FEMINICIDIO; una burla degenerativa

FEMI-NICIDIO; una burla degenerativa.

De hace años nace la tipología de "feminicidio" como el asesinato de una mujer a manos de un hombre por machismo o misoginia, sin embargo, aún no es clara la diferencia con otras conductas delictivas como el Homicidio o Homicidio Agravado, por la que la eficacia de dicha definición queda en entredicho ante la imposibilidad de diferenciar conductas frente a los casos del asesinato de mujeres en Colombia y otros países con la misma discusión; pues no se puede intensificar o tratar de feminicidio una conducta, por el solo hecho de que el sujeto activo sea un hombre y el pasivo una mujer, sino que debe existir una cadena de evidencias demostrativas de la situación de abuso de poder, ya que como se ha demostrado últimamente se le da a cuanta actuación se despliegue contra una mujer esta tipología y no la de homicidio “por el simple hecho de ser mujer”, De ahí que surja una inquietud y que se logre dar respuesta al siguiente interrogante:

¿Es la mujer un objeto en el cual poder decidir si debe vivir o no?

Para interpretar y dar cuentas de las violencias contra las mujeres es necesario considerar que son manifestaciones de opresión, subordinación e injusticia social, y entender que, como dice Ann Jonasdotir, las relaciones socio-sexuales que prevalecen en la sociedad actual, " es una en la que el poder del amor de las mujeres, entregado libremente, es explotado por los hombres". Desentrañar estos conceptos permite comprender que la violencia contra las mujeres es una práctica social sistemática que no solo perpetúa las desigualdades sociales, sino que también perpetúa formas específicas de contacto y comunicación entre hombres y mujeres.

Quizá el cuestionamiento constante de las formas en que amamos a las mujeres y cómo los hombres se dejan amar permitirá explicarnos qué está pasando y cómo se expresa la violencia contra las mujeres en el ámbito privado y público, y puede ser un constructor de descubrimiento a partir del análisis de los deseos, necesidades e intereses de las mujeres, “en vez de sobrellevar la complementariedad de géneros que tiende a infravalorar las relaciones de poder implicarlas”, como asegura Jonasdotir.

Se puede decir que el feminicidio es el eslabón final de la continua violencia contra las mujeres. El concepto de continua en este caso permite identificar y analizar la diversidad de violencias experimentadas por las mujeres dentro de los sistemas sociales patriarcales, y también facilita interpretarlas como dispositivos de poder que mantienen la obediencia de ellas y de las mujeres a sus tareas. Desde esta perspectiva, el factor de riesgo es una diferencia de género. La continua violencia contra las mujeres se puede evidenciar de muchas formas, incluidos el feminicidio, la violencia doméstica, la violencia psicológica, las violaciones de la ley, la trata de mujeres y niñas, la prostitución forzada, la esclavitud sexual, la manipulación emocional y sexual, el aborto y el embarazo forzado, y los crímenes de honor. Estos actos de violencia se pueden intensificar en escenarios de conflicto armado.

Desde luego: El feminicidio no se trata solo de hombres que matan a mujeres por el simple hecho de ellas ser mujeres, sino que los entes del estado también son responsables de estos asesinatos, ya sea que cometan delitos, toleren a los abusadores o descuiden su deber de proteger a las ciudadanas.

Sin embargo; De acuerdo con la información suministrada por el Instituto Nacional de Medicina Legal de Colombia, sobre hechos de violencias -para el período 2010-2012- (las cifras del 2012 son parciales porque a la fecha no se tiene el consolidado):

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