La Historia De Las Cosas

LA HISTORIA DE LAS COSAS, ES LA HISTORIA DE NUESTRA EDUCACIÓN.

Somos una especie frágil, a pesar de todos los años de evolución y relación con nuestro entorno, somos sumamente dependientes de lo que este nos pueda proveer; hoy, en un tiempo en el que no es suficiente cultivar, criar y mercadear lo que la tierra buenamente nos da, tenemos la urgente tarea de hallar y exigir al medio ambiente nuevas provisiones, muchas de ellas inexistentes de forma natural pero necesarias para continuar siendo la especie que piensa, evoluciona y registra su historia, lastimosamente pensando muy poco en el futuro del medio que nos sustenta.

En nuestro amplio conocimiento y capacidad, hemos logrado arrancar a la tierra elementos inertes, químicos y biológicos con los cuales lograr la creación de nuestro entorno de concreto, plástico y electricidad (mucha lastimosamente); sin embargo en el proceso de tan interesante demostración de capacidad y evolución, hemos dejado heridas a la tierra que no hemos optado por sanar; y no lo hemos hecho porque simplemente no pensamos así, no necesitamos sanar heridas que no sabemos que existen, y no lo sabemos, porque hemos crecido seguros de que el agua proviene de la llave y la comida de la nevera; dicho (des)conocimiento es causa de nuestra mejor característica,- somos seres sociales - animales de manada, lo cual nos hace sumamente influenciables como masa y fáciles de educar en un mismo sentido; así pues, nuestra unidad mental o conciencia colectiva ha sido aprovechada por aquellos que hacen el dinero, es decir, quienes controlan las economías, bancos, empresas y nuestros mismos sistemas de gobierno, para hacernos creer que lo que consumimos siempre estará allí al alcance de nuestras manos, siempre y cuando se tenga el dinero que lo pague.

Desde el momento en que aparece la moneda y su acumulación significa mayor poder, muchos han querido y logrado hacer que estas vayan a parar a sus arcas a cambio de productos básicos que nos permitan vivir, sin embargo, esto dejó de ser suficiente y dejaron de vendernos lo que necesitamos y empezó la distribución de necesidades, es decir, empezamos a ser influenciados para creer que nuestras carencias afectivas, laborales e incluso espirituales pueden ser cubiertas por productos mágicos y sobrepublicitados, empezando así a girar los engranajes de la maquinaria de la producción y el desecho, sobre la cual se basa nuestra economía.

Así pues, nuestro “medio ambiente”, cada vez es más literal como definición, consumimos a un ritmo tan acelerado, que la naturaleza no logra seguir el paso, ansiamos acumular tanta riqueza que solo podemos pensar en cómo mejorar la economía, como hacer que las mercancías se produzcan en mayor cantidad, se distribuyan más rápidamente y sean menos durables para optimizar el ritmo y volumen con el que movemos el dinero; para agravar la situación, este entorno de comercio ganador y generador de riquezas resulta sumamente útil a nuestros gobiernos, los cuales logran posicionarse a nivel mundial en base al dinero que reciben a cambio de permitir la explotación desmedida o irresponsable de sus recursos, mal-educar a sus pueblos y defender las necesidades falsas de las que la industria nos ha convencido.

¿Qué hacer entonces?, ¿dejar de comprar, reutilizar, poner un video viral en YouTube y esperar que el mundo se eduque en 20 minutos?...no, lastimosamente no, si el éxito del problema radica en como actuamos como especie o conglomerado, la solución, deberá seguir una línea similar se deberá generar una conciencia colectiva en pro de la naturaleza que se extienda más allá de poner un icono de un arbolito al final de nuestros e-mails o imprimir estampillas de color verde en los empaques de nuestros productos; será necesario que nuestros gobiernos entiendan que nuestra supervivencia en el largo plazo es más importante que el dinero, y comiencen, como entes

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