Ensayo Por Que Los Colombianos Somos Pobres

Por Qué Los Colombianos Somos Pobres,

Una Cuestión De Educación

Cuando se habla de pobreza se cree que ésta se da por falta de dinero, lo cierto es que también existe la pobreza mental, que afecta a todo aquel que no tenga una educación sólida; pero esta educación no sólo corresponde a las instituciones educativas, no, la educación que se brinda en el hogar es primordial para el crecimiento y desarrollo personal puesto que aquí se construyen las bases del carácter del individuo. Entonces surge la pregunta ¿por qué los colombianos somos pobres? Son muchas las hipótesis que se pueden plantear, pero la más sencilla de identificar en la población colombiana es, la educación precaria proveniente del hogar.

El colombiano tiende a esperar mucho de sus altos mandos, tanto, que espera que sean ellos quienes solucionen los problemas de trabajo y de educación que existen en el país pero sin cuestionar de manera alguna la toma de decisiones, al colombiano no le gusta leer, no se informa y si lo hace se aburre que la noticia siempre sea la misma: violencia y robo. De la misma manera espera que al enviar a su hijo al colegio sea allá donde el chico aprenda a respetar, a ser solidario, a ser tolerante, a ser amable, a ser todos esos valores que se suponen deben aprender en el hogar, ya que es aquí, donde con el ejemplo y la debida corrección, el niño construye las bases sólidas de su comportamiento y pensamiento.

Una familia colombiana se centra en enseñar que “el mundo es de los vivos”, de esta manera, condiciona al niño a pensar que no importa lo que tenga que hacer siempre y cuando sea esta acción necesaria para lograr su objetivo y él efectivamente crece con este pensamiento y por esta razón no hay unión en el país, no se piensa en el bienestar del otro y cuando a alguien le roban todo lo que tiene lo primero que le dicen es: “Usted se lo buscó por andar en esa calle a esa hora”, es decir, termina la víctima siendo culpable de cualquier ataque por dar la famosa “papaya”; y de esta manera es como los papeles cambian, por malas costumbres arraigadas se acepta que se irrespete el espacio ajeno cuando se obliga a otra persona a escuchar música a alto volumen, cuando en una acera angosta van dos personas caminando de lado y lado obligando a un tercer transeúnte a bajar a la carretera y otros comportamientos que indican que el pensar individual prima sobre el pensar colectivo.

El respeto debe proceder del hogar, es en el núcleo familiar donde este aspecto debe predominar, porque aquí la persona es, en cierta medida, libre, es aquí donde las apariencias no importan y donde el individuo se desenvuelve sin temor a ser rechazado; cuando una madre o un padre emprende las labores del hogar y decide acompañar estas labores con música a las 6:00 A.M. un sábado, cuando por lo general el resto de la familia está dormida, está claramente irrespetando las horas de sueño del otro, es aquí cuando la familia concluye, por muy molesta que haya sido la acción, “mamá/papá, es quien manda”. Hay que tener claro que el hecho de ser la cabeza del hogar no otorga poderes especiales para irrespetar, por ser un individuo se nace con el derecho al respeto y se puede de manera muy cortés dialogar para que no se violen los derechos del otro y convivir de una manera sana, cuando se tiene esto presente, se aplica en la oficina, en un restaurante, en un parque, en la universidad y en cualquier parte a la que se vaya.

El pensar de manera colectiva conduce a mejorar la convivencia, a confiar en la otra persona y en su labor, lo que lleva a la aceptación del trabajo en equipo y éste es importante para lograr objetivos, puesto que disminuye tiempos de producción y permite que en un grupo de trabajo cada persona se enfoque en un área determinada para obtener un producto perfecto apoyado en los detalles. El problema de la mayoría de los colombianos es creer que el trabajo en equipo se

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