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El estrés envejece

kev0023Ensayo29 de Marzo de 2014

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Pero, ésta no es la única ventaja. Aparte de los chips de ADN para detectar patologías, la nueva Medicina nos propone ya la liberación de fármacos sólo en los tejidos enfermos, de una manera tan selectiva que los efectos secundarios de la medicación se reduzcan de forma significativa. Sin embargo, la archifamosa terapia génica no es previsible que esté disponible a medio plazo. Así que mientras llegan estos remedios genéticos a la medida de cada persona, hay que conformarse con la prevención. “Hay evidencias”, como señala José María Ordovás, experto en enfermedades metabólicas de la Universidad de Tufts, en Boston, USA, “de que los genes muchas veces sólo son culpables de la aparición de enfermedades en un 50% de los casos. Eso significa que tenemos un margen de otro 50 por ciento, y que si adoptamos unos hábitos de vida correctos, esa enfermedad no se manifestará o retrasaremos su aparición”.

El estrés envejece

De manera que podría decirse que al menos la mitad de nuestra salud depende de nosotros mismos. Jaime Miquel, investigador español que trabajó muchos años al servicio de la Agencia Espacial Norteamericana (NASA), aunque ahora vive dedicado a su farmacia en la Comunidad Valenciana, señala que “la vida es como una partida de cartas. Es cierto que unos llevan mejor jugada (genes) que otros, pero ganar la partida también depende de cómo juguemos estas cartas”. Tanto Miquel como Roberto Marco estuvieron trabajando años con la mosca del vinagre –Drosophila melanogaster– para averiguar si la ingravidez hacía que estos insectos envejecieran más rápidamente. Y aunque no encontraron eso precisamente, sí que pusieron una de las bases –la única científica– que hoy es aceptada como clave en la prevención de la senectud: envejecemos porque nos oxidamos. La pregunta a responder es qué nos oxida, y la respuesta es que nos oxida el estrés. Las moscas utilizadas en los experimentos en la ingravidez sufrían alteraciones en su salud y acortaban su ciclo de vida no por la falta de gravedad, sino por el estrés que les producía ésta. Eso hacía que el consumo de oxígeno fuera desigual y que muchas de las células sufrieran una oxidación exagerada debido a la liberación de los radicales libres. De manera que la oxidación celular masiva acelera el envejecimiento y hace que los órganos corporales y hasta nuestro aspecto externo muestren una edad superior a la que tenemos, con las consiguientes consecuencias negativas para la salud. Una de las formas más comunes de oxidarnos es fumar. El tabaco, aparte de infinidad de malas consecuencias para el organismo, tiene en el dióxido de carbono que produce un elemento que no sólo envejece prematuramente las arterias, sino que peroxida los lípidos que tomamos convirtiéndolos en depósitos de colesterol que taponan y endurecen las arterias. Hay muchos más ejemplos, como el consumo excesivo de grasas saturadas y alcohol o el sedentarismo, pero el tabaco es sin duda el ejemplo más eficaz para entender la importancia de la oxidación.

Los genes muchas veces sólo son culpables de la aparición de enfermedades en un 50% de los casos

Pero, cuidado, ni los remedios de la famosa doctora Asland, ni tampoco los cócteles de vitaminas que proponen algunas clínicas de estética han demostrado eficacia alguna para retrasarlo aun cuando las vitaminas E y C se han mostrado como potentes barredores de los radicales libres. Por eso la receta más eficaz según los datos científicos disponibles es evitar el estrés, tomar una dieta sana rica en aceite de oliva, frutas, verduras y pescado, y baja en grasas saturadas, no fumar y hacer ejercicio físico moderado y de manera continuada. Sólo con eso evitaríamos o reduciríamos el riesgo de diversos cánceres y

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