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La Sordera

rafaelroa16 de Mayo de 2012

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ÍNDICE:

1.- Definición.

2.- Desarrollo de los niños sordos.

3.- La polémica sobre integración.

4.- Perspectiva histórica sobre la educación de las personas sordas.

5.- El proceso de enseñanza.

6.- Tratamiento e intervención.

7.- Recursos para el desarrollo y potenciación del habla y de la voz.

8.- Software educativo para la adquisición y desarrollo de habilidades lingüísticas orales y escritas.

9.- Programas que combinan el lenguaje oral y/o escrito y el lenguaje de signos

10.- Adaptaciones curriculares de acceso para los alumnos con pérdida auditiva menor.

11.- Documento Individual de Adecuación Curricular (DIAC)

1- DEFINICIÓN

Cuando se dice que una persona tiene audición normal queremos decir que la posee en grado suficiente como para comprender el habla. Si sus condiciones auditivas son adecuadas, las personas con audición normal pueden interpretar el habla que escuchan en la vida diaria sin ayuda de aparatos o técnicas especiales. Las personas que padecen sordera no son capaces de entender el habla, aunque pueden percibir algunos sonidos, e incluso con aparatos auditivos, la pérdida puede ser tan grave que la persona no puede comprender el habla sólo por medio del oído. Estas personas sufren un profundo trastorno de la audición, y para comunicarse dependen de la vista, incluso cuando utilizan sistemas de amplificación.

Las personas con déficit auditivo o hipoacusia sufren pérdidas auditivas significativas que hacen necesarias ciertas medidas adaptativas. Pero como señala Berg (1986), es posible que un niño con déficit auditivo responda al habla y a otros estímulos auditivos. "Desde el punto de vista de la comunicación, los niños con déficit auditivo se parecen más a los niños oyentes que a los niños con sordera, porque ambos utilizan la audición y no la visión como medio principal para desarrollar el habla y el lenguaje". En otras palabras, aunque las capacidades del habla y del lenguaje de los niños con déficit auditivo pueden mostrar retrasos o deficiencias, se desarrollan principalmente a través del canal auditivo; estos niños utilizan el oído para comprender el habla, generalmente con la ayuda de un aparato auditivo.

La expresión trastornos de la audición es más general, e incluye discapacidades auditivas que van desde las más ligeras a las más profundas, abarcando así tanto a los niños sordos como a los que padecen déficit auditivos. Cuando los educadores utilizan este término, quieren decir que se trata de un trastorno auditivo que requiere servicios especiales. La mayoría de los niños que reciben educación especial a causa de un trastorno de la audición tienen algún grado de restos auditivos.

El término sordomudo, es un estigma con el que la sociedad ha definido tradicionalmente a las personas sordas. Responde a la idea de una supuesta incapacidad de las personas sordas para comunicarse por medio de una lengua. Sin embargo, las personas sordas tienen una lengua propia, la lengua de signos, y mediante una educación adecuada pueden acceder a la lengua oral en sus formas escrita y, en función de las circunstancias individuales, hablada. Por tanto, la expresión “mudo” es incorrecta.

Tipos de sordera según la localización de la lesión

 Sordera conductiva o de transmisión: La zona lesionada se sitúa en el oído externo o en el oído medio. Impide o dificulta la transmisión de las ondas hacia el oído interno. Suele ser debido a otitis, a malformaciones o a ausencia del pabellón auditivo. No son normalmente graves ni duraderas, y pueden ser tratadas médica o quirúrgicamente. Produce alteración de la cantidad de audición pero no de su calidad.

 Sordera neurosensorial o de percepción: El área dañada se sitúa en el oído interno o en la vía auditiva hacia el cerebro. Su origen puede ser genético, producido por intoxicación, infección (meningitis) alteraciones vasculares y de los líquidos linfáticos del oído interno. Afecta a la cantidad y a la calidad de la audición. Estas sorderas suelen ser permanentes pero actualmente se puede remediar con el implante coclear.

 Sordera mixta: Se produce cuando las áreas dañadas son tanto el oído interno o la vía auditiva como el canal auditivo externo o medio. Su origen puede ser debido a una de las causas propias de la sordera neurosensorial o a una confluencia de causas propias de cada tipo de sordera. El tratamiento de la sordera mixta se deriva de cada uno de los dos tipos que engloba: La sordera conductiva puede abordarse de forma médica para intentar recuperar el funcionamiento del oído externo o medio, sin embargo la presencia de la sordera neurosensorial limitará las posibilidades de recuperación y exigirá un enfoque más educativo.

