ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Guerra psicológica y manipulación mediática en el Golpe de Estado de 2002 en Venezuela

glismaralvarado13 de Enero de 2014

4.386 Palabras (18 Páginas)743 Visitas

Página 1 de 18

11 de Abril de 2002

Sin duda los hechos que desencadenaron las acciones de calle del 11 de abril de 2002 fueron originados por una guerra psicológica implantada por los medios de comunicación.

En abril de 2002, el presidente Chávez sumaba unos 3 años y unos pocos días de llegar al poder por vía de elecciones democráticas y con la firme propuesta de llevar a cabo cambios importantes a favor de las grandes mayorías que son la clase pobre del pais.

Durante los meses previos al 11 de abril las televisoras, radios y prensa escrita privados incitaron a través de imágenes, reportajes y grabaciones al pueblo. Y daban toda veracidad a la constante marejada de informaciones e imágenes que se transmitían por los mismos; sin corroborar si era cierto.

Un grupo minoritario asistió a la marcha ese día, los cuales no pretendían llegar al palacio de Miraflores.

Una parte de la población seguía obediente y ciegamente las ordenes que se transmitían por los medio de comunicación social.

Para el 11 de abril de 2002 las televisoras convocaron “a la marcha final a Miraflores”. Se decía sin tapujo que era para sacar al Presidente Chávez del poder. Cabe acotar que Miraflores es la sede del poder Ejecutivo, donde sabían se encontraba el Presidente Chávez. Y precisamente, en las calles adyacentes a Miraflores, donde se encontraban por un lado quienes defendían al Presidente y por la otra grupos que participaron de la marcha, franco tiradores comenzaron a asesinar a personas que apoyaban al Presidente y a personas que formaron parte de la marcha; incluso a personas de la prensa. Fueron más de 20 los muertos con tiros en la cabeza.

Paralelamente, se transmitían escenas, que después se supo que habían sido grabadas dos días antes, donde militares generales de las distintas fuerzas informaban que estaba ocurriendo una masacre en Miraflores y que ello justificaba un alzamiento militar.

Este conjunto de hechos conformaron el 11 de Abril y sus días previos; pero, también constituyen la piezas de una guerra psicológica. En esos días el Pueblo Venezolano fue sometido despiadadamente a una intensiva manipulación de la información y a un direccionamiento psicológico para que se convirtieran, como en efecto ocurrió, en soldados cooperantes en la acción militar. Esta tenía como objetivo fundamental extorsionar a los grupos políticos dominantes del proceso Bolivariano para que influyeran en el establecimiento de una permanencia pacífica, lucrativa y duradera de las transnacionales petroleras en la explotación de los hidrocarburos venezolanos.

Así las cosas, la guerra de cuarta generación desarrollada en Venezuela por el gobierno norteamericano tenía un componente militar y otro de guerra psicológica. El componente militar aseguraba la participación de un grupo de militares venezolanos de alto rango que garantizarían la desactivación de los mecanismos de seguridad interno. El otro elemento militar era el control y manejo de las comunicaciones dentro de Venezuela (particularmente en los alrededores de Miraflores) y finalmente, el componente militar, implicaba la utilización de las fuerzas de apoyo armado aéreo y marítimo, norteamericano, para el caso en que se saliera de control la operación de extorsión.

En este último supuesto la operación debería ir dirigida a garantizar militarmente la estabilidad política de estos personajes que asumirían el poder lo que suponía controlar militarmente el foco de resistencia dentro de las fuerzas armadas, así como contra la población civil. Este escenario implicaría tal derramamiento de sangre que complicaría la situación política y haría más tortuoso el objetivo de las transnacionales petroleras.

El componente de guerra psicológica había sido ejecutado a la perfección. El grupo que controlaba la operación de manipulación social a través de los cuatro canales televisivos y la radios habían logrado crear una zozobra extrema dentro de la población; habían relajado sus capacidades de análisis y reflexión y eran instrumentos fieles a las ordenes de quienes decidiera el momento para integrar las operaciones militar y de guerra psicológica con el manejo diplomático y la opinión pública internacional.

Una vez decidido que fuera el 11 de Abril de 2002 el día en que integraban las dos operaciones, un grupo importante de venezolanos fueron llevados a través de la manipulación, (a la marcha final). Allí los esperaban los Grupos Operativos (los francotiradores, los policías metropolitanos y de Chacao) para detonar hechos de violencia y conflictos sociales que dieran la ilusión, la imagen, de que todo estaba perdido y que no quedaba otra.

