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Envejecer es Obligatorio.


Enviado por   •  11 de Marzo de 2014  •  Ensayos  •  659 Palabras (3 Páginas)  •  242 Visitas

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Envejecer es Obligatorio.

Estas palabras han sido divulgadas en memoria de Rosa, una alumna universitaria. Es una historia real que sucedió en la Universidad de Antioquia, en Medellín, Colombia.

El primer día de clases en la Universidad, nuestro profesor se presentó a los alumnos y luego nos pidió que nos presentáramos a alguien a quien no conociéramos todavía. Me quedé de pie para mirar alrededor, cuando una mano suave tocó mi hombro. Miré para atrás y vi uní pequeña señora, viejita y arrugada, sonriéndome radiante, con un gesto que iluminaba todo su ser. Dijo:

—Hey, muchacho... Mi nombre es Rosa. Tengo ochenta y siete años de edad. ¿Puedo darte un abrazo?

Me reí y contesté:

— ¡Claro que puede!

—Y ella me dio un gran apretón.

— ¿Por qué está usted en esta Facultad a tan tierna e inocente edad?

—pregunté. Ella respondió juguetona y sonriente:

—Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme, tener un montón de hijos y entonces jubilarme y viajar.

—Está bromeando —le dije. Yo estaba curioso por saber qué la había motivado a enfrentar este desafío con su edad, y ella repuso:

—Siempre soñé con tener estudios universitarios, y ¡ahora estoy teniendo uno!

Después de clase caminamos hasta el edificio de la Unión de Estudiantes y compartimos una malteada de chocolate. Nos hicimos amigos instantáneamente. Todos los días en los siguientes tres meses teníamos clase juntos y hablábamos sin parar. Yo quedaba siempre extasiado oyendo a aquella “máquina del tiempo” compartir su experiencia y sabiduría conmigo.

En el curso de un año, Rosa se volvió un icono en el campus universitario. Hacía amigos fácilmente dondequiera que iba, adoraba vestirse bien, y se reflejaba en la atención que le daban los otros estudiantes. Estaba disfrutando la vida...

Al final del semestre invitamos a Rosa a hablar en nuestra fiesta de despedida. Fue presentada y se aproximó al podio. Cuando comenzó a leer su charla escrita, dejó caer tres de las cinco hojas al suelo. Frustrada, tomó el micrófono y dijo simplemente:

—Discúlpenme, ¡estoy tan nerviosa!... Nunca conseguiré

...

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