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INFORME SEMANAL DE ECONOMIST


Enviado por   •  13 de Febrero de 2013  •  2.803 Palabras (12 Páginas)  •  511 Visitas

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No es lo que solía ser (I DE III)

Educación superior. Las universidades estadounidenses representan valor decreciente para el dinero de sus estudiantes

Aparentemente la educación superior estadounidense todavía está en buena salud. En los rankings mundiales más de la mitad de las cien universidades mejores, y ocho de las diez mejores son estadounidenses. La producción científica de las instituciones estadounidenses no tiene paralelo. Producen la mayor parte de los laureados con el Nobel y documentos científicos. Además, los graduandos, en promedio, todavía ganan mucho más y reciben mejores beneficios que los que no tienen un título.

Sin embargo, hay una creciente preocupación en los Estados Unidos acerca de la educación superior. Un título se ha considerado siempre como la clave para un buen empleo. Pero el aumento de las matrículas y una creciente deuda estudiantil, combinados con la contracción de la rentabilidad financiera y la educación, están socavando por lo menos la percepción de que la universidad sea una buena inversión.

La preocupación surge de un número de cosas: fuertes incrementos en la matrícula, aumento en los niveles de deudas de los estudiantes y las universidades, y la decreciente calidad de los graduandos. Empecemos por las matrículas. El costo de la universidad por estudiante se ha incrementado casi cinco veces la tasa de inflación desde 1983 (ver gráfico 1), haciéndola menos asequible y aumentado la cantidad de deuda que los estudiantes tienen que asumir. Entre el 2001 y el 2010 el costo de una educación universitaria se disparó de 23% de un ingreso medio anual a 38%; en consecuencia, la deuda por estudiante se ha duplicado en los últimos 15 años. Dos terceras partes de los graduandos tienen ahora préstamos. Los que recibieron títulos de licenciatura en el 2011 se graduaron con un promedio de deuda de $26,000, según el Proyecto sobre Deuda Estudiantil, un grupo sin fines de lucro.

Más deudas significa mayores riesgos, y la graduación está lejos de ser cierta; las posibilidades de que un estudiante estadounidense complete un programa de cuatro años en seis años son de 57%. Esto es pobre de acuerdo a los estándares internacionales: por ejemplo, Australia y Gran Bretaña, están mucho mejor.

Al mismo tiempo, las universidades han estado gastando más de lo que tienen. Muchas han tomado demasiados préstamos y han visto declinar la salud de sus estados de situación. Por otra parte, la titularización de los préstamos estudiantiles condujo a una carrera de préstamos privados imprudentes. Por lo menos esto ha sido ahora frenado mediante regulación. En el 2008 los prestamistas privados desembolsaron $20 mil millones, el año pasado solo prestaron $6 mil millones. A pesar de tantos años buenos, las universidades han hecho muy poco hasta recientemente para mejorar los cursos que ofrecen. El gasto universitario es impulsado por la necesidad de competir en las ligas universitarias que tienden a clasificar casi todo acerca de la universidad excepto la calidad de los graduandos (muy difícil de medir) que produce. Roger Geiger y Donald Heller de la Universidad Estatal de Pennsylvania dicen que desde 1990, tanto en las universidades públicas como privadas, los gastos de instrucción han aumentado más lentamente que en cualquier otra categoría del gasto, aun cuando el número de los estudiantes haya aumentado. Sin embargo, las universidades están gastando mucho más en servicios administrativos y de apoyo (ver gráfico 2).

Las universidades no se pueden dirigir al gobierno para que las rescate. Los estados ya han reducido dramáticamente la cantidad de ayuda financiera que dan a las universidades. Barack Obama ha expresado claramente que está descontento con el aumento de las matrículas, y amenaza a las universidades que reciben ayuda con recortarla si continúan aumentando la matrícula. Roger Brinner del Parthenon Group, una consultora, predice que la tasa de inscripción se mantendrá baja durante los próximos cinco a siete años aun si la economía se recupera. La fiesta puede verdaderamente haber terminado.

El aumento de las matrículas y una creciente deuda estudiantil, combinados con la contracción de la rentabilidad financiera y la educación, están socavando la percepción de que la universidad sea una buena inversión.

No es lo que solía ser (II DE III)

Debate del globo

En el 1962 un centavo de cada dólar gastado en los Estados Unidos era dedicado a la educación superior; hoy día esa cifra se ha triplicado. Sin embargo a pesar de gastar una proporción mayor de su PIB en las universidades que cualquier otro país, los Estados Unidos tienen sólo una proporción 15 veces mayor de jóvenes con un título universitario. De dondequiera que proceda el dinero, y cómo se gaste, la raíz de la crisis de la educación superior (y las pruebas de que la inversión en las universidades podría constituir una burbuja) se reduce al hecho de que no se ha creado valor adicional para equiparar este gasto extra. De hecho, la evidencia de la disminución de la calidad de los estudiantes y los graduandos sugiere que un título podría significar menos de lo que era una vez.

Por ejemplo, una encuesta federal mostró que el conocimiento básico de lectoescritura de los ciudadanos educados en universidades declinó entre el 1992 y el 2003. Sólo una cuarta parte se consideró competente, definido como "el uso de información escrita e impresa para funcionar en la sociedad, lograr las metas y desarrollar su conocimiento y potencial". Casi una tercera parte de los estudiantes de hoy no toman ningún curso que involucre más de 40 páginas de lectura en un semestre completo. Además, los estudiantes están dedicando mucho menos tiempo a estudiar que a las actividades recreativas. Sin embargo, la "gestión de la carga de trabajo", se estudia con entusiasmo - los estudiantes comparten datos en línea sobre clases "blow off" (las que se pueden obviar sin afectar las calificaciones) y cuyos profesores son los menos exigentes.

Sin embargo, ni la falta de inversión en la educación ni el déficit de atención parecen haber tenido efectos negativos sobre las notas. Un impresionante 43% de todas las calificaciones en universidades de cuatro años son de A, un aumento de 28 puntos porcentuales desde el 1960. El promedio de las calificaciones aumentó de cerca de 2.52 en los años de 1950 a 3.11 en el 2006.

En este punto los escépticos podrían argüir que nada de esto tiene mucha importancia, ya que los estudiantes reciben buenos salarios por sus títulos y en general recuperan su inversión durante su vida. Aun cuando esto en sentido general es cierto, hay un número

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