Aún más, para reforzar lo dicho tenemos que indicar, que una gran mayoría de las personas de la oposición, que venían en marcha, cuando llegaron al silencio se dispersaron y se fueron para sus casas. Posteriormente, todo lo que supimos los venezolanos fue informado por los medios de comunicación que participaron del teatro hecho por la oposición y que nos vendieron varias versiones: la primera: que Presidente había renunciado, la segunda: que teníamos a un nuevo Presidente auto designado; la tercera: que había habido un golpe de Estado en Venezuela y cuarta: que el Presidente Chávez había sido rescatado.

ANÁLISIS DE LOS SUCESOS DE ABRIL

Para finales de la década de los sesenta la burguesía venezolana, en estrecha alianza con el imperialismo estadounidense, había logrado una gran victoria política.

Como una característica que marcó casi todo el siglo XX venezolano -y que aún sigue vigente en nuestros días- la renta petrolera desempeñó un rol de primer orden dada que su apropiación permitió a las clases dominantes adelantar una reforma agraria limitada y de alto contenido demagógico, y un también limitado proceso de industrialización bajo el supuesto de la sustitución de importaciones.

La crisis orgánica del 23 de Enero de 1958 y de la década de los sesenta, se saldó a favor de la clase burguesa y sus aliados y sostenedores externos. La renta petrolera –en torno a la cual se ha producido una histórica lucha de clases por su apropiación—permitió: 1) el fortalecimiento de una base o estructura económica con una clase burguesa agro-industrial estrechamente dependiente de las transnacionales, fundamentalmente yanquis; 2) la usurpación por grandes terratenientes de las mejores tierras (otrora recuperadas por el Estado venezolano de las manos de la élite gomecista), estando esta clase terrateniente vinculada estrechamente a la burguesía agro-industrial antes mencionada; 3) la conversión de sectores medios –venidos fundamentalmente del mundo de la política y de las esferas gerenciales- en empresarios contratistas y de intermediación comercial, exacerbando el fenómeno de la corrupción como forma de apropiación de la renta.

La sustitución de importaciones se tradujo en una industria manufacturera ligera, mediana o de ensamblaje, de tipo enclave imperial, es decir, rigurosamente sometida a la dinámica de los circuitos económicos del capitalismo mundial en camino a su globalización. Por su parte, el imperialismo en su expresión petrolera sacaba una gran tajada en todos los procesos de negociación de la renta, en los cuales se “empaquetó” en uno sólo, los derechos impositivos soberanos y el rol de propietario del sub-suelo ostentado tradicionalmente por el Estado venezolano.

Esta nueva estructura requería de un reacomodo en la superestructura que tuvo su expresión política en la Constitución de 1961 y en la democracia burguesa representativa, cuya hegemonía fue operada a través del llamado Pacto de Punto fijo (se llama “Puntofijo” la casa supuestamente propiedad de Rafael Caldera donde se reafirmó el anti-patriótico pacto de dominación previamente acordado en Nueva York y a la cual se debe su nombre. Esta aclaración en honor a la verdad histórica y en descargo de la bella y pujante ciudad de Punto Fijo, en el Estado Falcón).

La clase del campesinado pobre fue arrojada a las ciudades constituyéndose en un peculiar ejército de reserva de carácter crónico, base del fenómeno de la marginación y de la exclusión, caracterizado por altísimos índices de pobreza y de pobreza extrema. Ciertas capas de la clase obrera empleada en empresas ineficientes -cuyos propietarios son generalmente subsidiados por las más diversas vías- empieza a manifestar características -en comparación con la masa crónicamente excluida- de estamento privilegiado de donde surge una llamada aristocracia sindical que asume el rol de dirección de la misma (CTV), condenando sus luchas al estrecho marco del economicismo.

Los intelectuales tradicionales venidos de las clases medias (fundamentalmente organizadas en AD, con Rómulo Betancourt a la cabeza), adoptan el punto de vista ideológico de la clase burguesa y del imperio, facilitando, por diversas vías, el fenómeno de la transculturización del pueblo. De intelectuales tradicionales se convierten en intelectuales orgánicos de la clase dominante y del imperialismo que pasa a hegemonizar al bloque histórico para ese periodo (burguesía, terratenientes, clases medias, clase obrera y el ejército de reserva crónicamente excluido). Contribuyen al diseño del modelo político e ideológico que tendrá pleno dominio hasta el año 1989, año en que se inicia una nueva crisis orgánica.

Estos intelectuales coadyuvan a resolver la crisis orgánica del 23 de Enero y los años sesenta. La superestructura se reacomoda a la nueva realidad estructural

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (29 Kb)
Leer 17 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com