LA BIODIVERSIDAD DEL PERÚ Y LAS TENDENCIAS DE LOS BIONEGOCIOS
gracex18 de Agosto de 2013
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Capítulo 1 RESUMEN: LA BIODIVERSIDAD DEL PERÚ Y LAS TENDENCIAS DE LOS BIONEGOCIOS
Evaluación de Impacto Ambiental (EIA), La Identificación Explicita de Daños y Costos Causados al Medio Ambiente y a la Comunidad por Procesos Productivos o Extractivos
1.1 La industria Extractiva, El Modelo de Desarrollo y El Papel del Estado en América Latina
Hoy en día América Latina cuenta con un modelo de desarrollo que promueve el crecimiento económico por encima de las demás dimensiones (la noción de desarrollo, la sostenibilidad del medio ambiente, la equidad, la justicia y el respeto de los derechos humanos). La presión por un crecimiento acelerado de la economía mundial ha implicado un incremento de la demanda y la presión sobre recursos naturales tales como los minerales y otras materias primas.
La voraz competencia de las grandes empresas por la búsqueda de recursos naturales limitados, es una amenaza real para la seguridad ciudadana, siendo los países que cuentan con mayores riquezas naturales los más pobres.
Las empresas transnacionales ejercen presiones al Estado para que cedan sus territorios a las actividades extractivas, generando conflictos con las comunidades locales, quienes están expuestas a la pérdida de sus medios de vida, a las violaciones de sus derechos humanos, a la degradación medioambiental y a la corrupción.
La extracción de los recursos naturales en América Latina, empieza en los tiempos de la conquista, siendo una fuente de conflicto. Son los países de Chile, Perú, Bolivia y Argentina los que cuentan con una larga historia de explotación de sus recursos, en especial los metales y los minerales. La extracción de petróleo ha generado conflictos locales en Colombia y Ecuador, así como lo ha hecho la extracción de gas en Bolivia.
Hoy en día la extracción de minerales se ha convertido en una actividad muy importante, siendo una fuente de tensión entre las comunidades locales, las compañías extractivas y los gobiernos como los países de Guatemala y Honduras.
Desde el inicio de los años 90, América Latina ha visto un incremento significativo de la inversión extranjera en el ámbito de la industria extractiva. En América del Norte se encuentran la mayoría de las grandes compañías mineras (en particular Canadá) y en Europa se encuentran una serie de compañías de extracción de gas y petróleo. Son las instituciones financieras como el Banco Mundial, El Fondo Monetario y La Corporación Financiera Internacional las que han facilitado los créditos para la exportación y las garantías de inversión permitiendo que estas compañías puedan operar, siendo los Banco Europeos quienes han jugado un papel fundamental en la financiación de las operaciones mineras.
Antes tradicionalmente eran los gobiernos de la derecha quienes facilitaban la inversión extranjera al sector de la industria extractiva en América Latina, a menudo en detrimento de los derechos de los pobres, pero en las últimas décadas son los Estados de la izquierda (Bolivia, Venezuela, Paraguay, Brasil y Ecuador) quienes han buscado afirmar una soberanía así como utilizar beneficios derivados de la extracción de recursos para la aplicación de estrategias de desarrollo a favor de los pobres, pero sin embargo estas sutiles matices, diferencias y esfuerzos entre los países no han resultado en una mayor regulación de las compañías transnacionales.
1.2 El Papel del Estado y Los Marcos Internos
EL Estado tiene como papel fundamental de proteger y promover los derechos de los ciudadanos, pero como se ve hoy en día en muchos países de América Latina tienen marcos institucionales y legislativos débiles, lo cual puede llevar a un desequilibrio de poderes entre las compañías transnacionales y las instituciones del Estado donde éstas operan. Las negociaciones que se dan suelen beneficiar más a las compañías que al mismo país con respecto a los ingresos para el país, a los daños ambientales potenciales y los abusos a los derechos humanos.
Si hablamos de los ingresos, son los proyectos extractivos quienes tienen el potencial para generar impuestos adicionales, pero las ganancias adquiridas pueden verse considerablemente reducidas por los incentivos financieros.
Como podemos ver hoy en día los marcos legislativos para la protección del medio ambiente y de los derechos humanos que son débiles y no se adhieren a las normas internacionales establecidas en varias leyes e instrumentos internacionales. También podemos ver que en casos donde existe una legislación completa, las instituciones responsables para su aplicación son a menudo débiles, ineficientes y gangrenadas por la corrupción, lo cual nos quiere decir que la legislación existente, ya sea avanzada o deficiente, no es aplicada correctamente, lo que hace difícil que las compañías rindan cuentas y que sean respetados los derechos de las comunidades. Estos problemas están vinculados y exacerbados por la desigualdad, la ausencia de voluntad política, y la debilidad de los sistemas democráticos.
