía un cassette (si, era 1997) el cual escuche con suma atención, está de sobra decir que era un material pirata, así que en una “fotocopia de la caratula” apenas se distinguía la portada, años después encontré ese mismo disco en mp3 (Facundo Le Canta al pueblo), así que un poco gracias al Internet y a algunos “trabajos esporádicos” que como todo buen estudiante de informática solía hacer tenía el dinero para comprar CD, siendo esta tarea un poco complicada por la poca difusión de Cabral, pero como siempre el destino y la casualidad se ponen de acuerdo fui comprando y disfrutando de la obra de este autor.

Cabral menciona en muchas entrevistas que él fue Analfabeta hasta los 14 años, en mi caso particular me considero “analfabeta” en el sentido cultural de la palabra hasta los 17 años, cuando por esas “casualidades causales”(como diría Andre Bretton) me inscribí en un curso de literatura para jóvenes, impartido por el poeta y crítico Ivan Uriarte, a partir de ese momento mi visión y valorización de la vida cambia de forma radical, esos cambios que representan un renacer o un “abrir” los ojos, algo que solo los buenos libros pueden hacer, comenzamos leyendo a los autores latinoamericanos y de lengua inglesa, en tanto la influencia espiritual de Cabral calaba en mi curiosidad, alternando mis lecturas con sus canciones, reía y me transportaba a “otra realidad”con las Historias de Cronopios y Famas de Cortázar, al tiempo que reflexionaba sobre frases de Cabral como:”Conocí al diablo la noche que al hambriento dije no, también esa misma noche descubrí que el diablo es hijo de Dios “.

En esa voraz y continua lectura me tope con otro autor esencial en mi vida: Octavio Paz. Nunca había leído un ensayo hasta que llego a mis manos “El laberinto de la Soledad”, desatando esa curiosidad por conocer otras culturas y otras sociedades, pero fue más placentero descubrir que Paz era un referente de pensamiento para Facundo Cabral, a partir de ese momento fui poniendo más atención a los artistas y escritores que él había leído, y es que acaso la formación literaria no se basa en esa cadena de respeto y admiración? Conocí a Edgard Allan Poe por Charles Baudelair, a Cortazar y a Borges por Cabral, a Juan Rulfo por Octavio Paz, a Onnetti por Vargas Llosa, a T.S.Elliot por

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