Grado de pérdida auditiva:

La pérdida auditiva se evalúa por la intensidad en cada uno de sus oídos en función de diversas frecuencias. La intensidad del sonido se mide en decibelios. La escala en la que se expresan estas diferencias es logarítmica por lo que los intervalos no son homogéneos. Esto quiere decir que entre 30 y 40 Decibelios hay, por ejemplo, una diferencia menor que la que puede existir entre 80 y 90 Decibelios.

Pérdida ligera De 20 a 40 dB

Pérdida media De 40 a 70 dB

Pérdida severa De 70 a 90 dB

Pérdida profunda Superior a 90 dB

Edad de comienzo de la sordera:

La edad del niño cuando se produce la pérdida auditiva tiene una gran repercusión en su desarrollo posterior. Se diferencian dos tiempos: antes de los tres años y después de esta edad. En el primer caso se denomina sordera prelocutiva, es decir, antes de que el niño haya consolidado el habla. En el segundo caso existe una sordera postlocutiva, posterior a la adquisición del habla.

Los programas educativos deben tener en cuenta estos datos. Los niños sordos prelocutivos tienen que aprender un lenguaje totalmente nuevo para ellos sin apenas experiencia con el sonido. Los niños cuyas sorderas se han producido en un segundo y tercer año han podido alcanzar una mayor competencia lingüística, pero su estructuración es todavía débil, por lo que el objetivo principal continúa siendo la adquisición de un sistema lingüístico organizado cuando el niño pierde el oído. Después de los tres años el objetivo es, en cambio, mantener el lenguaje mmadquirido, enriquecerlo y complementarlo.

2-DESARROLLO DE LOS NIÑOS SORDOS:

 Desarrollo comunicativo y lingüístico

Diferentes ambientes lingüísticos:

Los ambientes lingüísticos en los que los niños sordos se desarrollan son muy variados, por lo que los procesos de socialización lingüística resultan, así mismo, considerablemente diferentes. Los niños sordos cuyos padres son signantes adquieren de forma espontánea la lengua de signos que se utiliza en el ambiente familiar. La relación que existe entre el niño sordo y el “input” lingüístico es semejante a la que se produce entre el niño oyente y el lenguaje oral hablado en su familia. En esta situación se encuentran inicialmente el 10% de los niños sordos cuyos padres son también sordos. Todos los restantes niños sordos tienen padres oyentes que no conocen, al menos inicialmente, la lengua de signos.

Los padres oyentes si que utilizan habitualmente la lengua oral. Estos padres sin embargo, pueden aprender algún sistema de comunicación signado al valorar las consecuencias positivas que su utilización puede tener para su hijo sordo. En algunos casos este sistema de comunicación es la lengua de signos propia de la comunidad de personas sordas.

Comunicación temprana

La importancia de la comunicación preverbal y su influencia en la adquisición del lenguaje es una realidad unánimemente reconocida. En los primeros meses de vida se producen intercambios comunicativos entre el adulto y el bebé a través de expresiones primitivas por las que el uno y el otro regulan mutuamente su comportamiento. Estos significados se organizan en torno a las rutinas de la vida diaria del recién nacido. De esta forma se va constituyendo una relación social básica entre el bebé y el adulto en la que éstos adaptan su conducta a la que observan o atribuyen a los niños. Se inician conversaciones rudimentarias.

Las diferencias entre los niños sordos y los oyentes comienzan a mostrarse desde los primeros meses. Los lloros, balbuceos y arrullos de los primeros cuatro meses son iguales en unos y en otros, pero estas expresiones vocales empiezan a descender en los niños sordos con pérdidas auditivas severas y profundas a partir de los cuatro-seis meses. La ausencia de feedback auditivo de sus propias vocalizaciones contribuye decisivamente a esta desaparición. Mientras que los niños oyentes comienzan desde los primeros meses a desarrollar pautas de entonación adecuadas al lenguaje oral que escuchan, a responder diferencialmente a estas entonaciones y a percibir la relación entre sonido y visión. Los niños sordos no manifiestan de forma semejante estos comportamientos.

Los juegos de anticipación en los que la madre y el hijo aprenden un papel que se repite permiten que el niño realice las acciones previstas y las alterne con las de la madre. De esta forma se establece una estructura interactiva análoga a la que se creará después con los intercambios lingüísticos. Estos juegos se acompañan y refuerzan con expresiones orales.

El problema de la atención dividida: el niño sordo no puede al mismo tiempo atender al rostro del

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