1.3 Ética y Medio Ambiente
De un modo general, llamamos ética a la rama de la filosofía que se ocupa de la moral, es decir, de las reglas, códigos o normas que nos permiten vivir en sociedad y que hacen que juzguemos unas cosas como buenas y otras como malas, así como de los valores.
Por otra parte, podemos entender por ética del medio am¬biente a la rama de la ética que analiza las relaciones que se establecen entre nosotros y el mundo natural que nos rodea. De hecho, entre los productos culturales más im¬por¬tantes de la evolución humana están determinadas preocupaciones éticas, incluyendo la preocupación por el medio ambiente en general y los seres vivos en particular.
Algunos de los problemas que afectan al conjunto de la sociedad tienen que ver con el tema de la conducta humana, aquello que pertenece al campo de la ética; y por consiguiente involucra el dominio de las relaciones consigo mismo y con los demás seres humanos. Pero esto es solo una parte del problema ético. Las actividades humanas han cambiado el medioambiente de manera radical en los últimos cincuenta años, al punto de poner en peligro la existencia de la vida sobre la tierra; y esto también ha pasado a ser motivo de preocupación ética. Los problemas ambientales no son producto de la fatalidad, están relacionados intrínsecamente con las intervenciones humanas.
Expresadas de muy diversas formas, en la economía, la ciencia y la tecnología, la política y las leyes y la sociedad en su conjunto. Desde este punto de vista, hay que preguntarse por la naturaleza de las intervenciones o acciones humanas, es decir, por la forma como se originan y presentan dichas acciones con relación al medio ambiente, ¿Cuáles son las consecuencias previsibles a corto, mediano y largo plazo por estas intervenciones? ¿Y qué podemos hacer al respecto?, son preguntas inevitables en un análisis ambiental, y que la ética incorpora como manera de preguntarse sobre la conducta de los hombres hacia el conjunto de la biosfera.
Pero lo que hemos conocido en el siglo XX, es que la naturaleza es vulnerable. El desarrollo científico tecnológico moderno nos ha mostrado la tremenda vulnerabilidad de la naturaleza, una vulnerabilidad que no se sospechaba antes de que se hiciese reconocible en los daños causados. Y es esta capacidad de daño sobre la naturaleza, lo que nos hace considerar la importancia del saber previo, como principio de cautela frente a nuestras acciones. Ninguna ética anterior hubo de tener en cuenta las condiciones globales de la vida humana ni el futuro remoto, más aún, la existencia misma de la especie. El hecho de que precisamente hoy estén en juego esas cosas exige, en una palabra, una concepción nueva de los derechos y deberes, algo para lo que ninguna ética ni metafísica anterior proporciona los principios y menos aún una doctrina ya lista. Ya no es un sinsentido preguntar si el estado de la naturaleza humana, la biosfera en su conjunto y en sus partes, que se encuentra ahora sometida a nuestro poder se ha convertido precisamente por ello en un bien encomendado a nuestra tutela y puede plantearnos algo así como una exigencia moral, no sólo en razón de nosotros, sino también en razón de ella y por su derecho propio. Es en este punto que aparece el principio de responsabilidad, como el elemento de base para considerar una nueva ética. Porque ya no se trata de que los hombres hagan las cosas con la diligencia del deber cumplido.
De lo que se trata es que las hagan con responsabilidad, es decir, teniendo en cuenta la existencia de la naturaleza, las acciones incluyen al presente y al futuro. Es el futuro indeterminado más que el espacio contemporáneo de la acción, el que nos proporciona el horizonte significativo de la responsabilidad. Esto exige una nueva clase de imperativos éticos. En principio, la moral tendrá entonces que invadir la esfera de la producción económica, de la que anteriormente se mantuvo alejada, y habrá de hacerlo en la forma de política pública. De hecho la esencia modificada de la acción humana modifica la esencia básica de la política. En síntesis, la ética que tiene que ver con el medioambiente, es la ética de la responsabilidad. Tal como ya se ha dicho, es una responsabilidad con el futuro.
Hoy en día muchas empresas ignoran al medio ambiente, contaminando el aire y el agua, convirtiéndose en el centro de reclamos, juicios y de la atención negativa de los distintos medios de comunicación.
Ante esta situación, se genera una pregunta, ¿Cuál debería ser el modo más adecuado para incentivar a las empresas para que no contaminen?
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