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La esfera del amor en la naturaleza


Enviado por   •  30 de Agosto de 2011  •  Ensayos  •  949 Palabras (4 Páginas)  •  716 Visitas

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Si partimos de la premisa de que el amor es una mezcla de acto y sentimiento cuya finalidad es ayudar y dar… a un hijo, una pareja, un pueblo o a si mismo, y al mismo tiempo miramos fríamente las conductas de la mayoría de los seres vivos de nuestro planeta, comprenderemos que el amor no es una tendencia generalizada en la naturaleza más que cuando apunta a si mismo; nunca hemos visto a una vaca ayudar a una gallina, más bien lo recurrente es ver que un animal ignore o compita con otro, pero rara vez que se asocie con él, o todavía menos, que lo ayude desinteresadamente.

La esfera del amor en la naturaleza se limita en cada uno de los seres vivos a amar a-otro-ser lo más parecido a él, en amar a su descendencia. Si el amor tiene un comienzo en este planeta, comienza con las madres: la mamá vaca, la mamá harpía, la mamá orangutana, la mamá ballena. Casi diríamos que sólo en las madres encontramos amor. Si reducimos el amor al acto de dar alimento, y buscamos esta imagen en la naturaleza, casi siempre la encontraremos entre una madre y sus crías, y sólo excepcionalmente entre un macho y otro macho de la misma especie. Cierto que existe la asociatividad, la caza en común, como entre los delfines o los lobos, pero no podemos llamarle a eso amor, porque a la hora de repartir la presa, todos se la pelean.

Por lo que casi diríamos que el amor al prójimo es algo sobrenatural.

Pero también podríamos decir que el amor sólo aparece cuando hay sobreabundancia, y que cómo la tendencia en la naturaleza en nuestro planeta es la necesidad… por eso hay tan poco amor. En otras palabras, pareciera que sólo da quien tiene mucho. Esto es válido para las madres de la naturaleza, y quizás sea la leche esa cosa sobrante. Y aunque por instinto la prioridad será siempre uno mismo, no es raro ver a madres famélicas buscando alimento para sus crías.

Sin embargo sabemos de unos animales muy peculiares que son capaces de dar la vida por otros: los hombres, algunos hombres, una minoría. Sólo el hombre alimenta a un perro de buena gana, sin pedirle casi nada a cambio, o a un gato, o a un loro; sólo el hombre (moderno) salva a una ballena encallada; pudiendo carnearla, la libera al océano. Y claro, son hombres con la guatita llena, y además siguen siendo excepcionales. Quiero decir, la riqueza tampoco es sinónimo de amor: hay cientos de ricos con los bolsillos sellados. Pero el hombre alimenta a la mascota con lo que le sobra.

Aún así hablamos de la madre naturaleza, como si la naturaleza estuviera llena de amor maternal. Como todo, esto no es ni totalmente falso ni totalmente cierto. Pues no hay que olvidar el “amor” vegetal que alimenta sin morir a un sinnúmero de animales grandes y pequeños; los árboles frutales o las gramíneas parecieran tener en su poder el sentido direccional de la alimentación de sus comensales,

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